Bienes de Interés Cultural en Santa Cruz de Tenerife (15). Cementerio de San Rafael y San Roque
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 17 de abril de 2022).
BIENES DE INTERÉS CULTURAL EN SANTA CRUZ DE TENERIFE – 15
CEMENTERIO DE SAN RAFAEL Y SAN ROQUE
Declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento por Decreto de 11 de julio de 2006
La costumbre cristiana de enterrar en el interior de los templos comenzó en Santa Cruz a partir del año 1501, según consta en los libros sacramentales de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, donde en su interior figuran 10.232 inhumados, sin contabilizar los sepultados en el costado que daba al barranco de Santos y en el osario que se encontraba en el lado opuesto, luego llamado Callejón del Osario. También se inhumaría en las ermitas de Regla y San Sebastián, en los templos conventuales de los dominicos y franciscanos, en el Lazareto y en el primer hospital militar (actual Palacio de Capitanía).
Sería en 1799 cuando el rey Carlos IV ordenó la creación de camposantos en los extramuros de las ciudades y municipios de España con el fin de evitar que los fieles se contagiaran con las miasmas emanadas de la putrefacción de los cadáveres que se enterraban en las iglesias; sin embargo, Santa Cruz de Tenerife no dispondría del primer cementerio civil hasta que tuvo la imperiosa necesidad de dar cristiana sepultura a las 1.332 personas fallecidas por la epidemia de fiebre amarilla de 1810, introducida por los barcos San Luís Gonzaga y Fénix que habían llegado de Cádiz.
Como en aquellos tiempos el primer ayuntamiento de Santa Cruz no contaba con recursos municipales, ni disponía de bienes ni de rentas propias para dedicarlas a las necesidades más elementales, su alcalde, José María de Villa y Martínez, pondría todo su afán y esfuerzo en construir el camposanto solicitando la colaboración de los vecinos puerta por puerta. Es de resaltar que los obreros se bajaron el jornal, e incluso iban a trabajar gratis los domingos.
Cementerio de San Rafael y San Roque (1893)
Construido en el barrio de Cuatro Torres, en un erial de 73,55 m por 25,91 m, alejado del pueblo y bien ventilado, sería bendecido por el párroco de la iglesia de La Concepción el 5 de noviembre de 1810, comenzando inmediatamente el enterramiento de cuatro cadáveres.
Como éstos se hicieron sin haber cerrado el perímetro del camposanto se llegaron a dar casos de profanación de tumbas para robar, con el consiguiente riesgo de contagios.
Se le denominaría San Rafael y San Roque, por ser el primero el arcángel encargado de alejar las enfermedades y el segundo el abogado de la peste y las epidemias.
El recinto, con capacidad para acoger a 20.000 almas, quedaría terminado el 4 de marzo de 1823 pero, debido a la irrupción de dos nuevas epidemias de fiebre amarilla en las que fallecieron 387 personas en la de 1846, y 540 vecinos en la de 1862, se tendrían que llevar a cabo sucesivas ampliaciones para que tuvieran cabida nuevas sepulturas, con la consiguiente compra de los terrenos colindantes, pasando de los 1.901 metros cuadrados iníciales a los 3.205 metros cuadrados en 1886.
En el citado año, el Ayuntamiento lo rodearía con un muro perimetral de tres metros de altura, rematado simétricamente por almenas con separación regular. Su interior estaba dividido en tres vanos en torno a la rambla principal que daba acceso a los diferentes sepulcros, donde se llegaron a enterrar 47.000 personas, de las que 46.000 estaban en fosas comunes.
La entrada al camposanto, situada en el lado norte, se construyó de cantería con un arco peraltado formado por dovelas y rematado por un frontón sobre cornisa. La puerta, con su sillería y herrajes, procedente del edificio de la Real Aduana, fue donada por el Intendente y Comisario Regio don Felipe Sierra y Pampley.
De los 7.156,94 metros cuadrados que tenía el camposanto, el 82% correspondía al cementerio católico y el 12% al británico. El católico se articulaba en dos alas distribuidas en torno a la vía principal hasta desembocar en la capilla. Desde la calle principal se abren diversos ramales que dan acceso a los diferentes sepulcros.
La disposición de los sepulcros era aleatoria, tanto en su organización como en su forma, tamaño y materiales empleados, pues existían enterramientos muy sencillos, dispuestos simétricamente en cantería, que compartían espacio con grandes panteones y mausoleos con mucha riqueza decorativa.
El primer reglamento del camposanto, aprobado en 1825, conseguiría que los panteones y sepulcros se construyeran obedeciendo a un plan simétrico y ordenado, logrando que algunos tuviesen bellas formas y fueran de mármol de Carrara.
En este camposanto fueron sepultadas varias generaciones de santacruceros ilustres, de nación o de adopción, que engrandecieron esta ciudad; de ellos, los restos de quince fueron trasladados en 1970 al Panteón de Personajes Ilustres en el cementerio de Santa Lastenia.
El cementerio de San Rafael y San Roque dejaría de utilizarse el 27 de enero de 1916, al abrirse el de Santa Lastenia en la Montaña de Hoya Fría.
Después de muchos años de abandono y deterioro, con muchas lápidas de mármol agrietadas o rotas, y las esculturas mutiladas, el Ayuntamiento está trabajando en su restauración con el fin de convertirlo en uno de los testimonios histórico de nuestra ciudad.
Cementerio de San Rafael y San Roque (2022)
Cementerio protestante
El cementerio protestante, también conocido como La Chercha, ocupa el 12% de la superficie rectangular situada en una posición más elevada que la parte católica, debido a la orografía del terreno.
Su puerta es de doble hoja enmarcada en dovelas de piedra formando un arco peraltado que soporta un estrecho entablamento rematado por frontón poligonal con decoración vegetal
Su construcción fue autorizada por el Ayuntamiento de Santa Cruz el 13 de noviembre de 1831, en virtud del Tratado de Utrecht, tras la solicitud presentada por Mr. Botts, cónsul general de los Países Bajos y Mr. Berüff, cónsul británico, quienes abonarían los gastos del terreno. El primer enterramiento, el 14 de enero de 1837, fue el de Francis John Yateman, marinero del vapor británico Atalanta que viajaba con rumbo a Bombay.
Los enterramientos se caracterizan por su simplicidad, ya que el único elemento decorativo son las estelas funerarias verticales con relieves sobre versículos bíblicos y cruces celtas. El único edificio que existe es una capilla de planta rectangular de lenguaje historicista, realizada en la segunda mitad del s.XIX.
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