La muerte, el perro y los astrónomos guanches (Los guanches - 5)

 
Por Alastair F. Robertson  (Publicado en inglés en Tenerife News, en su número 491, el 03 de enero de 2014). Traducción de Emilio Abad. 
 
 
          Es bien conocido que la gente prehistórica y las que llaman tribus “atrasadas” tuvieron un conocimiento profundo de las estrellas y sus movimientos en el firmamento. Y también se conoce que en Tenerife las tribus guanches de antes de la Conquista embalsamaban a sus difuntos y luego colocaban las momias en cuevas, lugares situados a mitad de camino entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos. Se desconocen los ritos funerarios, pero aún es posible que una ligera luz, apenas la que emite una estrella, pueda derramarse sobre el ritual.
 
          Hace algunos años, en alguna parte de Tenerife (el lugar es demasiado sensible para citarlo) se desarrolló una investigación arqueológica en una cueva de enterramientos guanches. Durante los trabajos otra obra cercana, también hecha por el hombre, atrajo la atención. Se trataba de un sistema de pequeñas oquedades en forma de copas y canales grabados en el suelo de roca, similar a los que pueden encontrarse en muchos lugares de Gran Bretaña, y que juntos compondrían un lugar singular en el que desarrollar los ritos funerarios. Pero, al estudiar su diseño, se descubrió una gran similitud entre el dibujo formado por la distribución de aquellos huecos y canales y la constelación del Can Mayor, “el gran perro”, dominado por Sirio, la estrella perro, su principal cuerpo celestial y la estrella más brillante de los cielos. Después de comprobar esta aparente coincidencia con varios expertos, las demás constelaciones fueron eliminadas una tras otra, hasta que quedó claro que la única configuración astronómica que coincidía con el dibujo era, sin duda, la del Can Mayor. Pero la sorpresa creció cuando los astrónomos supieron la significación histórica que esa constelación tuvo para las civilizaciones norteafricanas, como la tribu Dogon, en Mali, entre muchas otras, pero, en particular, para la cultura del antiguo Egipto.
 
          El simbolismo del Can Mayor ya tenía importancia en el tercer milenio antes de Cristo en el antiguo Egipto. Entonces la estrella Sirio era llamada Sothis, y constituía el principal punto de referencia para la agricultura y la vida religiosa del país. La primera y breve aparición de Sirio-Sothis antes del amanecer a mediados de julio, tras una ausencia de varios meses durante los cuales no había sido posible observarla, coincidía con la inundación anual del río Nilo. Pero su significado alcanzaba también el horizonte de las creencias funerarias. Este aspecto es de gran relevancia, porque concede verosimilitud a una posible conexión entre la constelación del Can Mayor y el sentido de la muerte para los guanches. Los guanches de Tenerife pudieron haber compartido este conocimiento básico de la astronomía y la filosofía cultural con la civilización egipcia.
 
          A través de la Historia, el Can Mayor y Sirio han sido interpretados de diferentes maneras. En algún momento se les identificó con la diosa Isis, esposa y hermana del dios egipcio Osiris, pero el enlace con la figura de un perro es aún más antiguo. Sirio-Sothis también se identificó con Anubis, el dios egipcio con cabeza de chacal que servía de guía a los muertos. Era el dios de los ritos funerarios, el encargado de pesar las almas de los fallecidos en la balanza de la justicia, a fin de determinar su destino en el más allá. A Sirio-Sothis se atribuye la invención del arte de embalsamar los cuerpos, que se mantenían insepultos durante setenta días, el mismo período de tiempo en que el Sol ocultaba a Sirio entre el amanecer y la caída de la tarde.
 
          Otra tradición equipara al Can Mayor con la tenebrosa figura de Cancerbero, el perro de tres cabezas que en la mitología griega guardaba las puertas del Hades, el infierno, el reino de los muertos, o, quizás, en el caso de Tenerife, las cuevas. Este cometido relaciona a Cancerbero con Sirio-Sothis-Anubis, que era el guía hacia el mismo lugar e incluso podía entrar en aquel reino prohibido.
 
          De modo que en Tenerife encontramos momias, cuevas sepulcrales y una representación del Can Mayor con Sirio, el perro-dios de  los ritos funerarios. Una difusa imagen de una ceremonia de enterramiento guanche empieza a tomar forma.
 
          Todo este conocimiento cultural y simbólico ligado al Can Mayor nos lleva a preguntarnos que, si se demostrara fuera de toda duda que existe una conexión entre la constelación y esta hipotética representación de la constelación mediante concavidades y canales esculpidos en una roca, ¿sería ésta una prueba fundamental de que los guanches de Tenerife poseían un antiguo saber y que eran los herederos  de un valioso y destacado conocimiento astronómico y simbólico?
 
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