Los Llanos y la ermita de Regla (Retales de la Historia - 34)

Por Luis Cola Benítez (Publicado en La Opinión el 27 de noviembre de 2011).

 

          El primer dato que se encuentra referido a esta zona es de los primeros años del siglo XVI, época en que se sufrían continuos temores y alarmas por la posible introducción de epidemias, especialmente la peste de Levante que asolaba Europa. Allí, cerca de la desembocadura del barranco que llegaba a la Caleta de Negros, se habilitaron unas cuevas para servir de degredo a los viajeros procedentes de zonas afectadas por la enfermedad. No fue hasta principios del XVIII cuando se dedicó a este menester una casilla cercana que, al quedar abandonada cuando no había epidemia, era expoliada hasta de puertas y ventanas. Más tarde, en 1784, el Cabildo arrendó para lazareto un edificio que había construido el comerciante Bartolomé Méndez Montañés para industria de salazón de pescado, edificio que acabó comprando en 1842 por 22.000 reales. Este lazareto se mantuvo en uso hasta el pasado siglo XX, al menos hasta la epidemia de tifus de 1906, en la que el médico Agustín Pisaca quedó muchos días incomunicado atendiendo a los enfermos. Más recientemente, el Palmetum y el Parque Marítimo acabaron con la vieja edificación.

          En el siglo XVII las tensiones y enfrentamientos de España con Portugal y Francia llevaron al Cabildo a pensar en la conveniencia de reforzar la línea defensiva al Sur del puerto, pues desde el castillo de San Cristóbal, situado en el centro, nada había que pudiera impedir un posible ataque enemigo. Este es el origen del castillo de San Juan Bautista, construido en 1641, y reformado después en varias ocasiones, la primera de ella en 1766. La pólvora para la artillería se almacenaba en una casa cercana sin que estuviera sometida al adecuado control, pues hay constancia de protestas del Cabildo por el derroche que se hacía en salvas, tanto en procesiones como con cualquier otro motivo no justificado, razón por la que se decidió la construcción de un polvorín cercano al castillo, que se realizó entre 1756-58, hoy conocido como "Casa de la Pólvora". Pronto se vio la inconveniencia de su ubicación, tan cercana a la costa que quedaba a merced del fuego de los navíos enemigos, y las existencias de pólvora iniciaron con el transcurso de los años una peregrinación: castillo de San Joaquín en 1789, barrio del Perú en 1792, y hacia 1887 al polvorín de Taco.

          Como era habitual, las instalaciones militares disponían de un oratorio o capilla para atender las necesidades espirituales de las guarniciones, lo que no era posible en el caso del castillo de San Juan por carecer de espacio suficiente, y se procedió a construir una pequeña ermita en zona cercana, inicialmente dedicada a la Virgen de Guadalupe -hoy Virgen de Regla-, para cubrir esta carencia. La sagrada imagen, de origen americano, fue pronto objeto de gran devoción por los vecinos, siendo el primero del que hay constancia el piloto de Indias Domingo Díaz Virtudes, quien en 1666 dejó en su testamente un legado de 4.000 reales para la ermita. En el siglo siguiente sería su mayor benefactor el comerciante y naviero Matías Rodríguez Carta, que dio mayor amplitud a la capilla y sacristía y mejoró los ornamentos.

          Desde los inicios del XIX la ermita sufrió diversas vicisitudes. Cuando la epidemia de fiebre amarilla de 1810-11, no disponiéndose de más espacio en las iglesias, se utilizó para enterramiento de los fallecidos por la enfermedad, y allí se sepultaron en apretadas zanjas cientos de cadáveres, entre ellos los de dos hijos del comandante general Ramón de Carvajal, junto a otros personajes conocidos. Ello obligó en los años siguientes a suspender las fiestas por el calor y los numerosos enterramientos bajo el pavimento. Este uso de la ermita de Regla, llevó a decir al vizconde del Buen Paso, en un alarde de humor negro, que los que fallecían por la enfermedad quedaban "arreglados".Poco después, por otra epidemia de difteria y sarampión, el obispo ofreció el recinto para hospitalillo de aislamiento y, en 1898, con motivo de la guerra de Cuba se utilizó como depósito militar. También se habilitó en el pasado siglo como escuela para el barrio de Los Llanos y, en 1943, se erigió en parroquia, iniciativa que no prosperó.

          A pesar de que la fábrica ha sufrido una adulteración casi total y que se ha visto agredida por la innecesaria elevación que se le ha dado a las rasantes de las vías circundantes, lo que provoca su frecuente inundación por las lluvias, resulta de verdad admirable comprobar como los antiguos vecinos, con sus hijos y familiares, se esfuerzan en mantener la tradición, y celebran su fiesta cada 8 de septiembre con el mayor esplendor, dentro de sus limitadas posibilidades. Este mismo año, que pronto acabará, el público homenaje a su patrona Nuestra Señora de Regla, con procesión incluida por los aledaños de la ermita, congregó una numerosísima concurrencia y fue motivo ejemplar de reencuentro y convivencia para los antiguos habitantes del desaparecido barrio chicharrero, que sigue viviendo en el corazón de muchos.