Centenario de la Marquesina (Patrimonio histórico-monumental - 15)

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día / La Prensa el 15 de diciembre de 2013).
 
 
Marquesina Custom
 
 
 
          Los viajeros que llegaban por mar a Santa Cruz de Tenerife, desde 1847, desembarcaban por “los platillos”, una doble escalera de ocho peldaños de sillería que se encontraba en el origen del muelle Sur. Por este sencillo desembarcadero, personajes de todas clases sociales, entre ellos muchos viajeros ilustres, partieron y llegaron a la Isla potenciando las relaciones comerciales, históricas y científicas con el resto de los Continentes.
 
          Uno de estos regios personajes fue Alfonso XIII, en su visita a la Isla en 1906. Para recibir en el Muelle al primer monarca español que pisaba tierra canaria, se le encargó al arquitecto Mariano Estanga y Arias Girón (Valladolid 1867–Madrid 1937) que diseñara un desembarcadero real de estilo ecléctico para colocar a los pies de “los platillos”. Dicho templete, realizado en tela de lona, lo compraría Enrique Wolfson para instalarlo en el Hotel Quisisana, con el fin de que hiciera de quiosco en la zona ajardinada.
 
          Cinco años más tarde (1913), la Junta de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife encargaría al arquitecto Antonio Pintor y Ocete (1862-1946) el proyecto de un pabellón para el desembarco de viajeros que recibió el nombre de Marquesina.
 
          La Marquesina, realizada en Sevilla, en la fundición de Juan Miró y Casev, de la que Antonio Pintor era su representante en la Provincia, se instaló en la segunda alienación del muelle Sur, dando acceso al primitivo embarcadero (Platillos). Como en su construcción se utilizó el hierro como una técnica novedosa, hoy se le considera una de las muestras más significativas de la época en este tipo de arquitectura.
 
          De diseño sencillo, consta de una cubierta a cuatro aguas, sustentada por ocho finas columnas de hierro fundido en moldes. El techo, en su parte superior, está recubierto con planchas de plomo, mientras que la interior está machihembrada. El entablamento del techo está adornado con una crestería de flores de lis, encumbrándose en su parte delantera central a modo de frontón. La parte alta de cada pilar está decorada con adornos en vuelo, imitando una zapata.
 
          Desde La Marquesina se llevaba a cabo el traslado de personas y mercancías a través del tren de lanchas, falúas y gabarras de pequeño tonelaje que iban y venían a los barcos fondeados frente a las costas de Valleseco y San Andrés. En su pabellón, Santa Cruz daba la bienvenida a cuantos llegaban por los caminos de la mar, a la vez que despedía con añoranza a todos aquellos que machaban a otras latitudes en busca de mejor fortuna.
 
          El desembarco solía resultar pintoresco y peligroso pues, después de saltar a las escalinatas de acceso del muelle, tenían que recoger el equipaje que había llegado en otra falúa, y que un pescante fijo de hierro -grúa movida a mano- había depositado en tierra; luego, el celador de Puertos Francos, registraba los baúles de los viajeros, formando un bochornoso espectáculo ante los curiosos que allí se agolpaban; por eso, ante las protestas aparecidas en la prensa local, se habilitó un salón en la casa de la Aduana para estos menesteres.
 
          Este sencillo desembarcadero, situado al borde del mar, tenía un carácter acogedor y así lo expresaron en sus relatos los visitantes que dejaron su huella literaria e histórica en nuestra Isla.
 
          Al estar situada en el corazón de las actividades mercantiles del Puerto, era el centro de reunión de los cambulloneros de la ciudad, de los obreros de la carga blanca, de los guachimanes portuarios, y de todas aquellas personas relacionadas, de una u otra manera, con el muelle. Hoy, gracias al interés mostrado por la Autoridad Portuaria, la Marquesina forma parte del Patrimonio Histórico-Monumental del Puerto-Ciudad de Santa Cruz de Tenerife.
 
          Desde el año 2000, se encuentra en este nuevo emplazamiento, debido a que la primera alineación del muelle Sur quedó enterrada por las obras de relleno que se hicieron para obtener una plataforma de 12.000 metros cuadrados, destinado a zonas de preembarque y movimiento de pasajeros de las navieras Armas y Fred Olsen. 
 
02 - Entrada al muelle 1901 Custom
 
Entrada al muelle  (1901)
 
 
Aledaños de La Marquesina
 
          A la Marquesina se llegaba por una calle empedrada, con adoquines de piedra natural, en la que había varios edificios, de bonito y alegre aspecto, la mayoría relacionados con la vida portuaria.
 
          A la entrada de la citada calle se encontraba el castillo de San Cristóbal (1579-1928) y la Alameda de la Marina (1787-1915), mirador donde la gente esperaba la llegada de los barcos. En el muro del Castillo que daba al mar, estaba la Pila del Muelle que desde 1813 se utilizó como chorro o caño de la aguada para suministrar los buques. 
 
          Adosado al triple arco de entrada a la Alameda, haciendo esquina con la rambla de Sol y Ortega, se hallaban las oficinas del Fielato, de Consumo, y la Celaduría de Puerto Franco, encargadas de inspeccionar las mercancías que entraban o salían del Puerto. 
 
          A su lado existía, desde 1910, un moderno evacuatorio subterráneo con servicios para señora y caballero, al que llamaban “Kiosco de Necesidad de Pago”. Contaba con retretes, lavabos y urinarios. Los usuarios pagaban 15, 10 y 5 céntimos de peseta, respectivamente.
 
          Haciendo esquina con la rambla de Sol y Ortega, dando la espalda a la playa de la Alameda, el comerciante y consignatario José Ruiz de Arteaga levantó, en 1867, los almacenes denominados HIJOS DE RUIZ DE ARTEAGA. PROVEEDOR DE BUQUES. EFECTOS NAVALES, comercio que prestaría un gran servicio a la navegación pues en ellos se podía encontrar todo lo necesario para aparejar y reparar un barco.
 
          El edificio estaba cimentado sobre columnas de hierro fundido que salían del mar, dándose la curiosa circunstancia que era la primera vez que en esta Capital se utilizaba el hierro en la estructura de una obra. Los pilares se trajeron de Sevilla, de la fundición Pérez Hermanos, de la que José Ruiz Arteaga era su representante.
 
          En la planta baja del citado edificio, en la parte orientada a la playa de la Alameda, se encontraba la casa de baños públicos “Las Delicias” (Baños de Ruiz), dotada de veintisiete cuartos, provistos de bañera de mármol, con llaves de agua fría y caliente, donde se recibían baños de mar y de tina. En 1881, el precio de los baños era de una peseta.
 
          El citado establecimiento de salud, único en su género, representaba un lujo inusitado para esta época, pues poseía comodidad y un esmerado aseo; curiosamente, en 1932, a los sesenta y cinco años de su inauguración, el ayuntamiento decidió demoler el edificio por considerarlo “un peligro para la salud pública”, indemnizando a los herederos con 90.000 pesetas.
 
          En el solar resultante, se ubicaron bellos jardines que le daban prestancia a la entrada y salida del Puerto por la plaza de España. En ellos se expusieron varias piezas históricas: Farola del Mar, Locomotora, Grúa de Vapor, Pescante de Hierro y hélice del crucero Canarias.      
 03.- Entrada al Muelle 1920 Custom
 
Entrada al muelle  (1920)
 
          En el lado derecho de la calle, según se entraba al Muelle, se encontraba la Comandancia de Marina o Capitanía del Puerto. El inmueble, construido en 1864 y reconstruido en 1897, según el proyecto de Manuel de Cámara y Cruz (Santa Cruz de Tenerife 1848-1921), presentaba una fachada de una sola planta, dividida en cinco cuerpos con rigurosa simetría axial. Los cuatro cuerpos laterales, agrupados dos a dos, eran espacios enmarcados por sendas pilastras que sostenían un entablamento que albergaba sendos huecos de ventana; a su vez, estos apilastrados cuerpos laterales se encuadraban entre otras columnas de mayor relieve que se coronaban con sendos machones decorados que servían de anclaje a las balaustradas de antepecho de la azotea.
 
          El cuerpo central del edificio se realzaba con un doble contrafuerte de mayor altura, coronado con friso decorado con un tímpano central que albergaba un medallón-escudo. La gran puerta de acceso al edificio tenía la ambiciosa intención de también serlo de entrada a la ciudad.
 
          Este cuerpo central de planta cuadrada, que ocupaba una primera crujía, se veía realzado por una segunda planta, a modo de torre coronada por un amplio doble friso. Este elemento tenía por finalidad auxiliar a los Prácticos en el avistamiento de buques.
 
          Lo que más llamaba la atención del edificio eran los arcos de herradura en puerta y ventanas, motivo por el que estaba considerado dentro del conjunto de los historicismos arabizantes. En la formulación de las ventanas, el arquitecto manejó elementos funcionalmente eficaces y estéticamente acertados pues aprovechó la parte vertical de las jambas para albergar un acristalamiento de dos hojas, mientras la del arco, de trazado geométricamente circular, formaba un ventanal sólo de iluminación. Como se observa en la fotografía, a las ventanas se le añadieron persianas con el fin de buscar intimidad ante la cantidad de personas que diariamente transitaban por aquel lugar. El sincretismo logrado en el edificio, manejando elementos de tan diversos lenguajes, es funcionalmente eficaz y estéticamente acertado.
 
          En su interior se encontraban las cuatro habitaciones -bastantes espaciosas- que albergaban las oficinas del Capitán del Puerto y de los Prácticos.
 
          La Comandancia de Marina funcionó en este lugar hasta 1945, año en que se inauguró la nueva sede en la confluencia de la Rambla de Santa Cruz con la avenida Francisco La Roche. 
 
04.- Comandancia de Marina Custom
 
Comandancia de Marina
 
          Al lado de la Comandancia de Marina se encontraba el pequeño edificio de la Dirección de Sanidad Marítima, construido en 1865. El inmueble albergaba las oficinas de la autoridad sanitaria y un almacén para el depósito de los enseres de la falúa con la que hacían el servicio de visitas a los barcos para concederle la “libre plática”; es decir, concederle el permiso de atraque una vez comprobado el buen estado sanitario de la tripulación y los pasajeros.
 
          Le seguía la pescadería, fabricada en 1865 a expensas de los matriculados, según rezaba en una placa colocada en su fachada. Era un edificio elegante, con una galería de muy buen gusto, realizado con piedra procedente de Igueste de San Andrés. Fue derribado en 1931. Este establecimiento era muy amparado por la Autoridad de Marina, y por ello no dejaba intervenir al Ayuntamiento, pues consideraba que era ajeno a los negocios de la mar.
 
          El salón donde se exponía la mercancía era amplio, luminoso y ventilado. Los puestos de venta estaban bien distribuidos y todos tenían mesas de mármol blanco; además, existía un  esmerado aseo y un chorro de agua dulce.
 
05.- Entrada al Muele 1927 Custom
 
Entrada al muelle  (1927)
 
          A continuación se hallaba la casa habitación del torrero de la Farola, realizada en 1873. Era un edificio sólido, bien construido, con bonita fachada, cómodo y de buen gusto. Como su nombre indica, su función era exclusivamente dar albergue al encargado de la constante vigilancia de un servicio de tanta trascendencia en el Muelle.
 
          Cerrando esta manzana de edificios se encontraba el único tinglado de hierro que existía en el Muelle. Había sido traído de Londres, en 1868, por la Junta de Comercio para la custodia y resguardo de efectos y mercancías.
 
          El proyecto fue obra de Pedro Maffiote, director de caminos vecinales, y el montaje corrió a cargo del ingeniero José de Paz Peraza. Como se levantó en menos de un año, esta nueva técnica serviría de aliciente para nuevas construcciones de hierro.
 
          Este tinglado lo arrendó, en 1901, la Junta de Obras del Puerto a la Sociedad del Tranvía de Tenerife para utilizarlo como Estación Terminal en la línea Santa Cruz-Laguna-Tacoronte.
 
          En las inmediaciones de La Marquesina se encontraban varias casetas de madera que albergaban pequeñas oficinas de distintas empresas que realizaban actividades mercantiles en el Muelle  (transportes, aduanas, compañías fruteras, etc.).
 
          Bajo los muros del muelle alto del Dique Sur se instaló la cantina “La Marquesina” famosa y popular en el ambiente marinero, sobre todo por los bocadillos de “chorizo de perro” y por haberse patentado en ella el “barraquito”.
 
          También, a los pies de La Marquesina estuvo atracada, durante los años 1962-1973, la central térmica flotante Nuestra Señora de la Luz, que con sus 9.000 KW de potencia ofrecía el treinta por ciento del total energético que necesitaba la Isla. Este barco, que había sido un destructor de escolta americano, de propulsión eléctrica, de 76,27 m. de eslora y 11 m. de manga, llegaría a ser un elemento familiar dentro del paisaje santacrucero.
 
          Este romántico rincón portuario, también sería, entre 1982 y 1992, una improvisada estación del Jet Foil y por tanto el eje principal del tráfico interinsular de pasajeros.
 
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