Años de transición (Puerto y puerta - 146)

 
Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 30 de marzo de 2014).
 
 
          Desde el 6 de enero, día de Reyes, tengo el libro Puedo prometer y prometo (Random House Mondadori, SA, Barcelona, 2013), escrito por el periodista Fernando Ónega, que trata sobre los años que estuvo como director de prensa de la Presidencia del Gobierno con Adolfo Suárez. No se trata, dice, de una biografía, aunque se le parezca; cuando sus amigos le preguntaban qué estaba haciendo, les respondía: “Un cariño; el cariño del aldeano metido a escribidor al que un día uno de los más grandes hombres de la historia de España le ofreció colaborar con él”.
 
          La memoria de aquella etapa se patentizó cuando el pasado domingo se expande la noticia, esperada, del fallecimiento de Adolfo Suárez. El que fuera primer presidente del Gobierno de la democracia española fue despedido con el debido protocolo institucional, que trascendió a la ciudadanía en su numerosa y emotiva presencia.
 
          Aquellos años de transición se vivieron intensamente en estas islas. Tuvo pronta resonancia en el libro Canarias: prensa y política, cuyo autor es Ricardo Acirón Royo, doctor en Ciencias de la Información y primer catedrático de Periodismo en la Universidad de La Laguna. Su contenido se sustancia en las primeras líneas de la Introducción: “Quiere ser escueta, sencillamente, una crónica periodística… evoca algunos de los hechos políticos más relevantes que acaecieron en el Archipiélago”.
 
          Transcurridos algo más de 38 años desde la muerte de Franco, sin vanas divagaciones, hay que valorar el hecho objetivo del proceso de cambio que se realizó con absoluta normalidad. Ciñéndonos exclusivamente a la isla de Tenerife, el entonces presidente de la Junta de Obras del Puerto, Cándido Luis García-San Juan, lo fue desde mayo de 1961 hasta agosto de 1977, y el presidente del Cabildo, Rafael Clavijo García, desde febrero de 1974 hasta abril de 1979. Los sucedieron Alonso Rodríguez de Azero y del Hoyo y José Miguel Galván Bello, respectivamente.
 
          Sin embargo, en el proceso diseñador de la Comunidad Autónoma de Canarias recobraba nuevas fuerzas el oneroso pleito insular, que, dicho sea de paso, subsiste en la actualidad, aun habiéndose optado, caso insólito, por la capitalidad compartida de las dos establecidas provincias del Archipiélago: Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas.
 
         “La solidaridad entre todos cuantos integran el pueblo canario, del que emanan sus poderes, el desarrollo equilibrado de las Islas”, tal como lo especifica el Estatuto de Autonomía, sigue, lastimosamente, cuestionándose. Lo fue en la constitutiva Junta de Canarias, en abril de 1978, en Las Cañadas, al impugnarla José Miguel Bravo de Laguna, actual presidente del Cabildo de Gran Canaria. Y ahora mismo, en el diario ABC (16-3-2014): “Bravo empuña la defensa de la Isla”. ¿Defensa? ¿De quién?
 
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