El patrimonio histórico de Santa Cruz (06). De nuevo se inunda la Iglesia Matriz
El patrimonio histórico de Santa Cruz se cae… y no hay quien ponga una mano (6)
DE NUEVO SE INUNDA LA IGLESIA MATRIZ
Luis Cola Benítez (La Opinión, 08-04-10)
El cuarto artículo de esta serie sobre el patrimonio histórico de nuestra ciudad fue escrito antes del aluvión que tuvo lugar el pasado día 1 de febrero. A la vista de lo ocurrido procede tratar de un aspecto de la historia de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción que se viene repitiendo a través del tiempo, puede afirmarse que durante siglos, sin que los responsables de hacerlo arbitren el necesario remedio.
Desde sus orígenes la iglesia de la Concepción ha sufrido las consecuencias de su proximidad al barranco de Santos, que era la única causa de las inundaciones sufridas cada vez que se producían lluvias de cierta consideración. La primera documentada es de 1605, en tiempos del obispo Martínez de Ceniceros, quien ordenó hacer por la parte del barranco una estacada de estacas fuertes y bien hincadas en la tierra, que debía rellenarse con piedras, No se solucionó el problema, pues en 1645 otro obispo, Sánchez de Villanueva, volvió a realizar obras de protección, esta vez en colaboración con las autoridades civiles, pero los desbordamientos y la inundación del templo continuaron. Desde entonces, durante cuatro siglos –y se dice pronto- resulta lamentable que ni los políticos, ni los técnicos capacitados para buscar solución a las repetidas inundaciones de la más preciada joya de nuestra arquitectura religiosa tradicional, no hayan querido o hayan sido incapaces de poner remedio. Por el contrario, han agravado la situación con el estrechamiento del cauce del barranco.
El barranco era la principal causa de las inundaciones, pero cuando se elevó la rasante de las calles para acceder a un nuevo puente del Cabo y al de la Avenida Marítima, el templo quedó en cota inferior a las vías circundantes. Estas calles, incluso la del pórtico principal, inexplicablemente tienen declive hacia la iglesia y disponen de imbornales a todas luces insuficientes. El resultado de tan clamorosa irresponsabilidad es estar abocados a la pérdida de esta fundamental y única pieza de nuestro ya tan maltratado patrimonio histórico, no sólo arquitectónico, con grave perjuicio de los tesoros que encierra. No se salva la estructura, ni los altares y ornamentos, ni el mobiliario y, lo que es de una gravedad extrema, su valioso archivo, el más importante y extenso sobre la historia de Santa Cruz, como repetidas veces hemos expuesto a varias autoridades sin hallar una respuesta decidida para su salvación y conservación.
¿A qué estamos esperando?