El Castillo de San Felipe en el Puerto de la Cruz (Fortificaciones de Tenerife - 5)

 

Por Alastair F. Robertson  (Publicado en Tenerife News en su número 481 – 9 a 22 de agosto de 2013). Traducción de Emilio Abad.

 

 
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          Desplacémonos ahora al Puerto de la Cruz, en otro tiempo conocido como Puerto de La Orotava. La localidad contó con cuatro fortificaciones, tres de las cuales siguen en pie, y muchos cañones.

 

          En el extremo occidental de la ciudad se encuentra el Castillo de San Felipe. En ese lugar, y en 1588, se pensó erigir un pequeño fuerte, pero no fue hasta 1643 cuando se construyó el Castillo de San Felipe. El diseño del fuerte era de planta pentagonal, posiblemente para adaptarse a laja de roca sobre la que se levantó, y su primer capitán se nombró a finales de noviembre de 1644. En 1788 su artillería se componía de catorce cañones y tres morteros. La guarnición estaba constituida por dos oficiales, dos sargentos, cuatro cabos y cuarenta artilleros, pero en caso de guerra el número se incrementaba hasta alcanzar los siete oficiales, siete sargentos, doce cabos y ciento sesenta soldados. Sólo Dios sabe como podrían alojarse todos ellos en el pequeño fuerte, porque sólo existe espacio para doce hombres en el piso inferior y treinta en el superior.

 

        El Castillo de San Felipe se encuentra en magníficas condiciones, aunque ha sufrido tantas modificaciones que su estructura original es difícilmente identificable. Mientras tuvo funciones militares la apariencia del fuerte era muy diferente a la de hoy en día, pues no existían almenas y contaba con una sencilla plataforma para cañones encarando el mar y una sección de dos plantas en el lado de tierra. Si observa con atención sus muros exteriores, detectará fácilmente las líneas que muestran las diferentes alteraciones sufridas por el fuerte. Y cuando cruce el puente levadizo imagine que debajo tiene agua del mar, porque el foso estaba inundado antes de 1826, aunque desde 1843 permanece totalmente seco.

 

         San Felipe fue desartillado en 1878 y declarado inadecuado como instalación militar en 1924, poniéndose entonces en venta. Durante algún tiempo fue un restaurante y en la actualidad se utiliza como recinto para acoger actividades culturales. Merece la pena echar una mirada al interior, y el encargado es un agradable y bien informado anfitrión que habla inglés. 

 

 

 

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