El muelle canario de Londres (Canary Wharf)

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en El Día el 29 de junio de 2014)
 
  
Desde la Farola del Mar hasta  Londres , tanto el Bencomo como el Bruno tardaban cuatro días en llegar, cargados de plátanos, tomates, tripulación y pasajeros tinerfeños
 
 
          Antes de esbozar la curiosa, que lo es, historia y metamorfosis de este “milagroso enclave londinense” queremos adelantar que ahora hemos comprobado, in situ, lo que, con cierta insistencia, habíamos leído y escuchado de “Canary Wharf”:
 
               “No tiene nada que ver con Londres. No es una zona muy turística pero sin duda uno no puede abandonar Londres sin verla. Al más puro estilo de New York, aquí se puede disfrutar de la modernidad. Aquí se pueden contemplar los rascacielos más altos de Londres:  y canales , en una singular curva que baña el Támesis. Aquí están todas las tiendas y todas las marcas en un par de calles. Se trata de un área con mucho desarrollo urbanístico moderno que combina colmenalismo con muelles (docks), muchos muelles y restaurantes. El ambiente es extrañamente relajado para ser una zona comercial y, aunque siempre hay mucha gente, se puede pasear tranquilamente, pararte , ver escaparates... Vale la pena la visita. Muchas oficinas y atardeceres pintorescos. La estación del metro es relativamente nueva y tiene un aire futurista con un peculiar y llamativo revestimiento de acero. Esta zona es eminentemente moderna y sofisticada; es otra interesante área de la variopinta capital…”
 
          ¡ Cuántos recuerdos le traen a los isleños, preferentemente tinerfeños, lo que ahora acoge a algunas de las empresas más importantes de Inglaterra ; cuántas nostalgias en lo que ahora es un enorme símbolo de la transformación económica del Reino Unido!
 
Torre de Canary Wharf, 235 metros de altura 
 
          Canary Wharf es hoy una de las zonas más comerciales de Londres; tiene los mayores bancos en sus edificios: Credit Suisse, HSBC, Citigroup; Morgan Stanley, Bank of America, Barclay, etc. Aquí se albergan los más prestigiosos medios de comunicación: The Telegraph, The Independient, Reuter, Daily Mirror, etc. Aquí se emplazaron las oficinas para la organización de la Olimpiada de  Londres de 2012. Y ahora, por ejemplo, se encuentran algunos de los edificios más altos del Reino Unido:  One Canada Square( también conocida como la Torre de Canary Wharf) , con 235 metros, que es la mayor compañía inmobiliaria de Gran Bretaña; y las Torres HSBC y Citigroup Centre, ambas rozando los 200 metros. ( Por pura curiosidad y sin alardes comparativos tenemos que recordar que las Torres de Tenerife alcanzan los 120 metros de altura; la Torre Caja Madrid, tiene 250 metros, que lo convierte en el edificio más alto de España; y el récord mundial lo ostenta el Burj Khalifa, de Dubái, con 830 metros de altura).
 
Canary Wharf1 Custom
 
         
          ¿Pero qué fue antaño lo que ahora se denomina Canary Wharf ¿ Pues era antiguamente la zona portuaria donde se descargaban los contenedores y se almacenaban las mercancías del comercio con Canarias, de ahí su nombre de “Muelle Canario”, concretamente del atraque 32 que fue construido en 1936 para “Fruit Lines Ltd.”, una subsidiaria de Fred Olsen. A petición de éstas, el muelle y almacén recibieron el nombre de Canary Wharf.
 
La prestigiosa naviera Fred Olsen
 
          ¡Cuántos recuerdos nos trae a los tinerfeños Canary Wharf; cuántas vivencias, igualmente, nos proporciona la citada firma naviera de Fred  Olsen! Sigamos dándole paso a la historia, ahora recogiendo pinceladas del magnífico libro Fred Olsen. Presencia en Canarias (1904-1994), del prolífico amigo Juan Carlos Díaz Lorenzo: “terminada la Segunda Guerra Mundial, España no disponía de buques adecuados para la exportación frutera. Además, España y el Reino Unido, se negaban mutuamente los permisos para establecer líneas internacionales. Los exportadores canarios, dedicados al cultivo del plátano y del tomate, acudieron al noruego Thomas Olsen y éste apostó, una vez más, por Canarias, emplazando parte de su amplia flota en aquel tráfico tan vital para la economía del archipiélago que, en breve plazo, se vio muy favorecido. Baste señalar que, por ejemplo, en 1959 Inglaterra se  había convertido en el primer comprador, oscilando entre el 65% y 80% del volumen total”.
 
 En pos del aprendizaje del inglés
 
          Muchos isleños, en pos del idioma inglés, como “au pair ” o buscando simplemente las múltiples facetas laborales que se le ofrecían en tierras británicas , viajaron en los albores de la década de los 60 del siglo pasado, y entre otros y variados barcos, en aquellas singulares cuadernas de dos buques gemelos muy enraizados y familiarizados  con nuestros muelles isleños, el Bruno y el Bencomo, gestados en astilleros suecos y bajo la tutela de la aludida Fred Olsen, compañía que tuvo cierta veneración por la segunda letra del abecedario en su flota, rindiendo incluso honores a localidades canarias: Breñas, Betancuria, Buenavista, Bajamar, Bañaderos, Benchijigua, etc.
 
          Y la citada y prestigiosa naviera  había construido especialmente para el servicio frutero entre las Islas Canarias y Londres a los citados Bruno y Bencomo que, además, representaban la culminación de un proyecto en el que se había utilizado toda la experiencia obtenida por la Fred Olsen en el largo periodo de tráfico frutero. De “elegante estampa marinera” ambas naves eran “de un nivel pocas veces visto en barcos de este tamaño”( 118 metros de eslora) y lo novedoso de estos dos barcos gemelos era “el sistema de ventilación en las bodegas que hacía que la fruta- plátanos y tomates- llegara a Londres en perfectas condiciones”.
 
 ¡ Cuántas despedidas y cuántos recibimientos!
 
          ¡Cuántas despedidas y cuántos recibimientos al socaire de nuestra Farola del Mar- que nos venía alumbrando desde 1863 y se nos apagó en 1976- y en aquellos “docks” londinenses, ahora Canary Wharf! Tanto el Bruno como el Bencomo, que no solo transportaban huecales de plátanos , cestos de tomates y tripulación sino pasajeros (12), tardaban cuatro días en cruzar aguas del Atlántico, del Canal de la Mancha, del estrecho de Dover y del Mar del Norte, donde desembocaba el Támesis que, entre otras localidades, bañaba-y baña- los emblemáticos Oxford y Windsor. El Támesis, opulento en ríos y peligroso en sus mareas de primavera, en más de una ocasión ha estado a punto de anegar las mismísimas estructuras del mítico Big  Ben, que por cierto  recibe este nombre de un legendario púgil británico.
 
        ¡Cuántas partidas y cuántas bienvenidas en lo que ahora se ha convertido en las zonas más deseadas para inversores y residentes, atraídos no solo por las espléndidas y nuevas construcciones que se ofrecen sino por las animadas parcelas de ocio y sus magníficos enlaces. Resulta tan dinámica la demanda; es tan apetecible el metro cuadrado en este enclave que se ha llegado a pagar por éste mil doscientas libras por las mejores residencias. Aquí, incluso, se encuentran representaciones de empresas españolas como Zara o el mismísimo Banco de Santander, que ha expandido sus redes por las localidades más recónditas de Inglaterra.
 
Una “catedral subterránea”
 
          Metro de Londres, línea gris, Jubilee Line y , en pocos minutos, una parada, Canary Wharf. Asi se llega a esta periferia de la capital de la Rubia Albión y nos encontramos una magnífica estación proyectada por Norman Foster que recuerda ”una catedral subterránea”. Esta estación de metro es una de las más modernas y espectaculares de la red capitalina, de este Londres que, anualmente es visitado por casi 16 millones de turistas y que le sitúa entre los más concurridos del mundo, de forma muy especial si se produce este trío: sol, domingo y vacaciones estudiantiles (“half term”). Por cierto, ahora el arquitecto Foster, “endiosado, de obras gigantescas y perfectas” le ha dado un nuevo estilo a los clásicos autobuses londinenses…
 
          Pero ahora nos encontramos en Canary Wharf, en estas calles de bullicioso -no angustioso- tráfico, donde la gente no parece pasear sino caminar con  paso acelerado. Ni un solo confeti en el suelo, ni el más mínimo grafiti; impera la limpieza en pavimentos y fachadas. Las grandes firmas, J.P.Morgan ,por ejemplo,, poseen grandes medidas de seguridad en sus ciclópeas instalaciones. Apenas te acercas, por curiosear, a la entrada, te “asaltan” con una sonrisa tan abierta como versallesca. Un tren aéreo, de velocidad moderada, el DLR (Docklands Light Railway), serpentea entre varios edificios. El sosiego, la paz y la tranquilidad te la proporcionan amplias zonas verdes enmarcadas en frondosos jardines donde las diversas y artísticas fuentes y el murmullo de sus aguas otorgan a la zona un carácter casi bucólico. En las postrimerías de la década de los 80 del pasado siglo, la “premier” británica Margaret Tachtcher barajó instalar aquí la colección de arte del barón Thyssen, a fin de que contribuyese a  revitalizar la zona, pero el aristócrata prefirió la oferta de Madrid.
 
Un símbolo económico del Reino Unido
 
          La peculiaridad de Canary Wharf no se puede limitar solo a los rascacielos. A lo largo de sus calles y al aire libre se pueden admirar muchas y extraordinarias esculturas de todos las tendencias pero, entre todas, y quizás por pura nostalgia y remembranza, hemos observado muy detenidamente a una que se encontraba ubicada a pocos metros de la ribera del Támesis,  que representaba a dos figuras humanas: una parece mirar al horizonte, buscando al barco y, la otra, de espalda, parece centrar su mirada en aquel gélido y desierto muelle esperando la bienvenida de alguien…
 
          Como  epílogo,  añadiremos que aunque en un principio se ideó como una gran zona de oficinas, hoy Canary Wharf ha modificado, como ya hemos apuntado, todo el entorno local. Todas las zonas colindantes se han revalorizado de forma espectacular. La “Isle of Dogs”( La Isla de los Perros), ha pasado de ser un embarcadero industrial a ser una de las zonas más comerciales y vibrantes de Londres. Constituye un  enorme símbolo de la transformación económica del Reino Unido. Lo que otrora fue muelle mundialmente reconocido y que fue desmantelado a raíz de crisis de los años 60 del pasado siglo,  ha sido transformado  con evidente éxito en el corazón del moderno comercio inglés.. Y, por todo ello, y con nostalgia y aplaudiendo tal reconocimiento nos enorgullece, como isleño, que hoy se le conozca como Canary Wharf.
 
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