El glorioso lustro dieciochesco en la historia de Tenerife

 
Por Miguel Ángel Noriega Agüero  (Publicado en asotavento.com el 5 de febrero de 2015).
 
 
         
          El siglo XVIII finaliza en Tenerife con un lustro marcado por cinco hechos relevantes en la historia de la isla, algunos de ellos de una enorme importancia. Sin algunas de estas situaciones no entenderíamos la crónica y avatares de una isla que forma parte de un archipiélago atlántico a veces olvidado y en otras ocasiones pretendido por europeos y americanos, por comerciantes y científicos, por militares y literatos. Vemos a continuación los cinco hechos más destacados del último lustro dieciochesco comenzado y finalizado por la ciencia y la exploración de Baudin, pero intercalado por la geología de los volcanes activos, la guerra contra Nelson y la estancia en la isla de Humboldt, uno de los grandes de la ciencia universal.
 
1796
 
          Todo comienza el mismo año que España le declara la guerra a Gran Bretaña tras la firma del Tratado de San Ildefonso, circunstancia que marcará el hecho histórico del año siguiente. Pero a finales de este 1796, una importante expedición científica francesa recalará en Tenerife.
 
          Comandada por el Capitán Nicolas Thomas Baudin (1754-1803), la nave La Belle Angélique zarpa del puerto francés de Le Havre en la mañana del 30 de septiembre de ese año 1796 rumbo a Las Antillas. Le acompañaban varios científicos entre ellos el naturalista e historiador André Pierre Ledru. Al paso de la goleta entre Madeira y Tenerife, el 18 de octubre un tremendo temporal destroza el barco lo que provoca un serio contratiempo en el viaje, haciendo cambiar el rumbo de la expedición en un obligado paréntesis en su periplo hacia la isla de Trinidad. Tras más de medio mes de penurias y esfuerzos por llevar a la nave rumbo a las islas Canarias, por fin el 6 de noviembre atracan en el puerto de Santa Cruz de Tenerife con la idea de poder reparar la nave. En Tenerife permanecieron alrededor de cuatro meses, antes de emprender de nuevo rumbo a Trinidad, en otro barco: el brick Fanny. En esta involuntaria estancia en Tenerife, Baudin y el resto de intelectuales de la expedición no se quedan quietos. Aprovechan al máximo esas semanas y recorren y estudian la isla y sus gentes. Visitan Anaga, el valle de La Orotava (participando en los carnavales del Puerto de La Orotava), La Laguna, la Isla Baja, Vilaflor y llegando incluso a ascender el Teide.
 
          Aquella estancia en Tenerife quedó plasmada en un maravilloso libro de Ledru, Voyage aux Iles Ténériffe, La Trinité, Saint Thomas, Sainte Croix et Porto Ricco. Aquí relata con detalle las vivencias de estos franceses en la isla, constituyendo hoy en día una obra magnífica para conocer cómo era el Tenerife de finales del siglo XVIII. Pero el trabajo de Ledru no quedó ahí. Estudió la flora insular y llegaría a hacer un herbario de plantas tinerfeñas que podemos disfrutar en la actualidad en el Musée Vert de Le Mans, y digitalizado, gracias al Proyecto Humboldt, y a petición de Alonso de Nava Grimón y Benítez de Lugo, marqués de Villanueva del Prado, redactó el primer catálogo de plantas existentes en el Jardín de Aclimatación de La Orotava.
 
          Además del trabajo de Ledru, es de resaltar lo realizado por el también miembro de la expedición René Maugé de Cely. Este zoólogo estudia y recopila decenas de especies de aves, llegando a enviarlas al Museo de Historia Natural de Paris, publicando con ello el primer inventario científico sobre avifauna de las islas.
 
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Portada del libro Voyage aux Iles Ténériffe, La Trinité, Saint Thomas, Sainte Croix et Porto Ricco
 
 
1797
 
          España se encontraba en guerra, como dijimos en líneas anteriores, con Gran Bretaña. En el marco de este bélico conflicto, en el verano de este año se desarrollará en Santa Cruz de Tenerife un episodio clave en la historia de esta ciudad y de todo el archipiélago. La madrugada del 25 de julio la flota británica a las órdenes del Almirante Horatio Nelson entra en batalla frente al muelle de la ciudad. Días antes ya fue avistada por el atalayero de la atalaya de Igueste de San Andrés, Domingo Izquierdo, e incluso llegaron a realizar un ataque por tierra fallido con el desembarco en la costa sur de Anaga, en el entorno de El Bufadero.
 
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          Pero, esa mañana del día de Santiago, a pesar de contar con casi 400 cañones, la flota de la Royal Navy se ve derrotada por las tropas españolas lideradas por el General Gutiérrez. En esta batalla, Nelson pierde el brazo derecho a consecuencia de un cañonazo proveniente del cañón Tigre, hoy conservado y protegido como pieza histórica de la artillería española. Gracias a esta victoria la ciudad de Santa Cruz de Santiago de Tenerife obtuvo años más tarde el título de Invicta, que se uniría a los ya otorgados de Muy Leal y Noble ciudad, puerto y plaza.
 
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Horatio Nelson
 
1798
 
          El siglo XVIII comenzaba con un evento natural de históricas consecuencias económicas y administrativas para Tenerife: la erupción del Volcán de Garachico en 1706. Las pérdidas ocasionadas con las coladas que destrozaron parte del núcleo de Garachico, incluido su puerto, hicieron que la principal plaza portuaria de la isla pasara a ser Santa Cruz de Tenerife, en ese momento una barriada costera de La Laguna.
 
          Y el siglo finaliza con otra erupción histórica, esta con nulas pérdidas económicas y de un gran valor geológico debido al lugar en donde se produce: la ladera occidental de Pico Viejo. Se trata pues del último proceso eruptivo y primero de carácter histórico en lo que hoy consideramos Parque Nacional del Teide.
 
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          La erupción comenzaba al empezar la noche del 9 de junio de 1798, finalizando el 15 de septiembre siguiente. Durante esos 99 días se generó por el Volcán de Chahorra, también llamadas Narices del Teide, un volumen de emisión aproximado de 35.623.693 metros cúbicos, ocupando una superficie cubierta de 4.566.693 metros cuadrados. El recorrido máximo de las coladas fue de poco más de 5 kilómetros, llegando hasta las inmediaciones de Boca Tauce.
 
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Coladas del Volcán de Chahorra, de color oscuro
 
1799
 
          El 5 de junio de 1798 zarpó del puerto de La Coruña, rumbo a América del Sur y Centroamérica, la corbeta Pizarro. A bordo, el naturalista, geógrafo y explorador berlinés Alexander von Humboldt. Tras una breve escala en La Graciosa, la nave llega a Tenerife el 19 de junio. Comenzaba la estancia en la isla del padre de la geografía moderna y con ello los seis días en los que las montañas, barrancos y valles tinerfeños fueron laboratorio de este científico universal. Fruto de esa semana, Humboldt pudo estudiar la flora insular, la geología (ascensión al Teide incluida), el aire y el clima, los yacimientos y modos de vida aborígenes, la vida de las gentes de finales de siglo en algunas de sus localidades e incluso poder realizar observaciones astronómicas desde las cumbres.
 
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Alexander von Humboldt
 
          El 25 de junio zarpó rumbo a América, pero llevó consigo conocimientos, experiencias y anotaciones que aún hoy en día son consideradas auténticos tesoros del saber científico. Por citar algunos de sus trabajos relacionados con Tenerife podemos destacar el famoso Tableau physique des Iles Canaries. Géographie des Plantes du Pic de Tenerife. Y es que su admiración y estudio de la flora del Valle de La Orotava y enlazándola con la que se encontró en las Cañadas y el Teide supusieron el marco ideal para poder establecer una distribución de los ecosistemas mediante pisos de vegetación según la altitud, y también bajo la influencia, claro está, de otros factores naturales: relieve y orientación.
 
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Tableau physique des Iles Canaries. Géographie des Plantes du Pic de Tenerife
 
 
1800
 
          Y a punto de finalizar el último año del siglo XVIII, de nuevo Nicolas Baudin llegará a Tenerife, el 2 de noviembre de 1800, esta vez al mando de una expedición científica más importante que la que años antes le había hecho recalar de manera involuntaria en el puerto de Santa Cruz. La Expedición Baudin partió el 19 de octubre de Le Havre, Francia, con destino a los mares del Sur y el Pacífico, estando formaba por dos naves Le Géographe y Le Naturaliste. A bordo de ambas, además del capitán francés, iban numerosos científicos y exploradores galos, entre ellos: el geógrafo Charles-Pierre Boullanger, el naturalista René Maugé de Cely, el botánico Jacques Delisse, el minerólogo Joseph Charles Bailly y los zoólogos Stanislas Levillain y Jean-Baptiste Bory de Saint-Vincent, quien escribiría años más tarde el libro Voyage dans les Quatre Principales Îles des Mers d’Afrique, fruto de esta expedición, con una parte dedicada a esta estancia en Tenerife.
 
          Durante 10 días los miembros de la expedición recorren algunos parajes de la isla y toman nota de aspectos ambientales y antropológicos, incluido todo aquello relacionado con el mundo aborigen. Tras esta semana y media en la isla, ponen rumbo al sur, doblan el Cabo de Buena Esperanza en febrero del año siguiente y se adentran en el Océano Pacífico en donde realizarán exploraciones muy significativas en Australia.
 
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Nicolas Thomas Baudin
 
 
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