Muelles, Varaderos y Almacenes de carbón en Valleseco (Patrimonio Histórico-Monumental... - 3)
PATRIMONIO HISTÓRICO-MONUMENTAL DEL PUERTO-CIUDAD DE SANTA CRUZ DE TENERIFE (3)
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día / La Prensa, el 13 de agosto de 2011)
Valleseco. Muelles, Varadero y Almacenes de carbón en 1932
El conjunto formado por muelles, varadero y almacenes, situado frente a las costas de Valleseco, que pertenecieron a las empresas Depósitos de Carbones de Tenerife y Cory Brothers and Company Ltd., en la actualidad constituyen el único tramo de fachada marítima que conserva los elementos representativos de una de las etapas más trascendentales de la historia mercantil y portuaria de Santa Cruz de Tenerife. Dicho conjunto tiene incoado, desde 1990, el expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Sitio Histórico.
Para la ordenación funcional de esta zona, en el año 2006 se convocó un concurso de ideas que fue adjudicado al proyecto “Sol y Sombra”, de los arquitectos Joaquín Casariego y Elsa Guerra; proyecto en el que se le da más importancia a la playa que a los Muelles y en el que las naves carboneras tienden a desaparecer.
Las dos naves pertenecen al Cabildo de Tenerife, quién las mandó a remodelar (1993) para que una de ellas fuera utilizada, junto con el varadero, por la Escuela Insular de Vela, mientras que la otra se la cedieron a la Asociación de Vecinos de Valleseco (Salón: Vicente Cruz Díaz).
La tercera nave fue demolida en 1997, para poder ejecutar la vía de servicio del Puerto, en el tramo Muelle Norte-Bufadero.
Depósitos de Carbones de Tenerife
Por R.O. de 28 de septiembre de 1908, modificada el 24 de septiembre de 1909, se le concedió a Ángel Crosa y Costa, secretario del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, autorización para construir un muelle en las playas contiguas a la desembocadura del barranco de Valleseco, al Norte del Puerto de esta Capital y, por R.O. de 15 de abril de 1910, se le otorgó la concesión de una explanada y almacenes para toda clase de mercancías, en el mismo lugar.
El 20 de abril de 1912, el citado Ángel Crosa, al no disponer de capital suficiente para emprender la obra, cedió y traspasó todos los derechos emanados de las citadas concesiones a la S. A. Depósitos de Carbones de Tenerife, a cambio de una pensión vitalicia de 3.600 pesetas anuales.
La mencionada empresa, con la explanada y los almacenes fueron adquiridos, el 13 de abril de 1974, por Imeldo Bello y Cia. S.A. para su actividad profesional de Provisionista de Buques.
El 3 de octubre de 1986, el espacio que ocupaba esta concesión (4.332 metros cuadrados) fue declarado de utilidad pública por la Junta del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, dentro del plan de aprovechamiento y ordenación de la zona portuaria, por lo que fue ocupado, con carácter de urgencia, para llevar a cabo la dársena de embarcaciones menores.
El muelle medía en total 80,80 metros de largo por 6,50 metros de ancho y 6 metros de alto. En la actualidad, desde el muro de arranque hasta la orilla de la pleamar (12 m.) permanece enterrado; a continuación, existe una primera cortadura, de 26 m. de longitud, construida con pilotes metálicos, formados por tubos de hierro, asentados y consolidados sobre una capa de hormigón, con sus cabezas hasta la altura de la pleamar. A partir de aquí, existe otra cortadura de 3 m. de largo, hecha con pilotes de madera, unidos por vigas cumbreras y largueros. El pavimento de las cortaduras es de madera. El resto del muelle, de 39,80 metros, está hecho de mampostería en la que se encuentran distribuidos tres Hornillos de mina para volar el Muelle en caso de un ataque naval.
Muelle que utilizaba Depósitos de Carbones de Tenerife en 1912
Las cortaduras en los muelles eran obligatorias porque las obras portuarias estaban sujetas a la R.O. del 14-12-1916 que, entre otras cosas decía: “… Cuando los intereses de la Defensa lo exijan, la Autoridad Militar podrá ordenar su ocupación y utilización, con sus aparatos y medios auxiliares, así como su destrucción, inutilización o quema, si fuese preciso, sin que el concesionario tenga derecho a indemnización ni reclamación alguna…”
Los Hornillos de mina son pozos de 1 m. de largo x 0,80 m. de ancho y 4,50 m. de profundidad, terminados en su parte inferior en dos ramales de mina de 1 m. de longitud. Los tres brocales, que se conservan todavía, son de sillería aplantillada y están provistos de un rebajo donde se alojaban las tapas de madera -desaparecidas- que poseían dos argollas metálicas para poder levantarlas.
Brocal de uno de los Hornillos, o pozos de mina, existentes en el muelle
Cory Brothers and Company Ltd.
Por R.O. de 8 de julio de 1930, Felipe Ravina Veguillas, comerciante y vecino de Santa Cruz, fue autorizado para construir un muelle, almacenes y rampa-varadero, en la playa contigua a la desembocadura del barranco de Valleseco, al Norte del puerto de esta capital, así como un taller y una caseta para la maquinaria de tracción.
El proyecto fue realizado en el plazo previsto (tres años) por la Sociedad Metropolitana de Construcción. El reconocimiento final de las obras, por las distintas autoridades, se llevó a cabo el 12 de julio de 1933.
La industria fue declarada de utilidad pública para el Estado y la Provincia al estar emplazada en la mejor zona de fondeo de los buques de tránsito, lo que facilitaba las operaciones de importación-exportación del combustible (carbón) de la época.
La citada concesión fue transferida, por O.M. de 9 noviembre de 1934, a la Sociedad Cory Brothers and Company Limited, la mayor compañía importadora de carbón de Cardiff (Gales- Reino Unido), la cual había estado asociada con Hamilton and Co. desde 1884 a 1909.
Los Almacenes, destinados a depósitos de carbón, se levantaron sobre una explanada de 56 metros de frente por 36 metros de fondo. Al principio el conjunto de almacenes lo formaban tres naves, hasta que, en 1999, una de ellas tuvo que eliminarse para poder construir la vía interior del Puerto. Cada uno de estos galpones, de geométrica arquitectura, mide 16,66 m. de frente y 9 m. de altura. La cubierta es de chapas onduladas de hierro galvanizado, de 1 mm. de espesor. El piso esta hecho de cemento en masa y está rayado, imitando losetas.
Para facilitar el enlace y comunicación de los almacenes con el muelle, en la parte delantera de las naves existe un terraplén de 10 m, donde estaban instaladas las vías férreas para el transporte de las mercancías y, en la parte trasera, existía una serventía obligatoria, de 6 metros de ancho, para la servidumbre de vigilancia del litoral.
El muelle consta de una sola alineación de 77 m. de largo por 7 m. de ancho y 5 m. de calado. Su morro tiene forma rectangular. Se orientó siguiendo el cauce del barranco y paralelo al muelle que ya tenía construido Depósitos de Carbones de Tenerife. El largo del muelle está contado a partir del puente que salva la cortadura, que se encuentra en el origen, mirando desde la parte de tierra. Los 7 metros de largo de la cortadura se salvan con un puente de madera, formado por seis vigas sostenidas por una sopanda y dos tornapuntas. Tanto las tablas del piso, como todo su conjunto, debían ser fácilmente desmontables.
El resto del muelle está constituido por un basamento de bloques artificiales de hormigón de cemento de 9 toneladas, colocados en hileras horizontales. Sobre este basamento se alzan dos muros de mampostería que completan el muelle hasta una altura de 5 metros. La piedra de la sillería que lo recubre es basáltica (piedra molinera), labrada a escoda por sus caras de paramento y a pico fino los lechos y caras ocultas. Todos los sillares superan los 50 cm. de largo.
Una vez construido el muelle se procedió al adoquinado del andén y al tendido de las vías férreas necesarias para el transporte. Las dos vías instaladas sobre el muelle, con carrilles tipo puerto de 1,10 m. de ancho, lo recorrían en toda su extensión e incluso entraban en los tres almacenes y en la caseta de maquinarias. Para no entorpecer el trabajo, en el centro del muelle existía un cambio de aguja para que las vagonetas, tiradas por caballerías, se cruzaran.
Hornillo o pozo de mina (lleno de basura) y línea férrea con cambio de agujas
El Varadero donde la Empresa Cory Brothers and Company Limited, reparaba y limpiaba sus gabarras carboneras, constaba de un plano inclinado de 70 m. de longitud, formado por un macizo de hormigón de cemento de 5,20 m. de ancho y 0,70 m. de espesor, con pendiente del 8 por ciento y una sonda de 0,40 m. en la bajamar equinoccial.
A lo largo del citado macizo de hormigón, estaban empotrados tres largueros de madera de pino blanco del país, en los que, a su vez, también iban empotradas, transversalmente, 48 empernadas a una distancia de 1,40 m. Estas maderas iban chaflanadas para evitar el rozamiento del carro-cuna en su deslizamiento. El carro-cuna medía 16,70 m. de largo y 4,40 m. de ancho. Con el fin de facilitar las maniobras de varada y botadura de las embarcaciones, en julio de 1932, al varadero se le añadieron dos espigones de 30 m. de largo por 2 m. de ancho.
La caseta de máquinas de tracción y el tinglado para talleres se levantaron fuera de la zona marítimo-terrestre, en terrenos de propiedad particular.
Tenerife Coaling Company Ltda. Hamilton
En la margen izquierda del barranco de Valleseco, también existió un almacén-depósito de carbón, un muelle-embarcadero y un espigón o rompeolas, cuya concesión fue otorgada, el 25 de febrero de 1876, a Tenerife Coaling Company Ltda. Hamilton, sociedad formada por los Sres. Bruce, Hamilton y Cia, Guillermo Davidson y Cia., Le-Brun y Cia.; los cuales, entre 1903 y 1910, suministraban el 50 % del carbón en este Puerto.
Hamilton y Cía, la empresa carbonera más antigua del Archipiélago Canario, se trasladó hasta Valleseco después de dejar la industria que tenía montada, desde 1850, en la playa de San Antonio (actual muelle de Ribera).
En 1945, la citada concesión era utilizada por Industrias Marítimas Tenerife S.A. como fábrica de salazones de pescado.
Primeras Empresas Carboneras
El puerto de Santa Cruz de Tenerife fue declarado Puerto de Depósito de Carbón, sin gastos arancelarios para el suministro, por Real Orden de 11 de noviembre de 1836. Sólo estaba sujeto al pago del dos por ciento de almacenaje.
Las primeras empresas carboneras para el suministro a buques que poseían carboneras con sus muelles en la playa de San Antonio (actual muelle de Ribera), fueron: Bruce, Hamilton, Davidson y Lebrun (1850); Virgilio Ghirlanda (1851); Juan Cumella (1857); Hermanos Cory (1862); G. Davidson (1868); Juan Croft (1891); Inocencio Fernández del Castillo (1891); etc. La mayoría de estas compañías también poseían depósitos flotantes.
A principios del siglo XX, en la desembocadura del barranco de Tahodio, muy cerca del muelle Norte, Elder Dempster levantó cuatro grandes naves, a dos aguas, con su pequeño muelle y grúa. Desde estos almacenes carboneros abastecían las numerosas escalas de los vapores consignados por la naviera de su propiedad.
Suministro de Carbón
El primer barco de vapor que rellenó carboneras, el 7 de enero de 1837, fue el Atalanta, de doble rueda y 8 nudos de velocidad; dos meses más tarde, arribó su gemelo el Berenice y, ese mismo año, se le proporcionó combustible al Lusitania, primer crucero de turismo que vino a las Islas.
A partir de este momento, la rada santacrucera se convirtió en una de las mayores estaciones de carboneo del mundo, abastecida con el combustible procedente de Gran Bretaña, que era de importación y libre comercio; aunque no sería hasta la declaración de Puertos Francos (1852), en que el Puerto tinerfeño se convirtió en una estación de carboneo de primer orden mundial hasta la progresiva desaparición de los buques de vapor.
En estos primeros tiempos, las faenas de descarga del carbón se efectuaba a mar abierta, en los tradicionales fondeaderos; en ellos, los trabajadores de la “carga negra” trasladaban el carbón hasta las gabarras, dejándolo resbalar a través de planchas de madera; luego, lo llevaban hasta los muelles de las empresas importadoras, donde las vagonetas, tiradas por mulas, se encargaban de transportarlo hasta los almacenes.
Cuando un barco venía a suministrarse de carbón (carbonear), solicitaba, con pitadas largas, las toneladas que necesitaba -cien por cada pitada- y, entonces, comenzaba la operación inversa; es decir, las vagonetas cargaban el mineral en las bodegas de las gabarras y lo llevaban hasta la banda de los trasatlánticos donde los trabajadores de la “carga negra” rellenaban carboneras.
Suministrando carbón en Valleseco
Gabarra, vagoneta tirada por mulas y obreros de la "carga negra"