Palabras pronunciadas en el acto de inauguración de la Plaza Luis Cola Benítez

 
Por Ana María Díaz Pérez (Palabras pronunciadas en el acto de inauguración de la Plaza Luis Cola Benítez el día 30 de noviembre de 2017).
 
 
Por expreso deseo de su esposa, Dª Luz Tudela, quiero manifestarles el efusivo agradecimiento por la asistencia a este acto en nombre de toda la familia de D. Luis Cola Benítez.
 
          Todo reconocimiento siempre encierra importancia, pero el que ahora nos ha congregado aquí, no solo es relevante, sino también triplemente entrañable, porque la denominación con la que se acaba de distinguir este espacio dejará constancia del que fuera  un apasionado Cronista Oficial de la Ciudad, un entusiasmado Contertulio de la Tertulia Amigos del 25 de Julio y un santacrucero de pro, nos referimos a nuestro querido y recordado D. Luis Cola Benítez.
 
          En 1933  vino al mundo en esta capital un bebé, al que cristianaron en la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, todo un emblema capitalino histórico y artístico, y cuando el sacerdote derramó sobre su cabeza las aguas bautismales pronunció el nombre de Luis Pedro.
 
          Es obvio que la formación que vamos adquiriendo de nuestros ancestros, la de mayor trascendencia por ser el motor de arranque de la convivencia en sociedad, juega un considerable papel en nuestras vidas, así pues, la pasión que Luis profesó a su ciudad se debió preferentemente a su padre, D. Joaquín Cola Escolano, quien lo paseaba asiduamente de la mano por nuestra urbe, haciéndole aflorar desde pequeño la afición investigadora y la inconmensurable adoración por la bella localidad que lo vio nacer.
 
          No obstante, Luis compartió paralelamente su vida con dos amores innegables e inconfundibles, de un lado, y el principal, su inseparable y encantadora esposa, Dª  Luz de los Ángeles Tudela Fumero, su fiel compañera durante 53 años, y, de otro,  la Muy Noble Santa Cruz, nunca mejor dicho, porque su nobleza acoge siempre a sus visitantes con amabilidad, incluso a aquellos foráneos, que en siglos pasados vinieron a interrumpir la paz de sus habitantes, fue capaz de darles una lección de concordia sin perder la dignidad.
 
          Luis tejió en los archivos y bibliotecas 15 piezas de calidad, sus libros, a los que él consideraba sus 15 hijos, pero le sobraron unos bonitos retales que no quiso que se perdieran, por lo que cada domingo nos mostraba en la prensa uno de ellos, y así sucesivamente hasta juntar 267 artículos, 250 de los cuales fueron recopilados en un solo volumen editado por el Excmo. Ayuntamiento santacrucero.
 
          Tuvimos la suerte de tratar a Luis en tres ámbitos diferentes: primeramente, en las reuniones de amigos nos mostraba, permítanseme las comunes expresiones, su picarona sonrisa y sus socarrones comentarios sobre triviales asuntos; en segundo término, en nuestra sede tertuliana, sita en la calle Ruiz de Padrón, con la máxima sensatez aportaba sus contundentes, comprometidas  y respetuosas opiniones culturales y, en tercer lugar, como ciudadano en constante defensa de las señas de identidad de Santa Cruz,  dejó una huella imborrable mediante sus escritos, serias investigaciones, junto a otros méritos, que le valieron el nombramiento en el año 2011 de Cronista Oficial de esta capital tinerfeña, un caballero de criterios en absoluto manipulables, mientras su modestia hacía que aún en los últimos días de su existencia diera la impresión de que no ostentaba tal cargo, algo de lo que podemos dar fe, pues nunca apreciamos en sus actuaciones ni deseos de protagonismo, ni la más mínima muestra de arrogancia, todo lo contrario, prefería pasar desapercibido, sin embargo, no podemos soslayar que sí quiso ser el primero en colaborar, de modo que encabezó la lista de asociados del Club Deportivo Tenerife así, pues, Luis estaba muy satisfecho de ser el Socio Nº 1 del Equipo Blanquiazul.
 
          La experta periodista Mónica Ledesma Gómez en una interesante entrevista que efectuara en el año 2012 a nuestro estimado paisano, afirmaba, con gran acierto: “Santa Cruz puede sentirse segura de tener en Luis Cola la memoria de su historia”, a lo que añadimos, ahora que ya no está entre nosotros, que nuestro contertulio nos legó muchas páginas de nuestro pasado, de cuyos párrafos ya forma parte, porque Luis no solo recopiló historia, sino que él mismo engrosó la historia de este municipio, la del brillante capítulo de los Cronistas Oficiales de esta capital.
 
          Su partida sin retorno, que es ley de vida, aunque nos cueste asimilarlo, nos ha separado físicamente, pero jamás podrá despojarnos del sentimiento de cariño que se alberga en nuestros corazones.    
 
          Esta plaza, que el Excmo. Ayuntamiento capitalino, a instancias de la Tertulia Amigos del 25 de Julio,  ha tenido la certera idea de dedicarle en la calle  que se distingue con el nombre del que fuera afamado tipógrafo y poseedor de uno de aquellos decimonónicos museos, los llamados gabinetes de maravillas, su abuelo materno D. Anselmo J. Benítez, será fiel testigo de su imperecedero recuerdo, inauguración que reunirá la memoria de dos destacados miembros de esta familia en el urbanismo de Santa Cruz. Este espacioso y recoleto emplazamiento encaja perfectamente con el sosegado carácter del que fuera uno de nuestros distinguidos vecinos, llamado Luis Cola Benítez, que nos transmitió su profundo amor a esta población, que fue también la suya, propiciando que la mirásemos con esmerado cuidado, a través de una lupa de amplio espectro, para rescatar sus fastos con un sentimiento mucho más intenso.
 
          En nombre de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, a la que represento con inmenso orgullo, nuestro más sincero agradecimiento al Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Santiago de Tenerife por haber hecho realidad que esta plaza recuerde al Sr. Cola Benítez como Cronista ejemplar, a nuestro conciudadano Luis como coherente santacrucero, muy apreciado tertuliano e inolvidable amigo y a todo los presentes también nuestra gratitud por acompañarnos en esta otoñal tarde del mes de noviembre de 2017 que rememoraremos en nuestras almas como extraordinariamente cálida.
 
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