El nombre de nuestras calles (196). Santiago Sabina Corona
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 24 de noviembre de 2024).
EL NOMBRE DE NUESTRAS CALLES (193)
Calle Santiago Sabina Corona
Transcurre desde la Avenida Islas Canarias a la calle Simón Bolívar
Santiago Sabina Corona (Santa Cruz de Tenerife, 1893- 1966) nació en la calle San Martín nº 14 del barrio del Toscal, donde transcurriría su infancia. La vocación musical la sintió desde niño, pues con tan sólo 10 años dio un concierto de piano en la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia, motivo por el que don Ricardo Sendra, director de la Banda Municipal de Música de Santa Cruz de Tenerife (1903-1908) se lo llevó a estudiar al conservatorio de Madrid.
Don Santiago Sabina dirigiría por primera vez una orquesta a la edad de 17 años, en el teatro de La Princesa de Valencia. A partir de este momento, y durante 20 años, no dejaría de ofrecer conciertos en los principales teatros de España, Italia, Francia, Hispanoamérica y Oriente Medio.
A su regreso a Madrid le nombrarían director del Teatro Lírico Nacional, cargo que abandonaría, en 1935, al ser llamado para crear la Orquesta de Cámara de Canarias, actualmente Orquesta Sinfónica de Tenerife, dirigiéndola durante 31 años. En este tiempo llevaría a cabo quinientas cuarenta y nueve actuaciones, entre audiciones y conciertos.
Don Santiago Sabina sería subdirector y profesor del Conservatorio Provincial de Música de Santa Cruz de Tenerife, donde impartiría clases de Armonía y Composición, Contrapunto y Fuga, y Conjunto Vocal e Instrumental.
También orquestó los Cantos Canarios de Teobaldo Power, compuso una obra dedicada a la Virgen de Candelaria, la cual presentó el día de la inauguración de su Santuario, así como las obras: Polichinela, Impresiones de Oriente, Danza Exótica, Nocturno, Serenata, Leyenda, Apuntes para una farsa, Dos canciones de mujer, Los Toros, Sierra Gudar, Nelva, Mística Fonte, El Vencedor de los Parthos, La Fuente de los Álamos, La Serrana, El Hechizo, etc.
Don Santiago Sabina era un asiduo de la tertulia del café El Águila, en la calle del Norte (Valentín Sanz), donde solía reunirse con periodistas y artistas. Por sus innumerables méritos, en 1953, le fue concedida la Medalla de Plata de la Ciudad.
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