La estancia de Winston Churchill en Santa Cruz de Tenerife, hace 60 años

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en La Opinión el 24 de febrero de 2019).
 
 
          El 21 de febrero de 1959, a las ocho y media de la mañana, arribó al puerto de Santa Cruz de Tenerife el yate Christina, del armador griego Aristóteles Onassis. 
 
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El yate Christina  (Colección José Delgado Salazar)
 
         
          Gran cantidad de curiosos se acercaron al muelle Sur para comprobar las excelencias de una de las mejores embarcaciones de este tipo que había arribado a nuestro puerto, medía 99,06 metros de eslora y llevaba a bordo un hidroavión y un automóvil.
 
          Este lujoso yate poseía camarotes para alojar 14 invitados, además del particular del armador, los destinados a su secretario, a un sargento de Scotland Yard que le servía de escolta, y a las 42 personas que componían la tripulación. El multimillonario era tan maniático que el barco, el hidroavión y el automóvil compartían los mismos colores: blanco y azul.
 
          Estando el magnate griego en Casablanca, junto a su esposa Athina y otros acompañantes, se enteró que Winston Churchill, de 84 años de edad, estaba pasando las vacaciones en el hotel Mamounia de Marraquech, con su esposa Clementine y su hija mayor, Diana Spencer-Churchill. 
 
          Onassis cogió su hidroavión y voló hasta la bella ciudad imperial marroquí para encontrarse con el ex primer ministro británico. Durante la reunión le propuso que le acompañara en el viaje que iba a realizar al Archipiélago Canario, pues en Tenerife debía tratar ciertas cuestiones de su flota –Olympic Maritime S.A.-.
 
          Churchill aceptó gustoso la invitación, pues las Islas le resultaban familiares porque su madre había estado aquí de vacaciones y le había hablado de su belleza; además, en 1941 cuando era primer ministro, había sido el principal protagonista del plan Pilgrim -ocupar las Islas Canarias si Franco se aliaba con Hitler-.
 
          El 18 de febrero de 1951, las dos familias salieron del puerto de Safi, en la costa atlántica de Marruecos, llegando al puerto de Santa Cruz de Tenerife el día 21, a las 8:30 horas.
 
          Sir Winston Churchill, después de echar un vistazo a la ciudad, prefirió permanecer a bordo, y sólo dijo a los reporteros: "No me siento con ánimos para una entrevista con la prensa, pero saludo muy cordialmente a esta bella isla a través de los periodistas españoles".
 
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Churchill en tierra tinerfeña, A su izquerda, en primer término, Onassis  (Colección José Delgado Salazar) 
 
 
          Onassis bajó a tierra, dirigiéndose a la calle La Marina, para entrevistarse con Mr. William Lucas, director de Cory Hermanos S.A., la consignataria de sus buques en Santa Cruz de Tenerife.
 
          Como William Lucas conocía a Churchill desde 1949, durante un viaje en el que coincidieron en el Queen Mary, regresando de los EEUU, el mandatario le envió desde Londres una carta agradeciendo la hospitalidad recibida en Tenerife.  
 
          Las dos damas, acompañadas de Mary Lucas, esposa del consignatario, después de recorrer la avenida de Anaga y la Rambla de Santa Cruz, se dirigieron al Puerto de la Cruz para disfrutar de aquel lugar turístico y contemplar el hermoso valle de La Orotava.
 
          Como al regresar al yate, las ladies comentaron a sus esposos las bellezas de los lugares que habían visitado, los ilustres visitantes se dirigieron hasta el Puerto de la Cruz, en su Fiat 500 descapotable, conducido por Onassis. A Churchill, un panamá blanco le cubría del sol. 
 
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Las dos parejas en el Fiat 500
 
         
          Durante el recorrido por la carretera del Norte de Tenerife se detuvieron varias veces para admirar el paisaje y las maravillosas vistas del Teide y del Valle de La Orotava. Al llegar al Puerto de La Cruz, fueron recibidos por el alcalde, Isidoro Luis Carpenter, quién les invitó a sentarse en la terraza de las piscinas del Lido San Telmo, donde mientras se tomaban unos whiskys, Churchill se fumaba uno de los puros hechos especialmente para él por la casa J. Cuesta de La Habana. Onassis pagó la consumición, dejando 1.000 pesetas de propina al camarero, cantidad que triplicaba su sueldo del mes. 
 
          Al abandonar las piscinas, donde hoy se ubica el Lago Martiánez, una gran cantidad de turistas ingleses les esperaban en la avenida de Colón, brindándole un cariñoso homenaje en forma de aplausos, a lo que Churchill respondió con una sonrisa y con los dedos haciendo la Uve de victoria.
 
          El regreso a Santa Cruz lo hicieron en el coche oficial del Gobierno Civil, debido a que la temperatura había disminuido a esas horas de la tarde en el Norte de Tenerife. Al anochecer ya estaban de nuevo a bordo del Christina.  
 
          A las 9 de noche ofrecieron una cena a las autoridades locales, quienes fueron acompañadas de sus respectivas esposas. Asistieron el gobernador civil de la provincia, Santiago Galindo Herrero; el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, Juan Ravina Méndez; el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Gumersindo Robayna Galván; y el ayudante del cónsul británico, Eric Lionel Fox.
 
          Resultó una velada agradable, en la que hubo canciones y bailes típicos, a cargo de Los Huaracheros y de la agrupación Flores del Sur. El acto finalizó con un brindis por las buenas relaciones entre Gran Bretaña y España. Los ilustres visitantes también visitarían las islas de La Palma y Gran Canaria.
 
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