Garachico, el principal puerto de la Isla de Tenerife

 
Por Alastair F. Robertson. (Publicado en inglés en el número 574 de Tenerife News, 7 – 21 de abril de 2014). Traducción de Emilio Abad.
 
 
          Es difícil de creer, aunque fuese una realidad por más de 200 años, que “el puerto más importante de la Isla de Tenerife” fue una vez Garachico. En 1588 la población tenía 400 casas, el doble de Santa Cruz.
 
          La definición está tomada de un libro escrito por un ingeniero militar italiano, Leonardo de Torriani. En 1587 el rey Felipe II de España comisionó a Torriani para que inspeccionara las Islas Canarias y le informara sobre ellas a fin de mejorar sus fortificaciones. Fiel y regularmente, durante un período de cinco años, Torriani remitió sus informes haciendo prácticas sugerencias que muy pocas veces se tuvieron en cuenta. En su libro Descripción e Historia de las Islas Canarias publicó sus indagaciones y recomendaciones, así como una breve descripción de cada uno de los lugares que visitaba.
 
          Es un libro fascinante y en lo referente a Garachico queda claro que la ciudad era entonces un lugar de mucha mayor relevancia que la que tiene hoy. Torriani defiende que era el más rico y tenía una importancia comercial mayor que todos los demás distritos y ciudades de las Islas Canarias. Comparándolo con La Laguna, la capital de la isla en aquellos momentos, ésta tenía 1.000 casas, Buenavista, aunque no pueda creerse, tenía el mismo tamaño que Santa Cruz, unas 200 casas, mientras el Puerto de la Orotava (Puerto de la Cruz) ni siquiera merecía mencionarse.
 
          Los habitantes de Garachico son descritos como “gente noble y rica”. Eran ricos porque la región, que llega hasta Los Realejos, era muy fértil; en las zonas más altas existían hermosos bosques y abundaban los arroyos, mientras en las partes bajas había fértiles plantaciones de viñas, azúcar y trigo. Más abajo aún, la milla y media de costa era también provechosa tanto por la pesca como por la carga y descarga de barcos.
 
          La bahía de la ciudad constituía el puerto, que en aquella época tenía forma de media luna, y aquí fue donde la mente militar de Torriani entró en juego. El puerto, por el que se embarcaban todos los productos del Oeste de Los Realejos era vulnerable a un ataque -“osados enemigos pueden desembarcar sigilosamente para saquear y quemar la ciudad”. Probablemente, cuando escribía eso, Torriani tenía en mente a los ingleses y a Sir Francis Drake -el Dragón como era conocido por los españoles. Recomendaba que para mejorar la seguridad de los navíos y los lugares de desembarco debería levantarse una nueva obra defensiva en un punto elevado cercano al pequeño fuerte.
 
Garachico por Torriani 1588 Custom
 
Mapa de Garachico, “El principal Puerto de la isla de Tenerife”, por Torriani (1588)
 
 (El mapa supone una interesante combinación de plano y perspectiva. La ciudad se muestra desde arriba, mientras las colinas a su espalda aparecen como se verían desde el mar.)
 
          El Puerto de Garachico tenía una ventaja defensiva natural contra un ataque procedente del mar, porque estaba rodeado por acantilados de roca volcánica que podían impedir los desembarcos, y su entrada era muy estrecha, tan estrecha que se significaba que podía ser defendida por tan solo cuatro hombres. Pero no muy lejos, desde la primera playa, “el enemigo puede progresar hacia el interior fácilmente”
 
          Otro problema que Torriani identificó era que el puerto, como consecuencia de su situación, su orientación y la estrechez de su entrada, si soplaban vientos del norte se convertía en una trampa inevitable para los barcos atracados en su interior. Para remediar este grave inconveniente sugirió que se construyesen dos muelles, diques o rompeolas en la entrada, y dado que no era necesario que fuesen de grandes dimensiones se podían levantar en poco tiempo y con un gasto pequeño. Para mejorar su protección, uno de ellos podía unirse a un nuevo pequeño fuerte. El cambio supondría una gran mejora en la protección de Garachico.
 
          Sin embargo, la gente de Garachico no se adhirió a la propuesta y no apoyó a Torriani en su idea de construir los diques ni el pequeño fuerte. El ingeniero escribió que “no se sintieron motivados por la propuesta, ni por la conveniencia, la seguridad o la utilidad para todos, ni por el prestigio que ganarían por su inteligencia”. Uno casi le puede oír diciendo “¡Qué hatajo de agarrados ignorantes!” Parece que el tema le escoció bastante.
 
          Por lo que se refería al castillo o pequeño fuerte existente, pudo solo recomendar que se mejorase, pues tenía forma cuadrada, sin torres o bastiones y de dimensiones reducidas. De hecho es el Castillo de San Miguel que podemos ver hoy en día, sin modificaciones desde la época de Torriani, quien sugirió que se agrandase con la construcción de dos muros, uno hacia el muelle, por donde el enemigo debía pasar para desembarcar, y el otro en dirección al acantilado que domina el puerto. No tenía una buena opinión del castillo, del que decía que “no es en realidad una fortificación, sino tan solo un asentamiento apropiado y útil para la artillería.” Pero concedía que podía ser suficiente porque ningún otro castillo podía batir los lugares dominados por éste. Además, se podrían construir dos cortinas exteriores y cuatro pequeños bastiones para proteger la artillería.
 
          Pero a pesar de todo esto, existía un gran problema: la ciudad y el puerto estaban dominados por San Pedro de Daute, en el acantilado occidental. Torriani resaltaba que acceder a ese punto sería fácil para un enemigo desembarcado en una de las calas que hay al Oeste, desde donde también podía saquear las poblaciones de Buenavista, Los Silos y otras. A este respecto Torriani decía que “como consecuencia, este lugar es de gran importancia para la defensa” y continuó con el tema en el siguiente capítulo del libro.
 
          Nada se hizo con respecto a las recomendaciones de Torriani, pero, afortunadamente, Garachico no fue atacado por aquellos hediondos ingleses (que de hecho eran, tras la España peninsular, los principales socios comerciales de las Islas Canarias), y la ciudad y su puerto continuaron creciendo. Al menos así lo hicieron hasta el 5 de mayo de 1706, cuando erupcionó el volcán de la Montaña Negra y una gigantesca corriente de lava descendió para destruir la mayor parte de la ciudad y casi cegar el puerto… pero esa es otra historia.
 
          En la actualidad las tierras que rodean Garachico son aún muy fértiles y la ciudad es un lugar muy tranquilo y atractivo.
 
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