La Farola del Mar y la Marquesina cambian otra vez de lugar

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el 16 de febrero de 2002)
  
 1925 Custom
 
La Farola y la Marquesina en 1925
         
 
          Para poder realizar la plataforma en la que se instaló el pantalán para  ferris, en el muelle de enlace del puerto de Santa Cruz de Tenerife, en el año 2002 hubo que rellenar una superficie de 12.000 metros cuadrados, entre el muelle de Ribera y el muelle Sur, con la que se obtuvo un espacio destinado a zonas de preembarque de automóviles y movimientos de pasajeros de la naviera Armas. 
 
          Debido a estas obras, la Farola del Mar y la Marquesina tuvieron que cambiar otra vez de lugar, tal como lo habían hecho, por circunstancias parecidas, los años 1954 y 1991.
 
La Farola del Mar
 
          Es un faro de orientación de sexto orden, luminosidad blanca, intermitente, y aparato catadrióptico -espejos y lentes-, montado en una estructura de madera, de 6,5 metros de altura, ensamblada a un poste central -perteneciente al palo mayor de un velero- por donde una escalera de caracol permite el acceso a la linterna, donde se encontraban las luces a 10,5 metros sobre el nivel del mar. 
 
         Construida en París por H. Lepaute, llegó a Santa Cruz de Tenerife en 1862, procediéndose a su montaje en el codillo del Muelle Sur, entre la segunda y tercera alineación, y encendiéndose el 31 de diciembre de 1863. 
 
          El perfil de la torre, de forma hexagonal, rematada por la cúpula y cupulino, de bronce claro, tiene a su alrededor una balaustrada por donde se accede a la linterna (lámpara Maris), formada por ocho montantes que producían un relámpago de luz fija, fuerte y rápida, alcanzando nueve millas náuticas. También dispone de veleta, rosa de los vientos y pararrayos.
 
          Los primeros combustibles utilizados para su funcionamiento fueron aceites vegetales; luego, al dotarla de un mechero de petróleo, se emplearon unas lámparas especiales con varias mechas que le producían una luz fija; con la llegada de la energía eléctrica a Santa Cruz de Tenerife (1897), se le dotó de un mecanismo con el que se obtenían centelleos de color rojo y alcance de ocho millas, aunque volvería a su iluminación original al comprobarse que no era visible sobre el fondo luminoso de la ciudad.
 
          El 30 de junio de 1954 se desmontó de su emplazamiento original, y se guardó en el solar que la Junta de Obras del Puerto tiene frente al Real Club Náutico. 
 
          Para despedir a La Farola, Radio Club Tenerife lanzó un llamamiento a la ciudadanía para rendirle el homenaje que se merecía el último símbolo luminoso del siglo XIX. En el atardecer del citado día, en la explanada donde se ubicaba La Farola, se dieron cita las autoridades provinciales, encabezadas por el Capitán General de Canarias, Miguel Rodrigo -cuya misión era apagar la popular enseña-; el Gobernador Civil, Carlos Arias Navarro; presidente del Cabildo Insular, alcalde de la Ciudad, Cuerpo Consular, etc.
 
          El numeroso público asistente, invitado por los medios de comunicación, no podía ocultar la emoción que se vivía en aquellos momentos y, al corear una y otra vez el famoso estribillo, en sus voces se notaba el amargo sabor de unas lágrimas de rebeldía.
 
                    “Esta noche no alumbra  //  la Farola del Mar. //  Esta noche no alumbra  //  porque no tiene gas."
 
          Cuando el general Rodrigo apagó la luz de La Farola, el trío Los Huaracheros, con la tristeza en el alma y la sonrisa en los labios, estremeció a los sensibles ciudadanos, cantando:
 
                    “Esta noche no alumbra  //  la Farola del Mar.  //  Esta noche no alumbra  //  la apagó el General.”
 
          En 1976, la Farola volvió a ser colocada en la entrada al Muelle, que por entonces era por la plaza de España; lo hizo junto a otros elementos patrimoniales como la Locomotora Añaza, Grúa de Vapor, antiguo Pescante, etc. En 1991, otro cambio en la infraestructura portuaria obligaría de nuevo a depositarla en su retiro hasta que, el 30 de abril de 1994, volvió a lucir su majestuosa estampa, junto a la Marquesina, en el lugar que ocupa el día de hoy.
 
          Hoy, la Farola del Mar forma parte del Patrimonio Industrial de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, y considerada como símbolo del Puerto y de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife sigue inspirando a los principales poetas y cantautores canarios, formando parte del cancionero y folclore isleño.  
 
 
La Marquesina
 
          En 1913, la Junta de Obras del Puerto encargó el proyecto de un desembarcadero -La Marquesina-, al arquitecto Antonio Pintor, que sería realizado en Sevilla, en los talleres de Juan Miró y Cia.
 
          La obra, que constituye una de las muestras más significativas de la arquitectura del hierro en nuestra capital, es de diseño sencillo y consta de una cubierta a cuatro aguas, sustentada por ocho finas columnas.
 
          La sucesora del desembarcadero de Los Platillos se colocó en la parte baja de la segunda alineación del muelle Sur. Para el embarque y desembarque de pasajeros y mercancías contaba con cuatro escalinatas de sillería por las que las falúas y botes de servicio portuario atendían el intenso tráfico de pasajeros de los barcos fondeados frente a las costas de Valleseco. A su lado se colocó un pescante, movido a mano, para el servicio de equipajes.
 
          La Marquesina fue durante muchos años el corazón de las actividades mercantiles del puerto y el centro de reunión de los cambulloneros, de los guachimanes portuarios y de los obreros de la carga blanca -llamados así para distinguirlos de los del carbón-.
 
          En sus aledaños se encontraba la Guardia Principal, Comandancia de Marina y la Capitanía del Puerto, lugar donde los Prácticos tenían su oficina. A continuación se levantaba un pequeño edificio destinado a la dirección de Sanidad Marítima, al que le seguía la Pescadería, fabricada en 1865. Luego aparecía el único tinglado existente para la custodia de efectos y mercancías, que la Junta de Obras del Puerto arrendó, en 1901, a la Sociedad del Tranvía de Tenerife para instalar en él la Estación Terminal. También existían casetas de las compañías fruteras, comisiones, transportes, agencias de aduanas, etc. Y, bajo los muros del muelle alto, estaba instalada la cantina La Marquesina, lugar donde se inventó “el barraquito”.
 
          A la vera de La Marquesina estaban los almacenes de efectos navales y otras mercancías de José Ruiz de Arteaga (1868-1932), realizados en Sevilla en los talleres de Juan Miró y Cia.; siendo la primera vez que aparecía el hierro en la estructura de un edificio en esta Capital. En la planta baja de este edificio se encontraba la casa de baños “Las Delicias”, donde se recibían baños de mar y de tina en sus 27 habitaciones, dotadas de  bañeras de mármol y agua caliente y fría.
 
          A los pies de La Marquesina estuvo atracada (1962-1973) la central flotante Nuestra Señora de La Luz que, con su 9 megavatios de potencia, ofrecía el 30% del total energético que necesitaba la Isla de Tenerife. Este antiguo destructor de la Marina de los EEUU llegaría a ser un elemento familiar dentro del paisaje santacrucero.
 
          Asimismo, este romántico rincón portuario sería (1982-1992) una improvisada estación del Jet Foil y por lo tanto el centro del tráfico interinsular de pasaje.
 
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