Los caminos del agua

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 31 de agosto de 2015).
 
 
Teertulia y pila Custom
 
La Tertulia Amigos del 25 de Julio en la inaguración de la placa de la Fuente de la Pila (22 de julio de 2015)
 
          A principios del siglo XVIII, Santa Cruz era un pequeño pueblo de unos 2.200 habitantes y sus vecinos sólo contaban con la poca agua que corría por los barrancos, la que se extraía en las norias -dieron nombre a la calle- y la de los pozos o aljibes de las huertas o patios de las casas cuyos propietarios podían permitirse este lujo. Cuando en 1706, el capitán general Agustín de Robles hizo traer el agua desde los nacientes del Monte Aguirre, en la cordillera de Anaga, hasta la plaza del Castillo e instaló en su centro una fuente pública o pila para que los santacruceros pudieran suministrarse de agua potable en cualquier época del año, aquel lugar pasó a llamarse plaza de la Pila.
 
          El agua llegaba a través de 12 kilómetros de atarjeas de madera, elevadas sobre el terreno con palos o esteos para evitar que el ganado abrevase en ellas (canales altas); al llegar a la población, los conductos eran de mampostería, soterrados y tapados con losas (canales bajas).
 
          Dentro de Santa Cruz, el agua recorría las calles de las Canales Bajas (Doctor Guigou), Pilar, San Roque (Suárez Guerra), Barranquillo (Imeldo Serís), hasta llegar a la Casa del Agua, situada en la calle de las Canales (Ángel Guimerá), desde donde se distribuía a la huerta del convento de Santo Domingo, a la Pila, al aljibe de San Cristóbal y, desde allí, al caño de la aguada o fuente del Muelle, donde se suministraba a los barcos.
 
          La Pila, realizada en piedra volcánica del país, tenía en su centro y en alto, un surtidor por el que salía el agua que caía en la copa, de donde a su vez rebosaba por las bocas de seis mascarones, a modo de gárgolas muy poco resaltadas, hasta un pequeño estanque o pileta circular, en cuyo centro se alzaba el conjunto. Al borde de la copa, grabada en la misma piedra, se lee: AÑO DE MDCCVI REINANDO FELIPE V SIENDO GOVERNADOR CAPITAN GENERAL EL EXCELENTISIMO SEÑOR DON AGUSTIN DE ROBLES Y LORENZANA.
 
Placa Pila Custom
 
La Pila
 
          En 1802, sin que se sepan las causas, la Pila se cayó al suelo y se rompió, quedando inutilizada; para recomponerla se trajo la piedra de una cantera de Pedro Álvarez (Tegueste) y las piezas se unieron con pernos de metal.
 
          Dos años antes, había hecho escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, en su viaje a Australia, la expedición científica que mandaba el capitán Nicolás Baudin. Uno de sus dibujantes, Jacques-Gerard Milbert, realizó un grabado de la Pila, acompañado del siguiente texto: “Fuente de piedra de lava negra, situada en la Gran Plaza de la Villa de Santa Cruz. Tenerife”. En el dibujo observamos que el pedestal que soporta la copa que corona la fuente es mayor que el actual y tiene dos cartelas con las armas reales de España; por lo tanto, consideramos que al caerse la columna sustentadora se rompió y fue sustituida por una más corta y más elemental.
 
          Cuando el Ayuntamiento dispuso de su primera Casa Consistorial (1813), una vieja casona, alta y grande, haciendo esquina con la calle del Castillo, con fachada principal y balcón dando a la plaza de la Pila, quiso evitar el bochornoso espectáculo, discusiones y peleas que diariamente ofrecían las aguadoras, acemileros, soldados y la chiquillería; por ello, los ediles consideraron oportuno trasladar la centenaria Pila a la huerta del castillo de San Cristóbal, donde se colocó junto al muro que daba al mar, con el fin de suministrar el caño de la aguada de buques, surtir el aljibe del Castillo, regar la Alameda del Muelle, y que los vecinos también la pudieran usar. Además, se pavimentó la plaza con baldosas porque los vertidos y derrames del agua convertían el entorno en un lodazal inmundo, al mezclarse el barro con los excrementos de burros y mulos que hasta allí se llevaban para cargar las barricas o envases.
 
La vuelta a la plaza
 
          Al empezar a funcionar la fuente de Isabel II (1844), la Pila se desmontó y se guardó en un solar municipal, mientras se le encontraba una nueva ubicación. A finales del siglo XIX, Anselmo J. Benítez la rescató del olvido y de su posible desaparición y, después de repararla, la expuso en los jardines de su Hotel Villa Benítez.
 
          Al remodelar la plaza de La Candelaria, debido a las obras del Plan Urban (1986), los herederos de Benítez la devolvieron con la condición de que la fuente fuera instalada en su lugar de origen, condición que no fue cumplida pues se colocó en un extremo de la plaza.
 
          La fuente de la Pila, que constituyó el primer elemento de ornato urbano de la ciudad, hoy forma parte del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife como testimonio material del siglo XVIII.
 
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