El baobab del callejón del Judío (Retales de la Historia - 174)

 
Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 17 de agosto de 2014).
 
 
          En su obra Los árboles históricos y tradicionales de Canarias Leoncio Rodríguez dedica una especial atención a este raro ejemplar botánico originario del África tropical, que existió en el llamado entonces callejón del Judío, y que según se decía era el único de su especie existente en Canarias.
 
          No se sabía desde cuándo existía allí aquel singular árbol, en la huerta lindante con el pasadizo que comunicaba la calle del Pilar con la del Norte, haciendo frente a la Alameda del Príncipe de Asturias, ni cuál era el origen del nombre que se daba al callejón, aunque bien pudiera ser que se debiera a algún comerciante por allí instalado, del que subsistió su nacionalidad y no su nombre, lo que era bastante normal entonces. Por ejemplo, la calle Candelaria fue también conocida como calle de los Malteses.
 
          Pedro José de Mendizábal, junto con Francisco Mandillo, fue de los primeros en intentar aprovechar las aguas del barranco de Santos, logrando licencia municipal para construir una presa capaz para 5.600 varas cúbicas. Poseía huertas en la zona urbana y una de ellas era esta del callejón del Judío, que pasó luego a ser propiedad de José Antonio Pallés y Abril, quien en 1880 pidió licencia para ensanchar seis varas el callejón, ya que pretendía construir una casa en su esquina con la calle del Norte.
 
          El exótico ejemplar botánico que por sus proporciones se enseñoreaba de aquel espacio ya era suficientemente conocido y admirado, incluso por los viajeros nacionales y extranjeros y, en unión de las banderas de Nelson que se custodiaban en la parroquia matriz, solía ser uno de los puntos de obligada visita en sus recorridos por la capital. Por este motivo, cuando se supo que el ensanche del callejón podía afectar al árbol, fueron varias las voces que se hicieron oír en su defensa y, siendo alcalde Eladio Roca, en la sesión del 31 de mayo de 1881 se personaron el Gabinete Científico de Santa Cruz y la Sociedad Económica de Amigos del País, para solicitar del pleno que se conservara el baobab del callejón del Judío por ser el único existente en la provincia, a las que se unieron las de notables tinerfeños como Bethencourt Alfonso, Masferrer, Elías Zerolo, Miguel Maffiotte y otros. Se nombró una comisión para entrevistarse con el Sr. Pallés y garantizar la pervivencia del árbol, lo que condicionaba el propietario a que el ayuntamiento corriera con todos los gastos de reforzamiento de cimientos y paredes de la construcción proyectada para evitar daños por raíces y posibles grietas y humedades.
 
         La condición fue aceptada, pero el propietario de la huerta debió pensarlo mejor y dos meses después pidió, además, una indemnización por conservar el baobab, la corporación se mantuvo en su oferta anterior, y Pallés dijo que se le indemnizaba debidamente o cortaría el árbol. Para evitarlo se acordó expropiar los metros suficientes para el ensanche del callejón, incluyendo el baobab, pero el propietario no estuvo conforme con el justiprecio señalado por el perito designado al efecto y exigía nombrar otro, con cuyo dictamen de 959 pesetas tampoco se llegó a un acuerdo. Con tanto inconveniente ya estábamos en el año 1882 cuando se iba a nombrar un tercer perito, ante lo que Pallés ofreció zanjar el asunto si el ayuntamiento pagaba 500 pesetas, siendo las 459 restantes por su cuenta, lo que se aceptó para no prolongar más la discordia.
 
          Por entonces en La Laguna se trasladaban los restos de Alonso Fernández de Lugo desde el convento de San Francisco a la Catedral, y Santa Cruz acordó poner el nombre de calle del Adelantado al antiguo callejón del Judío, mientras La Revista de Canarias se preguntaba: "¿Por qué no del Baobab?" Pasaron los días, Pallés no vio atendida su demanda a pesar del acuerdo alcanzado –posiblemente por no disponer el ayuntamiento de los fondos necesarios–, se inició el ensanche de la calle y el famoso baobab desapareció para siempre.
 
          En 1885 todavía se le debían a Pallés un resto de 1.458,60 pesetas por el terreno cedido para el ensanche, por el dinero adelantado al consistorio para que expropiara la casa de Castro Fariña que hacía esquina a Pilar y por el adoquinado de la calle del Adelantado que había tomado a su cargo. Y aún hay más. En 1898 José Antonio Pallés donó al ayuntamiento terrenos de su propiedad para que se pudiera abrir el Camino de Pescadores, por la Cuesta de los Melones que lindaba con el fuerte de Almeida. Actualmente, muy cerca de la ubicación que tuvo el famoso baobab, en la confluencia de la calle Suárez Guerra con Pilar puede admirarse un nuevo y hermoso ejemplar de la misma especie, al que deseamos larga vida en recuerdo de su antecesor y para el disfrute de los ciudadanos amantes de la Naturaleza y de la Ciudad.
 
          La casa construida por Pallés fue más tarde sede de la sociedad Gabinete Instructivo, con la que Santa Cruz todavía está en deuda por su importantísima aportación social y cultural a nuestra capital. Para tratar de saldarla es necesario contar con la colaboración de los actuales propietarios del inmueble, hoy dedicado a instalación hotelera.¿Será ello posible?
 
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