El Teatro Guimerá cumple 170 años

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 31 de enero de 2021).
 
 
Teatro Guimerá Personalizado
 
Teatro Guimerá 
 
 
    
          Los primeros actores que se atrevieron a venir a nuestras Islas desde la Península en el s. XVIII realizaban sus representaciones teatrales en salones de casas particulares hasta que en 1833 se les habilitó un almacén en la calle del Tigre nº 5 (Villalba Hervás); por ello, la iniciativa privada pretendió construir un teatro en la plaza de la Constitución (La Candelaria), justo donde hoy se encuentra el Real Casino, del que sólo se llegaron a poner los cimientos.
 
          El primer Teatro que funcionó en esta capital sería inaugurado el 25 de diciembre de 1835. Estaba situado en la calle de La Marina, entre la calle San Felipe Neri (Emilio Calzadilla) y el callejón Bouza, en un local de que antes había sido almacén de vinos. Tenía aforo para 432 espectadores, distribuidos en 18 palcos, lunetas, galerías, gradas y cazuela.  
 
          En 1847, el Jefe Superior Político de la Provincia (Gobernador Civil), amparándose en el Real Decreto que daba organización legal al teatro español, le propuso al Ayuntamiento que nombrara una comisión para construir en Santa Cruz un coliseo adecuado, decente y suntuoso, acorde con la categoría de esta capital.
 
          Para llevar a cabo el nuevo Teatro, el Ayuntamiento compró al Estado el convento de Santo Domingo, clausurado por la desamortización de Mendizabal de 1836, y le vendería el antiguo Hospicio que el cuartel de San Carlos venía ocupando en alquiler.
 
          Los planos, el pliego de condiciones y el presupuesto de las obras fueron sacados a subasta el 24 de febrero de 1848, recayendo en el contratista Julián Robayna, quién también se haría cargo del derribo del exconvento. Las obras comenzarían el 3 de marzo de 1849, bajo la dirección del arquitecto titular del Municipio, Manuel Oraá y Alcorcha.
 
          La inauguración tendría lugar el 26 de enero de 1851, aunque sin estar totalmente terminado. Para esta ocasión se puso en escena el drama Guzmán el Bueno, y la pieza cómica Embajador y Hechicero, interpretados por la compañía del Sr. Lafuente. La sala de espectáculos estaba iluminada con una lucerna, traída de Barcelona, y cuatro arañas más. La orquesta de Aficionados, dirigida por Carlos Guigou, estrenó una sinfonía para esta ocasión.
 
          En el frontis de la fachada se colocó el Escudo de Armas de la ciudad, labrado por el artista Gumersindo Robayna, y una lápida que decía: “Reinando Isabel II se construyó este edificio, año 1849”.
 
          Para poder culminarlo, a partir de 1858 el alcalde Bernabé Rodríguez Pastrana comenzó a recaudar fondos, organizando funciones de aficionados y bailes populares en el mismo Teatro; de manera que, la noche del 14 de octubre de 1862, se abría el telón de boca que reproducía un bello paisaje del Norte de la isla de Tenerife, con el Teide al fondo, pintado por Nicolás Alfaro. El público ocupaba las 764 localidades, distribuidas en 246 asientos de butaca, 48 palcos de seis localidades, 84 delanteras de cazuela (gallinero) y 146 asientos en las gradas de la cazuela (gallinero). 
 
          En la renovación del Teatro que en 1911 llevó a cabo el arquitecto municipal Antonio Pintor, modificará por completo la obra proyectada por Manuel Oraá, manteniendo sólo el exterior y la estructura, aunque estos cambios no influirán en las condiciones acústicas y visuales de la sala de espectáculos. 
 
          En la decoración de este confortable recinto trabajaron diversos artesanos y técnicos locales, como  Francisco Granados, José Ruiz, Ángel Romero, Benjamín Sosa, etc. logrando una ornamentación suntuosa, artística, lujosa y elegante. 
 
          Las obras consistieron en modificar el interior de la sala, con la inclinación del patio de butacas, y la construcción de los palcos proscenios, lo que le obligaría a retranquear el escenario, diseñando una nueva embocadura y  realizando el foso de la orquesta. 
 
          También se amplió el aforo para obtener capacidad para 966 espectadores. Las butacas fueron hechas por Manuel Pérez Felipe, según modelo presentado por Thonet Hermanos, de Viena. Las barandas de palcos y plateas fueron realizadas en hierro suministrado por la firma  alemana Verch und Flotho, las escaleras y los zócalos se forraron con mármol de Carrara, y los pasamanos se cubrieron con madera de caoba, importada de Cuba. 
 
          Para comunicar el hall con el vestíbulo del patio de butacas, se sustituyó la puerta interior por un gran hueco adintelado, apoyado en dos columnas de fundición. El vestíbulo y las galerías fueron decorados con materiales traídos de Milán.
 
          Uno de los salones del piso alto lo convirtió en foyer, guarneciéndolo con yeserías y espejos, logrando un elegante vestíbulo. 
 
          Las dos alegorías que decoran el techo del patio de butacas las pintó Ángel Romero y, en el hueco central, colocó un hermoso globo de cristal de 3.000 bujías, cuatro globos con 600 bujías, y otros 12 globos también con 600 bujías en cada una, por lo que hubo que poner una nueva instalación eléctrica.
 
          El 1 de abril de 1914 se abriría el elegante telón cortina, comprado a la empresa Archille Sormani, de Milán.
 
          En esta reforma desaparecerían los dos palcos grilles o de proscenio que estaban reservados a las familias del arquitecto Manuel Oraá y del contratista Julián Robayna. 
 
          El kiosco de hierro con marquesina, para el despacho de entradas, encargado a la fábrica de Martínez y Cía. de Sevilla, según el plano de  Antonio Pintor, fue eliminado en 1933.
 
          En la segunda reforma que se llevó a cabo entre 1989 y 1991, realizada por el arquitecto Carlos Schwartz, se construyó un nuevo cuerpo en la trasera del edifico, destinando las dos primeras plantas a camerinos, y la tercera a sala multiusos (Espacio Guimerá), con un aforo para 80 personas sentadas y que suele albergar una programación cultural alternativa. También amplió la caja escénica y el vestíbulo, eliminando las antiguas escaleras de acceso a los palcos, lo que permitió disponer de aseos públicos en todas las plantas. Finalizadas las obras, la Reina doña Sofía se trasladó expresamente a nuestra capital para su reinauguración. 
 
          En el verano de 2010, el arquitecto Haris Kozo mejoraría el saneamiento, tratamiento bacteriológico de las maderas y lo adaptó las normativas de seguridad y accesibilidad. 
 
          El Teatro Guimerá, de estilo clasicista romántico, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento, el 22 de enero de 1982, ha sido desde sus orígenes el centro neurálgico de la actividad cultural de la Isla, donde han tenido lugar todo tipo de espectáculos relacionados con las artes escénicas, proyecciones cinematográficas, exposiciones, conferencias, actos políticos, bailes populares, galas de la reina del carnaval, y fue sede de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, lo que le ha dado prestigió a la ciudad de Santa Cruz, y forjado su brillante historia. Incluso, en la visita que hizo el Rey Alfonso XIII en 1906, en sus dependencias se sirvió la cena de gala.
 
          Hoy, el Teatro Municipal, también llamado Principal, recibe el nombre de Ángel Guimerá Jorge (Santa Cruz de Tenerife 1845 - Barcelona, 1924), escritor, poeta y  dramaturgo, uno de los máximos exponentes del resurgimiento de las letras catalanas a finales del s. XIX. En su honor, delante de la fachada principal, se ha colocado una escultura sedente de bronce. 
 
          El pasado año 2017, el Teatro Guimerá fue reconocido como uno de los ocho teatros españoles con mejores resultados de público, así como por su gestión, a cargo del Organismo Autónomo de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de Santiago de Tenerife.
 
          En la plaza del Teatro se levanta una escultura realizada en bronce (Per Adriano), por Igor Mitoraj en 1993, que representa un gigantesco rostro femenino que simboliza las dos caras del teatro: la comedia y la tragedia. 
 
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