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SANTA CRUZ DE TENERIFE. Patrimonio Industrial. Los Molinos

Autor: José Manuel Ledesma Alonso

Publicado en El Día el 20 de abril de 2025.

          Los guanches obtenían el gofio triturando el trigo o la cebada en morteros de piedra basáltica hasta que, en el s. XIX, se construyeron molinos de viento al Sur del barranco de Santos -Llano de los Molinos- en los que la fuerza del viento sobre sus aspas transformaba la energía eólica en energía mecánica, de manera que sus piedras de moler trituraban el cereal, previamente tostado, obteniendo el gofio.

          El gofio siempre ha sido el protagonista en la mesa de los hogares canarios. En el desayuno, diluido en la taza de leche, y en las comidas, escaldado en un lebrillo con el caldo del potaje o la cazuela de pescado; aunque, la pelota de gofio amasado es lo más tradicional. También el gofio se consume llevándolo directamente a la boca (gobiar); acompañado de un vaso de vino (cabrilla); y en infusiones de gofio y vino (ralera).   

Molinos de Viento

Molino de Barranco Hondo       

          En Santa Cruz todavía podemos contemplar los Molinos existentes en Barranco Grande, en Santa María del Mar -Cuevas Blancas- y en el Llano del Moro, los tres declarados Bien de Interés Cultural, dentro de la categoría de Sitio Histórico y Etnográfico.

          El de Barranco Grande, es de propiedad municipal, mientras que el de Cuevas Blancas y Llano del Moro son de propiedad privada.

  Molino de Cuevas Blancas

Molino de Llano del Moro

     Los tres, de forma troncocónica y 10 m de altura y 4 m de diámetro, fueron construidos con gruesos muro s de mampostería, formados por bloques basálticos irregulares, pequeñas piedras y mortero de tierra, cal y arena. Estaban rematados por una cubierta irregular cónica, separada del resto por un mecanismo de giro a base de collares de madera.

          A través de dicha cubierta sobresale el eje que sostiene las cuatro aspas rectangulares, forradas de tela para que el viento las impulsara, mientras que por el extremo opuesto existe un palo, denominando timón, que servía para orientar las aspas en diferentes direcciones, según el lugar de donde soplara el viento.

          La maquinaria del molino se encontraba en la segunda planta, a la que se accedía por una escalera de madera. Aquí, al moverse las aspas hacían girar una gruesa viga que transmitía el movimiento a las muelas, mediante un mecanismo de engranajes. La unión entre el eje y la rueda dentada principal estaba formada por engarces y acoples, sin tornillos ni clavos. La carcasa que cubría la piedra de moler era de madera.

          La planta baja, denominada cabuco, situada al nivel del terreno, servía de almacén del grano y en algunas ocasiones de dormitorio del molinero.

           El gofio se recogía en la primera planta  a la que se subía por una escalera de piedra, adaptada a la forma troncocónica del molino.

 

Molinos de Gofio

          Los molinos de gofio, accionados con motores de combustión, diésel, comenzaron a instalarse en Santa Cruz a principios del s. XX.

          Las primeras licencias fueron concedidas a Manuel Franchi y Felipe Rodríguez, en el barrio de El Toscal, en 1911; a Enrique Trujillo Santos en las Cuatro Torres, en 1929; y a José Fumero de la Rosa, en la Rambla de Pulido, en 1938, éste último accionado por motor eléctrico.

          En 1950, ya existían en esta capital dieciséis molinos que elaboraban gofio artesanalmente, de los cuales, en 1980, sólo quedaban cuatro, y en la actualidad sólo existe el Molino de gofio La Salud, situado en el número 22 de la avenida de Venezuela, esquina con la calle Princesa Guacimara, en el barrio de La Salud,  que fue abierto por Celedonio Pérez en 1943, en plena posguerra europea, cuando el trigo estaba racionado y por lo tanto la producción de gofio era escasa.

          El citado molino fue adquirido por José García en 1955, y en la actualidad lo regentan sus hijos Moisés, David y Abel, quienes para llevar a cabo las operaciones de tueste, molienda y envasado, han modernizado sus instalaciones al proceso productivo sustituyendo los sacos de hilo por cubetas de plástico, las cajas de madera por otras de acero inoxidable, la balanza por un sistema electrónico, etc.

          De esta manera, desde que el grano se recibe en el molino, la máquina limpiadora lo criba y aspira, eliminándole semillas, piedras y polvo. Luego se tuesta en el horno, dándole diferentes grados. Una vez que el grano se ha enfriado se lleva al molino, donde tiene lugar la molturación. El gofio obtenido se envasa y distribuye a pequeños comercios, supermercados y grandes superficies. También se vende al por menor, a los clientes que se aceran a comprarlo en el Molino.

          En el molino de Gofio La Salud producen distintas variedades de gofio, todos con marca registrada: trigo, millo, mezcla de trigo y millo, mezcla de trigo, millo y cebada, mezcla de siete cereales, y frangollo; además del gofio de tres cereales para los más pequeños, y el gofio de siete cereales para los deportistas, dadas sus propiedades nutritivas, ricas en hidratos de carbono, vitaminas, proteínas, calcio, magnesio, hierro, sodio, fosforo, potasio, y minerales.

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