225 aniversario del fallecimiento del General Antonio Gutiérrez
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 12 de mayo de 2024).
Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana González-Varona (Aranda de Duero-Burgos, 8 de mayo de 1729 – Santa Cruz de Tenerife, 14 de mayo de 1799).
Nacido en el seno de una noble familia burgalesa, a los 7 años de edad ingresó al servicio de Su Majestad para instruirse en el arte militar, formando parte del ejército regular a los 14 años, como Teniente del Regimiento de Infantería de Mallorca, y participando en la campaña de Italia.
Ascendido a Capitán en 1748, cumplió destinos en distintas plazas españolas hasta que, con el grado de Teniente Coronel, marcha a Buenos Aires y Montevideo, donde, en 1770, se le confiere el mando de las fuerzas de desembarco que desalojaron a los ingleses de las Islas Malvinas (Argentina), por lo que fue ascendido a Coronel.
Al regresar a España, en 1772, se le concedió el mando del Regimiento Inmemorial del Rey, con el que participó en la expedición de Argel y demostró sus magistrales dotes de mando, aunque resultó herido gravemente en la cabeza.
En 1781, ya con el empleo de Brigadier (en la actualidad General de Brigada), participa en el boqueo de Gibraltar y forma parte de las fuerzas embarcadas que se dirigieron a recuperar Menorca, lo cual lograrían el 6 de enero de 1782. En recuerdo de esta acción, Carlos III instituyó la festividad de la Pascua Militar.
Gracias a los méritos contraídos, en 1783 fue nombrado Comandante Militar de Menorca y Gobernador de Mahón, ejerciendo el cargo de Comandante General de Baleares, desde 1787 a 1790.
En octubre de 1790, “por el grande mérito y buenas circunstancias que concurren en este oficial” Carlos IV le asciende a Mariscal de Campo (en la actualidad General de División) y le nombra Comandante General de las Islas Canarias y Presidente de su Real Audiencia, con sede en Santa Cruz de Tenerife. Gutiérrez tomó posesión de estos cargos el 30 de enero de 1791.
A los dos años de estar en Santa Cruz fue ascendido a Teniente General, máximo grado en los Reales Ejércitos, continuando con sus cometidos de Gobernador y Comandante General de las Islas Canarias, Inspector de su tropa Reglada y Milicias, y Presidente de la Real Audiencia.
Gracias a la experiencia adquirida en las anteriores campañas, Antonio Gutierrez, reorganizó el Batallón de Infantería de Canarias, mejoró el adiestramiento de las Unidades de Milicias y, ante las sucesivas guerras de España contra Francia e Inglaterra, preparó concienzudamente la defensa de las islas; de manera que, entre el 22 y el 25 de julio de 1797, Santa Cruz de Tenerife protagonizaría una de las páginas más gloriosas de la historia de Canarias: la contundente victoria sobre una poderosa escuadra inglesa mandada por Horacio Nelson.
Cuatro días después de la capitulación británica, el Alcalde Real reunió en la iglesia del Pilar a las autoridades y vecinos del Lugar y Puerto, acordando designar compatronos de la Villa a la Santa Cruz y al Apóstol Santiago, en cuyo día se había consumado el triunfo sobre los ingleses.
Cuando el Alcalde pidió al Comandante General que hiciera llegar a la Corte lo concertado, éste les sugirió que aquella importante victoria debería conllevar otros beneficios para la localidad, instándole a solicitar de S.M. el título de Villa exenta de La Laguna y la concesión de un Escudo de Armas propio, a la vez que se comprometía a apoyar estas peticiones en la Corte.
El 28 de noviembre de 1803, el Rey Carlos IV accedía a todo lo que se le había solicitado, a la vez que añadía el título de Noble y en el Escudo de Armas cambiaba la corona ducal por la real. A partir de ese momento pasaría a denominarse: Muy Leal, Noble e Invicta Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife.
Con motivo de esta victoria sobre los ingleses, Carlos IV le concedió a don Antonio Gutierrez el hábito de caballero de la Orden de Alcántara, si bien ya ostentaba la Cruz de la Orden de Santiago.
Cuando Gutiérrez llegó al Archipiélago Canario su condición física ya estaba resentida, pues sufría unas incómodas crisis asmáticas, por lo que pidió licencia a la Corte para residir en San Miguel de Geneto, aunque las guerras con Francia y con Inglaterra le obligarían a vivir la mayor parte del tiempo en Santa Cruz.
Debido a sus acentuados achaques, en octubre de 1797, cuando Tenerife aún saboreaba las mieles de la victoria, solicitó un año de licencia para reponer sus fuerzas, aunque no tendría tiempo de disfrutar de la Real Gracia pues, en abril de 1799, sufrió un ataque que le paralizó el lado izquierdo de su cuerpo, falleciendo el 14 de mayo de ese año, a los 70 de edad. Su cuerpo reposa en la capilla del Apóstol Santiago de la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción.
La faceta generosa y humana del General Gutiérrez, expuesta a lo largo de toda su vida, quedó bien de manifiesto en su testamento, al conceder numerosas mandas a sus sobrinos y a las personas que habían estado a su servicio muchos años.
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