Conmemoración de la Fundación de Santa Cruz

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en La Opinión y el Diario de Avisos el 3 de mayo de 2017).
 
 
          El día 3 de mayo de 1494, las huestes castellanas clavaron en la playa de Añazo una rudimentaria Cruz de madera con la que oficiaron la Misa que conmemoraba la Fundación del Puerto y Lugar de Santa Cruz. 
 
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Misa en Añazo el 3 de mayo de 1494
(Óleo de Gumersindo Robayna. Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife)
 
         
          La Cruz permaneció en el mismo lugar durante muchos años, donde, olvidada por unos, y abandonada a su suerte por otros, soportó lluvia, sol y maresía. 
 
 
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Placeta de la Cruz (1701)
 
         
          Cuando en 1735, los hermanos Logman (sacerdotes) construyeron una casa para instalar en ella una carnicería, con el fin de que su renta ayudara a los pobres recursos de la primera iglesia (Concepción), la Cruz quedó encajada entre la citada casa y la muralla que servía de parapeto defensivo; por ello, en 1745, el alcalde Juan de Arauz y Lordelo, al observar el estado de deterioro y abandono de la Cruz, le mandó construir una capilla para que quedara resguardada, denominándose capilla de la Santa Cruz o del Santo Sudario. A partir de esta fecha (1745), cada 3 de mayo comenzó a celebrarse su festividad todos los años.
 
          Al derribarse la citada capilla, los frailes franciscanos pusieron la Cruz junto a la puerta de la ermita de San Telmo, donde quedó olvidada para los que no conocían su historia y para la indeferencia de los que, aún conociéndola, no eran conscientes de su valor testimonial.
 
          Sería en 1850 cuando el capellán del Hospital de Ntra. Sra. de los Desamparados, el dominico Lorenzo Siverio, valorando lo que aquel antiguo símbolo representaba para la población, tomó la decisión de trasladarlo a la capilla del Hospital, a la vez que exclamaba: “Nadie presta hoy atención a esta vieja reliquia, pero llegará el día en que todos se la disputarán”.
 
          Poco a poco, los habitantes del puerto de Santa Cruz comenzaron a conocer lo que aquella vieja reliquia representaba para la ciudad y comenzaron a sentir gran interés por el testigo fundacional de su historia.
 
         La primera procesión cívica de la Cruz Fundacional tuvo lugar en 1867. Salió de la capilla del Hospital de los Desamparados, donde estaba depositada, y, después de recorrer las engalanadas calles del barrio del Cabo, cuyas casas lucían colgaduras, llegó hasta la ermita de San Telmo. Le acompañaba el Pendón de la Ciudad, al que seguía la Corporación Municipal, gobernador civil, la banda militar, y un piquete del batallón. El Pendón era nuevo y había sido confeccionado en Sevilla con todos los detalles del que carecía  el anterior.
 
          Ese día, la Corporación Municipal usó, por primera vez, una medalla pendiendo de su cuello, en una cinta con los colores nacionales. Estas medallas, fabricadas en París, de plata sobredorada, tenían el lema: “Ayuntamiento Constitucional de Santa Cruz de Tenerife”La  R.O. que la autorizaba decía: “La voluntad de S.M. es que el uso de este distintivo se limite a los actos solemnes en que el Ayuntamiento haya de figurar en corporación, y no los que celebren individualmente los concejales”
 
          Durante los primeros cinco días del mes de mayo de ese año hubo diversos festejos: regatas de lanchas, riñas de gallos, pandorga, elevación de globos, carrera de sortijas a caballo. Por la noche hubo paseo y música en la plaza y se quemaron fuegos de artificio. También se instalaron casetas de feria en la plaza de la Constitución (La Candelaria), magníficamente decorada e iluminada, pues todos los faroles estaban encendidos, aunque hubiese luna llena.
 
          Cuando en 1871, el alcalde Emilio Serra y Ruz, comenzó a interesarse oficialmente por la Cruz, y empezó a promover que fuera reconocida su titularidad municipal, se cumplió lo que vaticinó el fraile dominico,  “llegará el día en que todos se la disputarán”,  pues, la parroquia no veía con buenos ojos las pretensiones del Ayuntamiento; las autoridades de Marina alegaron que les pertenecía, pues San Telmo era la ermita de los marinos; y, el Ayuntamiento de La Laguna alegaba que al ser una pieza fundamental en la historia de la Isla, debía conservarse junto al Pendón de la Conquista. Por fin, el 19 de abril de 1873, la Comisión Provincial informó que la Cruz de la Conquista pertenecía de hecho y de derecho al Municipio, autorizando a recoger para su custodia todos los ornamentos que le pertenecían. 
 
          El inventario de los enseres existentes en la ermita de San Telmo, decía: “La Cruz llamada de la Conquista, de madera de tiempo inmemorial, se encuentra al lado del Evangelio, dentro de una urna de madera con cristales, y tiene un sudario de tafetán blanco. Para su adorno se utilizan dos jarrones chinos con filetes dorados y catorce faroles de vidrio de diversos colores”.
 
          El 2 de mayo, la Cruz se trasladó a la iglesia de San Francisco, donde quedó custodiada hasta el día 3, en que tuvo lugar la ceremonia y luego la procesión por las calles del centro de la ciudad, acompañada de toda la Corporación Municipal y multitud de personas venidas de todos los puntos de la Isla. La procesión fue calificada por los medios de comunicación como espectáculo grandioso. Tal como se había acordado, la Cruz quedó custodiada en San Telmo y, desde aquí, en su festividad de mayo, salía en procesión por las engalanadas calles del barrio del Cabo hasta llegar a la Concepción. Por la noche había paseo y música en la plaza de la ermita, quemándose diversos fuegos artificiales. 
 
          Las primeras Fiestas de Mayo se celebraron en 1890. Duraron tres días y la animación fue extraordinaria. Hubo misa de campaña en la plaza de San Telmo, en conmemoración de la primera que se dijo en el mismo sitio y ante la misma Cruz, a la que asistieron todas las tropas de la guarnición, la guardia provincial, y la marinería del crucero Isla de Cuba, surto en el puerto y por la noche hubo “Retreta Militar” que recorrió las principales calles.
 
          Además, se celebró un baile en el Casino, una velada literario-musical en el Gabinete Instructivo, y una comitiva de figuras alegóricas, llevada a cabo por bellas señoritas del Círculo de Amistad que vestían caprichosos trajes. La colonia palmera quiso también contribuir a la brillantez de las fiestas y celebraron la “danza de los enanos”, primero en el teatro y luego bailando en calles y plazas, invadidas por enorme concurrencia.
 
          En 1892, el Ayuntamiento, al comprobar el estado de vejez en que se encontraba la venerada reliquia, y que no podía resistir entera mucho más tiempo, con el fin de preservarla y custodiarla en las mejores condiciones posibles, acordó que fuera incrustada convenientemente en buena madera,  e introducida en un relicario de madera, níquel y cristal, en cuya parte superior figura, repujado, el escudo de armas de Santa Cruz y una inscripción que dice: “Aquí se encierra la Cruz colocada por el conquistador de Tenerife Don Alonso Fernández de Lugo en el altar ante el cual se celebró por primera vez el Santo Sacrificio de la Misa en las playas de Añaza, día 3 de mayo de 1494. Fue costeada por el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz en 1892. In hoc signo vinces.”
 
          De esta forma, se le otorgaba a la Santa Cruz Fundacional y a la conmemoración anual de su festividad, un carácter institucional del que hasta entonces carecía.
 
          Las fiestas de mayo de 1894 fueron las más brillantes de las que se habían celebrado hasta ahora, pues se conmemoraba el Cuarto Centenario de la Fundación de la Ciudad. Se engalanaron las calles y plazas con artísticos arcos y la iluminación fue magnifica. Todos los actos revistieron gran solemnidad. La Cruz recorrió por primera vez el centro de la población, acompañada del ejército. Se volvió a decir la misa de campaña en la plaza de San Telmo, en recuerdo de la primera que se dijo en Tenerife, en aquel mismo sitio y ante la misma Cruz. La Real Sociedad Económica de Amigos del País montó una gran exposición de Arte, Historia, Industria, Agricultura y Comercio. Se celebraron conciertos en la plaza del Príncipe y en la Sociedad Santa Cecilia. Hubo proyecciones luminosas en la plaza de la Constitución, una fiesta marítima en el muelle, carrera de cintas a caballo, tres corridas de toros, etc. Bailes en el Casino, en el Círculo de Amistad y en la sociedad Santa Cecilia; este último fue de gala y a él asistieron autoridades, cuerpo consular, etc. También la colonia palmera repitió la “danza de los enanos”.
 
          El número culminante de estas fiestas fue la entrega a la Corporación Municipal de la Cruz de Primera Clase de la Orden Civil de Beneficencia y la  concesión del título de ciudad Muy Benéfica, por las pruebas de abnegación y heroísmo demostrados por sus habitantes durante la epidemia de cólera de 1893, en la que, después de tres angustiosos meses de lucha contra el fatídico mal, fallecieron 382 almas, de una población de 19.722 habitantes.
 
          Junto a la Cruz de Montañés se había levantado una tribuna y en su centro, en lujosa bandeja de plata, estaban la Cruz y la banda de la Orden de Beneficencia. El Ayuntamiento con el Pendón y bajo mazas, subió al estrado y, en medio del más profundo silencio, el gobernador civil leyó el Real Decreto por el que se concedía dicha Cruz a la ciudad.  El síndico personero que portaba el Pendón se arrodilló ante el Obispo, quién bendijo la Cruz y la banda de la Orden de Beneficencia, a la vez que el gobernador civil las colocaba en el Pendón.
 
          En 1896, la Cruz Fundacional fue trasladada de manera definitiva a la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, donde permanece en la actualidad y recibe culto.
 
          En 1909, Patricio Estevanez  promovió una campaña, en el periódico El Progreso, para potenciar las Fiestas de Mayo. Ese año el programa de eventos fue más extenso que nunca pues hubo dos semanas de actos y regocijos de todas clases. 
 
          A partir del citado año, los actos que tradicionalmente se vienen celebrando, con gran brillantez y participación de profesionales y público, son la exposición regional de flores y plantas, y de artesanía tradicional canaria. El concurso de cruces de flores naturales y de materiales reciclados. El Baile de Magos y el concurso de comidas típicas y de artesanía gastronómica canaria. La elección de la reina de las fiestas y sus damas de honor, infantiles y adultas. El concurso infantil de trajes tradicionales y de dibujo y pintura. etc.
 
          Las Fiestas de Mayo son muy concurridas y animadas pero han perdido el carácter histórico y conmemorativo que merecen.
 
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