La conmemoración del 25 de Julio (Retales de la Historia - 15)

Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 17 de julio de 2011)

 

           El lunes 25 de este mes de julio se cumplirán 214 años desde que tuvo lugar en Santa Cruz de Tenerife el hecho más importante de su historia desde que se fundara la que fue en principio villa, más tarde llamada Lugar y Puerto. Fue entonces, como consecuencia de su victoria sobre las tropas mandadas por Horacio Nelson, cuando oficialmente le fue concedido el villazgo exento, el escudo de armas que figura en su pendón, y todos sus títulos, entre los que destaca el de Invicta, pues como hizo ver el profesor Cioranescu es la única ciudad española que jamás ha sido conquistada.

          Pero antes de recibir estos privilegios en recompensa por su heroica victoria, cuando se cumplió el primer aniversario, en 1798, ya se comenzaron a celebrar los primeros actos conmemorativos, consistentes en función religiosa, sermón alusivo y procesión, todo lo cual costó 650 reales, en los que no se incluían los derechos del beneficiado y los capellanes, que hicieron gracia de ellos en beneficio de la fiesta. Santa Cruz era un pueblo pobre que no se podía permitir más gastos de los estrictamente necesarios, y el alcalde, todos los regidores y muchos vecinos, colaboraban aportando, no sólo de su peculio, sino con su asistencia y apoyo a estas conmemoraciones.

          Cuando ya tuvo ayuntamiento propio, las cosas no mejoraron y la penuria de las arcas municipales continuó siendo la habitual. En 1807 el alcalde, Víctor Tomás Monjuy, se negó a pedir a los  vecinos por la extrema pobreza del pueblo. En 1815 el regidor Enrique Casalón hizo cesión de los gastos que había suplido. En 1819 los regidores José María de Villa, Benito Baudet, Matías del Castillo y Rafael Carta salieron a la calle a pedir dinero para poder celebrar la fiesta de Santiago. En 1828 sólo se hizo función, pero no se pudo sacar el pendón por no haber dinero para pagar las salvas. En 1836 fue Matías del Castillo el que pagó los 51 pesos de la función, que cedió en beneficio del pueblo, pero no hubo música por falta de fondos. Podríamos seguir citando casos que evidencian la situación en que se desenvolvía la corporación municipal –aquello sí que era crisis-, pero en todos ellos queda bien claro el interés, compromiso y participación de los ediles, lo que sin duda tenía que ser todo un ejemplo y motivo de satisfacción para el pueblo al que representaban.

           Pero no eran sólo los concejales los que cumplían el compromiso adquirido al presentarse para un cargo público. Todos los estamentos respondían a la invitación cursada por el alcalde y, con contadísimas excepciones debidas a fuerzas mayores, asistían las autoridades militares, delegados de Obras Públicas y de otros departamentos estatales, gobernador civil, alcalde de La Laguna y otros municipios, representaciones de sociedades cívicas, culturales o recreativas y hasta los directores de los periódicos locales y de los centros de enseñanza. Todos colaboraban al mayor esplendor de la conmemoración, rindiendo con su presencia el tributo debido a los que supieron defendernos y, con ellos, a todos los habitantes de Santa Cruz y de Tenerife. Y la gran mayoría no cobraba sueldo pagado por el pueblo, sino que, más bien, les costaba dinero de su bolsillo el cargo que ostentaban.

           Si en alguna ocasión la fiesta del 25 de Julio o del 3 de Mayo fue cuestionada, se debió más a ideologías políticas que a las carencias que se padecían, pero cuando así parecía que podía suceder, como en 1871, desde el propio Ayuntamiento se recordó la obligación moral que a todos concernía, teniendo en cuenta la legítima gloria que para los habitantes de esta Ciudad simboliza el aniversario referido y mal respondería la Corporación á su carácter de representante del pueblo sinó fuese la primera que procurase dar brillo á aquella solemnidad…, y se añadía que para cualquier concejal era uno de los deberes que se impuso para sus comitentes al aceptar el cargo con el que le honraran.

           También en la primera República surgieron reticencias sobre la conveniencia de asistir corporativamente a la conmemoración y se consultó con el gobernador civil Miguel Villalba Hervás –masón y anticlerical-, quien se apresuró a declarar su patriótica actitud anunciando que asistiría a la función y demás actos en la parroquia matriz, por tratarse del recuerdo y aniversario de una de las fechas más importantes de la historia de la ciudad.

           En los últimos tiempos los ciudadanos de Santa Cruz hemos sentido vergüenza ajena al ver la exigua representación corporativa que asiste a los actos programados, tanto en el aniversario de la Fundación como en el de la Gesta, comenzando por los miembros del propio Ayuntamiento, que son los primeros que deberían dar ejemplo. La mayoría se deja ver -y ello está bien- en el baile de magos, para que no se diga que no confraternizan con el pueblo, pero brillan por su ausencia en actos institucionales de tanta importancia. No vendría mal un poco de responsabilidad política y de respeto hacia los que les eligieron.