¿Nelson en el muelle de Santa Cruz?

 Por Luis Cola Benítez  (Publicado en El Día el 2 de noviembre de 1994).

 

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Nelson herido (Cuadro de Westhall)

             Nuestro ilustre paisano el Dr. D. Antonio Rumeu de Armas, tuvo a bien honrar en julio del pasado año un trabajo del que soy autor, al dedicarle un artículo que fue publicado el 25 de dicho mes en este mismo periódico. El pequeño libro, bajo el título Reflexiones sobre el ataque de Nelson a Santa Cruz de Tenerife, había salido a la luz en 1991, gracias a Goya Ediciones.

           En el mismo trataba de rescatar la figura postergada de un tinerfeño destacado protagonista de aquellos hechos, el teniente de Artillería de las Milicias Canarias D. Francisco Grandi Giraud -lo que corrobora en su articulo el Dr. Rumeu aportando datos sobre lo decisivo de su actuación-, bajo cuyo mando estaba la artillería del baluarte de Santo Domingo, anexo al castillo de San Cristóbal. Además, planteaba una nueva tesis sobre el lugar en que se encontraba Nelson en el momento de ser herido, en contra de la idea tradicional que lo sitúa junto a las escaleras de acceso al pequeño muelle de que disponía entonces Santa Cruz. Nelson se encontraba en su lancha a punto de saltar a la arena de1a playa de la Alameda, que nacía junto al espigón y configuraba el límite marítimo de aquel paseo arbolado.

           Esta tesis sustentada, entre otros, en documentos coetáneos de diversa índole, no parece merecer -según su articulo y posteriores manifestaciones- el pláceme del Dr. Rumeu, quien como buen conocedor de la topografía del lugar sabe, no obstante, que en las escaleras del muelle no podía ser batido Nelson por los disparos efectuados desde San Cristóbal o Santo Domingo, y que sólo podía serlo por el fuego realizado desde lo alto de las escaleras, desde el castillo de San Pedro o sus aledaños -al otro extremo de la playa de la Alameda-, o desde la misma playa. Sin embargo, no parece lógico que así fuera, puesto que en las mencionadas escaleras se había entablado un sangriento y desesperado combate cuerpo a cuerpo entre atacantes y defensores, y disparar en la oscuridad de la noche hacia el escenario de aquella acción equivalía a barrer con la metralla tanto a los ingleses como a los propios compañeros.

 Encuentro con Rumeu

           No conocía personalmente al Dr. Rumeu hasta que el pasado día 13 de octubre, con motivo de su participación en el ciclo que sobre Urbanismo de Santa Cruz ha organizado el Ayuntamiento, tuve la satisfacción de serle presentado. Al instante, demostrando su magnifica memoria, recordó el comentario que había dedicado a mi librito, y a mi indicación de que no estimé oportuno contestar entonces a su artículo, cordialmente me animó a hacerlo -lo que le agradezco-, cosa que prometí y que ahora cumplo; por supuesto que sin el menor atisbo de polémica, consciente de su magisterio y con todo el respeto que pueda sentir el último de sus alumnos. Es mucha la admiración que siento  por su obra investigadora y por la ingente aportación que lleva realizada a nuestra historia. Sólo intentaré aclarar algunos puntos, si ello es posible, en aras de acercarnos a la realidad de los hechos.

           Resumo, muy somera mente, algunas de las fuentes en que se basa mi tesis: 

          - Memorial de Grandi: Refiriéndose a la playa de la Alameda, relata Grandi que parte de las lanchas enemigas se dirigieron a desembarcar por esta Playa, y que al fuego realizado hacia allí desde Santo Domingo perecieron el capitán Bowen, su segundo y el práctico que los conducía, siendo muchos los heridos, viéndose obligados a retirarse todos, dice, llevándose consigo al contralmirante Nelson, a quien el mismo cañón quitó un brazo. Es decir, según Grandi, Nelson se encontraba en el sector de la playa de la Alameda, no en el muelle.

           - Pintura de Westall: El cuadro de Westall existente en el Museo Nacional Marítimo de Greenwich, de sobra conocido por haber sido reproducido muchísimas veces, no induce a pensar que la lancha de Nelson estuviera junto a las escaleras de un desembarcadero. Más bien al contrario, de la disposición de los personajes que rodean la pequeña embarcación se desprende que la misma se encontraba aproada y varada en una playa. Téngase en cuenta que el artista fue coetáneo de los hechos y que retrató a algunos de los más insignes jefes de la armada británica, compañeros de Nelson por lo que pudo documentarse perfectamente de los detalles de la acción.

         - Beresford y Wilson: En la obra de estos autores titulada Nelson and his times, se distingue expresamente entre los botes ingleses que llegaron al muelle (mole) y el que transportaba a Nelson que, se dice, tocó la costa (shore: costa, ribera, playa). También se relata que esta lancha quedó varada en la arena y que fue necesario el concurso de cinco de sus hombres para ponerla de nuevo a flote.

         - Francisco de Tolosa: Se trata del capitán que mandaba la batería de San Pedro. cuya relación de los hechos viene a confirmar plenamente la versión inglesa de Beresford y Wilson. Según Tolosa, el fuego realizado sobre la playa por los cañones de San Cristóbal y los de su propia bateria, causó los mayores daños al enemigo. incluyendo la herida a Nelson.

          Sinceramente, a la vista de estos testimonios contemporáneos -ninguno de los cuales sitúa a Nelson en el muelle- no se entiende la razón por la que los cronistas que no los vivieron -empezando por Francisco Mª de León- y muchos de nuestros historiadores actuales, continúan afirmando que Nelson, en el momento de ser herido por la metralla, se encontraba, bien en su lancha pero a punto de saltar a las escaleras del muelle, bien en las escaleras, bien ya en lo alto de las mismas. Si fuera así, los testigos de los hechos mintieron o estaban equivocados. En este caso, ¿en dónde estriba el error?

 Crónica de Monteverde

           Falta hacer mención de la más famosa crónica, la Relación circunstanciada de José de Monteverde. En ella basa el Dr. Rumeu gran parte del relato de los hechos en su monumental obra Piraterías y ataques navales, en la que por cierto se observa un pequeño lapsus que pudiera explicar la confusión entre “el muelle” y “la playa”. Dice el Sr. Rumeu (pág. 862) que una de las piezas artilleras que más contribuyó a hostilizar al enemigo fue una que enfilaba perfectamente con sus disparos el muelle, y en este punto nos remite en pie de página a la Relación … de Monteverde, pág. 20. Vamos a esta página 20 de la famosa Relación y nos encontramos que en la misma Monteverde explica que el cañón en cuestión estaba situado con dirección a la inmediata playa. Es decir, tampoco se nombra aquí para nada el muelle.

           Resumiendo: Mientras no surjan nuevos datos que indiquen lo contrario, los testimonios contemporáneos de los hechos nos llevan a concluir que Nelson fue herido en la playa de la Alameda, no en las escaleras del muelle. La razón por la que, partir del siglo XIX muchos de nuestros cronistas e historiadores sitúan a Nelson en el muelle tal vez se deba a un error de lectura o interpretación. En todo caso, será un enigma pendiente de resolver, que, como en tantas otras ocasiones, contribuye a que la investigación histórica sea tan apasionante.

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