La Plaza de la Candelaria (Patrimonio Histórico-Monumental... - 5)

 

Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día / La Prensa el 11 de septiembre de 2011)

 

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1860. Plaza del Castillo, de Armas, de la Pila, Real, de la Constitución, de La Candelaria         

         La Plaza del Castillo pasó a llamarse Plaza de Armas en 1685, cuando el Cabildo mandó derribar la manzana de “casuchas” que ocupaban su lado Oeste con el fin de que pudiera maniobrar la tropa en la explanada resultante.

          En 1706, al instalarse en su centro la primera fuente pública o pila, para que los santacruceros pudieran suministrarse de agua potable, aquel lugar pasó a conocerse como Plaza de la Pila. Como el lugar fue adquiriendo cada vez mayor protagonismo popular, se le llamó Plaza Real, motivo por el que se le rodeó de columnas entrelazadas con  cadenas de hierro para simbolizar su nombre.

          A partir de 1813 se le designa Plaza de la Constitución, en recuerdo de la primera Carta Magna Española (1812).

          El actual nombre de Plaza de la Candelaria se debe al  magnifico monumento (Triunfo de la Candelaria) que, en 1778, se colocó en este lugar. En 1929 se intentó cambiarle el nombre por el de Plaza de Primo de Rivera y en 1931 por el de Plaza de la República, pero estos nombres no tuvieron aceptación entre la población que prefirió seguir llamándola Plaza de la Candelaria.

          Desde su origen (1685) este espacio fue una explanada de tierra apisonada, hasta que en 1813 se le colocaron las primeras baldosas,  pagadas por los vecinos, y se le dio forma rectangular (114 metros de largo x 23 metros de ancho).

          En 1860, el arquitecto Manuel de Oráa subsanó el desnivel existente, elevándola por su extremo inferior y rebajándola por el superior. También la decoró con ocho bancos de piedra basáltica y veinte farolas que funcionaban con belmontina, un derivado del petróleo. Tres años más tarde, el arquitecto Manuel de Cámara y Cruz cortó la pared del muro pegado al Castillo, pues le quitaba visión al Triunfo de la Candelaria, colocó una escalinata con barandas y la pavimentó con losetas chasneras.

          En 1929, tras desaparecer el castillo de San Cristóbal, el arquitecto Blasco redujo el espacio central de la Plaza y trazó a su alrededor calzadas laterales para que pudieran circular y aparcar los vehículos.

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La Plaza de la Candelaria (1999) desde el mirador del Monumento a los Caídos          

          La última reforma, acometida dentro del plan URBAN (1997-2002), la convirtió en peatonal, dejándola totalmente plana, sin aceras ni calzadas. La primitiva fuente de la Pila retornó a la Plaza, aunque no se colocó en su sitio original sino en el lugar que antes ocupaba la Cruz de Montañés. El pavimento elegido trajo nefastas consecuencias y hubo que cambiarlo ante los resbalones y consiguientes contusiones de los viandantes.

          En el contorno de esta Plaza construyeron sus viviendas los ciudadanos de elevado nivel socio-económico de Santa Cruz de Tenerife. Ayudándonos de la fotografía de portada (1860), la casa que ocupa el primer lugar a la derecha era la de Esteban Porlier, posteriormente conocida como Casa Villalba; en ella estuvo instalado el primer Casino y el Hotel Internacional, llamado popularmente La Marina. El citado edificio fue derribado en 1929 para construir el actual Casino de Santa Cruz, inaugurado en 1935.

         Pasando el callejón de los Peligros se encontraba el edificio de Lugo Viñas, en cuyas dependencias nació (1848) el insigne músico y compositor Teobaldo Power y Lugo-Viña, autor de los Cantos Canarios.

          A su lado, se encuentra la vivienda de Matías Rodríguez Carta (Palacio de Carta), único edificio que sigue en pie y, a su lado, haciendo esquina con la calle de San Francisco, la Casa de Miranda, remodelada después de este retrato.

          En la parte superior, casi presidiendo la plaza, aparece la Casa de Foronda, en la esquina con la calle del Castillo; en ella se establecieron las primeras Casas Consistoriales (1813). Dos de los edificios que aparecen a la izquierda de la foto se derribaron, en el segundo tercio del siglo XX, para construir el Círculo Mercantil, actual Cámara de Comercio, Industria y Navegación y, al demolerse el hotel Orotava, surgiría el edificio Olimpo.

          Este enclave también constituyó el punto neurálgico de la ciudad, pues a su alrededor se establecieron: el Ayuntamiento, Gobierno Civil, Capitanía General…. Tuvieron su residencia importantes personajes de la vida pública de la ciudad. Albergó los principales hoteles: Victoria,  Camacho, Internacional, Orotava…, y los principales cafés: Cuatro Naciones, La Peña, Suizo, Belga, British …

          Este espacio público ha sido testigo de nuestra historia pues en él han tenido lugar los más importantes acontecimientos civiles, militares, religiosos y lúdicos, tales como juras de bandera, paradas militares, conciertos de banda de música, inauguraciones, celebraciones, honras fúnebres, concentraciones, huelgas, manifestaciones, bailes de carnaval, baile de magos, paseo ciudadano…;. de estas celebraciones, destacaremos: la capitulación de las tropas británicas en el frustrado intento de conquista (1797); la inauguración del primer cable telegráfico (1883); la imposición al Escudo de la Ciudad de la Cruz de Primera Clase de la Orden Civil de Beneficencia (1893); la proclamación de la Constitución o de la República (1931); la entrega de la bandera de combate al crucero Canarias (1940), etc.

          En esta plaza se colocaron los primeros elementos de ornato público de la ciudad: el Triunfo de la Candelaria (1773) y la Cruz de Montañés (1759), de los que daremos cuenta a continuación.

           Este espacio público, que evidenció su vocación de Plaza Mayor de Santa Cruz, se ha convertido en un desolado lugar de paso, dejando de ser un lugar de encuentro y de intercambio de noticias y opiniones.

Triunfo de la Candelaria

 

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El Triunfo de La Candelaria en 1887. Lámina del libro de Olivia Stone

          El obelisco que conmemora la aparición de la Patrona de Canarias a los Guanches, modelado en Génova con mármol de Carrara por el escultor Pascuale Bocciardo, que en 1778 se colocó en la plaza de la Pila (La Candelaria) en sentido opuesto a la Cruz de Montañés, allí existente, fue sufragado por Bartolomé Antonio Méndez Montañés, hijo y vecino del lugar, capitán de forasteros, síndico personero, castellano perpetuo del castillo de San Pedro, en Candelaria, y uno de los más importantes comerciantes y navieros de Santa Cruz.

          El Triunfo de la Candelaria era el monumento escultórico que los viajeros encontraban al llegar al puerto de Santa Cruz. Medía 11 metros de altura y estaba cercado con rejas, según la moda de las plazas decimonónicas.

          Está levantado sobre un basamento cuadrado, en el que descansa un sustentáculo de forma octogonal, con volutas y finos adornos florales, que reciben una pirámide que corona el Triunfo de la Candelaria.

          En el sustentáculo, cuatro estatuas de tamaño natural representan a los menceyes de Icod, Daute, Abona y Adeje. En el basamento habían cuatro putti (niños desnudos y alados, en forma de Cupido) esculpidos en mármol, cabalgando sobre delfines que simbolizaban las cuatro estaciones. Estos cuatro putti se quitaron durante las obras de acondicionamiento de la plaza que se llevaron a cabo en 1928; uno de ellos se ubicó en el Parque García Sanabria, junto al monumento del Dr. Guigou, pero desconocemos cual ha sido su paradero, pues ya no se encuentra allí.

          En los cuatro laterales del prisma que soporta el obelisco, destacan las cuatro inscripciones siguientes:

               A) Esta sacra pirámide se erige monumento de cristiana piedad para eterna memoria de la aparición de Candelaria, Imagen de María Santísima cuyo Sagrado busto adoraron en esta isla los gentiles, 104 años antes de la predicación del Evangelio.

               B) Los conquistadores la aclamaron Patrocinio especial de Tenerife. Los isleños Patrona general de las Canarias. Su templo es frecuentado, sus milagros continuos. Adórala que es imagen de aquella Augusta Madre de Dios que por los hombres se hizo hombre.

               C) Los regios sucesores de Tenerife, coronados de flores y trayendo por cetros majestuosos las áridas canillas de sus padres, reverenciaron oculto numen en esta santa imagen, vieron la luz de Dios entre las sombras, y la invocaron en todas sus conquistas.

               D) A expensas y cordial devoción del capitán D. Bartholomé Antonio Montañez, castellano perpetuo del castillo real de la marina de Candelaria, año de Nuestro Señor Jesucristo MDCCLXXVIII, el 10 del Pontificado de Ntro. Ssmo. Padre Clemente XIII y el 9 de la proclamación en Madrid de Nuestro Católico Rey y Señor D. Carlos III

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   El Triunfo de La Candelaria en la actualidad         

          El monumento ha sido, a lo largo de los años, objeto de vandalismo, sobre todo por marinos ingleses. El 26 de marzo de 1825, unos oficiales de la fragata británica Boadicea rompieron a sablazos dos esculturas de los niños (putti), mutilando a uno de ellos. El Alcalde les multó con cincuenta duros. En 1965, varios marinos ingleses, ebrios, volvieron a trepar por este monumento, derribando las esculturas y causándo desperfectos en el rostro de uno de los menceyes.

Fuente de la Pila

          A principios del siglo XVIII, Santa Cruz era un pequeño pueblo de unos 2.200 habitantes y sus vecinos sólo contaban con la poca agua que corría por los barrancos, la que se extraía en las norias -calle a la que dieron nombre- y la de los pozos o aljibes de las huertas o patios de las casas cuyos propietarios podían permitirse este lujo.

          Cuando en 1706, el capitán general Agustín de Robles hizo traer el agua desde los nacientes de Monte Aguirre, en la cordillera de Anaga, hasta la plaza del Castillo o de Armas e instaló en su centro una fuente pública o pila para que los santacruceros pudieran suministrarse de agua potable en cualquier época del año, aquel lugar pasó a conocerse como "Plaza de la Pila".

          El agua llegaba a través de 12 kilómetros de atarjeas (rudimentarios canales de madera), elevados del terreno sobre palos para evitar que el ganado abrevase en ellos. Al llegar a la población, los conductos eran de mampostería, soterrados y tapados con losas. El agua recorría las calles de las Canales Bajas (Doctor Guigou), Pilar, San Roque (Suárez Guerra), Barranquillo (Imeldo Serís) y llegaba a la  Casa del Agua, situada en la calle de las Canales (Ángel Guimerá). Desde la Casa del Agua se distribuía: a la huerta del convento de Santo Domingo, a la Pila, y a la Fuente del Muelle, donde mediante caños se suministraba a los barcos que venían a hacer la aguada.

          La fuente, de sencilla construcción y realizada en piedra volcánica del país, tenía en su centro y en alto, un surtidor por el que salía el agua que caía en la copa, de donde a su vez rebosaba por las bocas de seis mascarones, a modo de gárgolas muy poco resaltadas, hasta un pequeño estanque o pileta circular, en cuyo centro se alza el conjunto.

          Al borde de su copa, grabada en la misma piedra, se lee: AÑO DE MDCCVI  REINANDO FELIPE V SIENDO GOVERNADOR CAPITAN GENERAL EL EXCELENTISIMO SEÑOR DON AGUSTIN DE ROBLES Y LORENZANA.

          En 1802, sin que se sepan las causas, la Pila se cayó al suelo y se rompió, quedando inutilizada. La piedra para recomponerla se trajo de una cantera de Pedro Álvarez (Tegüeste) y las piezas se unieron con pernos de metal.

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Fuente de La Pila. Dibujo de L. Le Bron  (1800)         

          Dos años antes, había hecho escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, en su viaje a Australia, la expedición científica que mandaba el capitán Nicolás Baudin. Uno de sus dibujantes, L. Le Brun, realizó un dibujó de la Pila, acompañado del siguiente texto: Fuente de lava situada en la Gran Plaza de la Villa de Santa Cruz. Tenerife. En el grabado observamos que el pedestal que soporta la copa que corona la fuente es mayor que el actual y tiene dos cartelas con las armas reales de España; por lo tanto, consideramos que al caerse, la columna sustentadora se rompió y fue sustituida por una más corta y más elemental.

           En 1813,  cuando el Ayuntamiento dispuso de su primera Casa Consistorial, una vieja casona, alta y grande, con fachada principal y balcón haciendo frente a la Plaza de la Pila y con esquina a la calle del Castillo, para evitar el bochornoso espectáculo, discusiones y peleas que diariamente ofrecían frente al Ayuntamiento las aguadoras, los acemileros, los soldados y la chiquillería, consideraron oportuno trasladar la centenaria Pila a la huerta del castillo de San Cristóbal, y colocarla junto al muro que daba al mar, con el fin de suministrar la aguada a los buques, surtir al aljibe del castillo, regar la Alameda del Muelle  y que los vecinos también la pudieran usar; además, como los vertidos y derrames convertían el entorno en un lodazal inmundo, al mezclarse el barro con los excrementos de burros y mulos que iban a cargar las barricas o envases, aprovecharon la ocasión y la cubrieron con baldosas.

          En 1844, al empezar a funcionar la Fuente de Isabel II, la Pila se desmontó y se guardó en un solar municipal, mientras se le encontraba una nueva ubicación. A finales del siglo XIX, Anselmo J. Benítez la rescata del olvido y de su posible desaparición pues solicita al Ayuntamiento que se la cediera para entronizarla en los jardines de su Hotel Villa Benítez, después de repararla. Con la remodelación de la plaza de la Candelaria, debido a las obras del Plan Urban (1986), los herederos de Anselmo J. Benítez la devolvieron a la ciudad para que retornara a la plaza a la que dio su nombre (La Pila) y se volviera a colocar en su lugar de origen, aunque no en el lugar exacto.

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La fuente de la Pila en la actualidad  

          La fuente de la Pila, aparte de darle nombre al principal recinto urbano de la población, constituyó el primer elemento de ornato urbano. Hoy  forma parte del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife y constituye uno de los pocos testimonios materiales que perduran del siglo XVIII.

Palacio de Carta

          El matrimonio formado por Matías Bernardo Rodríguez Carta y María de la Concepción Domínguez, compró una casa en la plaza de La Pila (de la Candelaria), la derribaron, y en su solar construyeron el mejor edificio de la ciudad. Las obras comenzaron en 1721 y se terminaron en 1752; de los trabajos finales se encargó su hijo: Matías Bernardo Rodríguez-Carta y Domínguez, tesorero de la Hacienda Real.

          Es uno de los edificios civiles más destacados del barroco canario, si bien en su fachada de cantería, proyectada, en 1742, por el ingeniero militar Manuel Hernández, podemos apreciar también elementos de estilo neoclásico.

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      El Palacio de Carta en la actualidad         

          El Palacio resultó ser una bella mansión de tres plantas con el frontis dividido en igual número de cuerpos: en el primero se distinguen la puerta y una ventana a cada lado de la misma; en el segundo aparecen tres balcones, cada uno con su puerta; y, en el último, dos balaustradas de madera acogen sendas ventanas situadas a cada lado de un reloj.

          Su interior es una muestra de la arquitectura tradicional canaria de la época del Barroco, destacando la señorial escalera, las galerías que comunican con las enormes salas, las columnas de sus dos patios, etc. todo ello enriquecido con maderas nobles, en las que trabajó el ensamblador y escultor Sebastián Fernández y el ingeniero francés Francisco de la Pierre.

          Este Palacio fue sede de la Capitanía General de Canarias, desde enero de 1853 hasta marzo de 1881; de los capitanes generales que allí residieron, destacó Narciso Atmeller y Cabrera, caballero refinado y distinguido que, durante su mandato, logró centralizar en él la vida social y aristocrática isleña y, en sus hermosas fiestas de arte y en las solemnes recepciones oficiales que allí celebraba, hacía que el Palacio de Carta luciera esplendoroso.

          También en este Palacio estuvo (1890-1942) el Gobierno Civil de Santa Cruz de Tenerife

          Esta preciosa casa fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional, el 7 de marzo de 1947, siendo el primer inmueble declarado BIC de esta Provincia. El palacio fue reconstruido en 1953, según el proyecto del arquitecto Enrique Rumeu de Armas, para las oficinas principales del Banco Español de Crédito. En las obras no se alteró la fachada principal, ni la estructura exterior, a excepción del patio, que fue objeto de reformas para las instalaciones bancarias; sin embargo, el exterior trasero, por exigencias del ensanche de la calle de Bethencourt Alfonso (San José), hubo que remodelarlo de manera que nos muestra una puerta en la que se aprecia el almohadillado y un frontón triangular partido, así como el característico balcón isleño.

          La hermosa vivienda posee además una torre, necesaria en aquella época para divisar con la antelación suficiente la llegada de los barcos al puerto.

Cruz de Montañés

          Como el Lugar y Puerto, denominado Santa Cruz, no tenía expuesto al público el símbolo epónimo por el que era conocido, Bartolomé Antonio Méndez Montañés encargó (1759) al taller de Salvador de Alcaraz, de Málaga, una cruz de mármol que simbolizara dignamente el apelativo de esta población.

          La Cruz fue colocada en la parte alta de la plaza principal, conocida como plaza de la Pila, elevada sobre un pedestal en grada del mismo material. En su base podía leerse: A devoción y expensas de D. Bartolomé Antonio Montañés, capitán de forasteros y síndico personero de este puerto de Santa Cruz de Tenerife. Año de 1759

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La Cruz de Montañés en la actualidad

          En 1929, debido a la reforma de la plaza, entonces llamada de la Constitución, la Cruz de Mármol se trasladó a la plaza de San Telmo, encargándose del desmontaje y de la nueva instalación el escultor Francisco Granados. Con la apertura de la calle Bravo Murillo y consiguiente desaparición de la plaza de San Telmo, la Cruz de Montañés fue a parar a su actual emplazamiento, la plaza de la Iglesia, junto a la parroquia matriz de la Concepción, escondida tras las rejas del jardín.

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