150 aniversario de la Farola del Mar (Patrimonio histórico-monumental... - 14)

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el 8 de diciembre de 2013).
 
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La Farola del Mar en 1890 
         
         La Farola del Mar que se encuentra instalada en el muelle de Enlace del puerto de Santa Cruz de Tenerife, fue el primer faro de orientación que entró en funcionamiento en el Archipiélago Canario; los restantes fueron construidos dentro del Primer Plan de Construcción de Faros de Canarias (R.O. de 1 de abril de 1867). En la actualidad se halla fuera de servicio puesto que ha sido reemplazada por el nuevo balizamiento del Puerto.
 
          La linterna, la óptica, la cámara de servicio y la maquinaria, realizadas en París por Henry Lepaute, llegaron al puerto de Santa Cruz de Tenerife en mayo de 1862, encendiéndose por primera vez el 31 de diciembre de 1863.
 
          Este faro de sexto orden, instalado en el codillo del dique-muelle Sur, entre la segunda y la tercera alineación, a 28º 28’  30’’ N. y 16º 15’ 0’’ W,  era considerado por los marinos como guía y símbolo protector de la vida de los hombres de la mar, puesto que servía de punto de referencia a la navegación.
 
          La torre de la Farola, construida por una estructura de madera de forma hexagonal y color aplomado claro, está ensamblada a un poste central, perteneciente al palo mayor de un velero, por el que una escalera de caracol permitía el acceso del Torrero hasta la óptica. La torre, elevada 6,3 metros sobre el terreno, situaba su luz a 10,5 metros por encima del nivel del mar. La puerta de entrada y una pequeña ventana están ubicadas en el lado de tierra.
 
       La óptica situada en lo alto de la torre, protegida por una linterna de forma octogonal de 1,60 m de diámetro y una altura acristalada de 1.10 m, está formada por ocho anillos catadriópticos en su parte superior e inferior, y por paneles dióptricos en su parte central. 
 
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          Este aparato óptico emitía un relámpago de luz blanca, fija, fuerte y rápida que, en circunstancias favorables, alcanzaba 9 millas náuticas,  produciendo un destello de luz intermitente de 1,5 segundos de duración, cada 3 segundos de oscuridad. El arco de horizonte de mar que iluminaba correspondía a un círculo completo de 360º.
 
          La linterna tiene a su alrededor una sencilla balconada, protegida por una baranda de bronce que permite rodearla; el volado que la circunda se sostiene con estribos de hierro. El techo está cubierto por una cúpula y un cupulino, realizados en cobre. En lo alto del cupulino tiene instalada una veleta, la rosa de los vientos, y un pararrayos para evitar que fuera destruida por la electricidad que desprenden las tormentas.
 
          Al principio (1863), la Farola alumbraba con una lámpara Maris de mecha cilíndrica de algodón, rodeada por un tubo de cristal, y usaba como combustible aceite de oliva prensada en frío. En 1932, al aplicarle petróleo, producía una potencia luminosa mucho mayor y un alcance de 16 millas. También se experimentó con combustible gaseoso pero, debido a su peligrosidad en el transporte, se sustituyó por acetileno. 
 
          Con la llegada de la energía eléctrica a Santa Cruz de Tenerife (1897) se le dotó de un mecanismo con el que se obtenían centelleos de color rojizo y alcance de ocho millas; al año siguiente, al comprobarse que no era visible desde la mar, debido al fondo resplandeciente de la ciudad, volvió a su iluminación original.
 
          Actualmente, las intermitencias de la óptica se logran con una bombilla aplicada a un motor que gira una rueda dentada con un reductor que, alternativamente, abren y cierran un circuito, logrando que se apague y encienda. La frecuencia de la intermitencia depende de la disposición de las levas.
 
          Aunque la Farola del Mar ya no se utilice para guiar a los barcos, sino que constituye un elemento de ornato urbano, formando parte del patrimonio histórico del Puerto-Ciudad, su valor testimonial, el perfil de su torre con ribetes de alminar, y el parpadeo de su luz, conforman la estampa nostálgica del viejo Santa Cruz dentro de un Puerto moderno y acogedor.
 
Cambios de ubicación de La Farola
 
          Las grandes reformas de ampliación realizadas en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, que destruyeron el primitivo Muelle en el que se instaló la Farola en 1863, han hecho que ésta se haya desarmado cuatro veces, pieza a pieza, para luego colocarla en un nuevo lugar.
 
          El 30 de junio de 1954, cuando por disposición ministerial la Farola iba a ser desmontada de su emplazamiento primitivo, después de estar cerca de un siglo lanzando sus destellos al Océano, un grupo de chicharreros amantes de nuestro Patrimonio, le rindieron una cariñosa despedida que resultó ser un verdadero acontecimiento.
 
          El emotivo acto, al que asistieron muchos ciudadanos en un alarde de sentimiento isleño, fue organizado por la Junta de Obras del Puerto, en colaboración con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Radio Club Tenerife, la Masa Coral Tinerfeña y la Peña Weyler.
 
          A las 12 de la noche, hora señalada para apagar la popular Farola, se reunieron las autoridades provinciales, encabezadas por el capitán general, Miguel Rodrigo Martínez, el gobernador civil, Carlos Arias Navarro, el presidente del Cabildo Insular, Antonio Lecuona Hardisson, el alcalde de la ciudad, Heliodoro Rodríguez López,  cuerpo consular, etc. Una hora antes, Radio Club comenzó a retransmitir los actos, lo que hizo que miles de personas se fuera congregando en el muelle y sus alrededores para despedirla.
 
          El acto lo abrió la cantante María Mérida, interpretando el famoso estribillo: 
 
                    “Esta noche no alumbra  //  la Farola del Mar.  //  Esta noche no alumbra,  //  porque no tiene gas.”
 
          Le siguió el grupo de la Masa Coral, quién cantó la nueva letra de la Farola, de la que era autor Nijota:
 
                    “Ya en el muelle no alumbra,  //  la farola del mar  //  pues como era chiquita,  //  la mandaron quitar.”
 
          Los Huaracheros improvisaron una copla, mitad nostálgica, mitad festiva, que impresionó a los sensibles ciudadanos: 
 
                    “Monumento nacional  //  es el Gobierno Civil  //  también la vieja Farola,  //  tiene derecho a vivir.”
 
          Para comprender esta copla hay que puntualizar que el Gobierno Civil se encontraba en el Palacio de Carta, en la plaza de La Candelaria.
 
          Cuando el capitán general, Miguel Rodrigo Martínez apagó la luz de La Farola, los sentimientos de los ciudadanos se volvieron a estremecer, cantando:
 
                    “Esta noche no alumbra,  //  la Farola del Mar.  //  Esta noche no alumbra,   //  la apagó el General.”
 
          Hubo intervenciones poéticas a cargo de Carlos Pinto Grote, quién  nos reveló la condición femenina de esta emblemática figura, al expresar:
 
                    “Aquí para nosotros, dicho tímidamente, siempre fue una mujer. En otras tierras hubiera sido un hombre, un hombrecito, sin categoría tal vez, y se hubiera llamado faro o farito, de ínfima categoría, si queréis, pero masculino.”
 
          El apartado lírico lo cerró Luís Diego Cuscoy, con su verso La Farola tiene un novio:
 
                    “Breves destellos clavados en la noche espesa y larga;  //  prendedores que refulgen sobre los pechos del agua.  //  Veleros adormecidos y chalanas desveladas;  //  las esquinas de la noche tienen aristas de plata.  //  La Farola tiene un novio al otro lado del alba.
 
                     Un leviatán fabuloso estrena frías escamas  //  y peces sin biografía abren sus rizadas branquias  //  mientras, rumboso, el nocturno, se gasta la Vía Láctea.  //  La tierra, oscura, la tierra,  tiene una pupila blanca  //  que pasa sobre el rondel de las olas levantadas.  //  La isla, quieta, la isla, con orilla iluminada,  //  cuelga vivas lentejuelas en proas de roca y algas.  //  La Farola tiene un novio al otro lado del alba.
 
                     En un columpio encendido la noche se columpiaba;  //  cuando subía la brisa levantaba sus enaguas;  //  brazos de viento salado al bajar la acariciaban.  //  La hélice de los barcos, muele que muele luz blanca;  //  cada estela un remolino de estrellas pulverizadas.  //  La Farola tiene un novio al otro lado del alba.
 
                     La tierra le dice al mar, palabras de luz y agua;  //  naves golosas de besos  sueñan caricias lejanas.  //  Al talle de la farola sube la marea alta  //  y un marinero sin sueño la busca de madrugada.  //  La luna, que tiene envidia, abre su alta ventana;  //  un marinero loco en su velero la embarca  //  y la farola se queda pespunteando distancias.  //  La Farola tiene un novio al otro lado del alba.
 
                   Una noche se apagó para peces y chalanas,  //  para veleros sin sueño y rondel de luna y agua.  //  Las muchachas de la isla, junto a la orilla cantaban.  //  De un bergantín bien dispuesto la luna desembarcaba.  //  Si se encendía la luna, la farola se apagaba.  //  La Farola tiene un novio al otro lado del alba.”
 
          Los actos terminaron con una exhibición de fuegos artificiales, organizados por la Peña Weyler.
 
          La repercusión del acto fue tan grande que la emblemática Farola se guardó en los almacenes que la Junta de Obras del Puerto tiene frente al Club Náutico, evitando de esta manera su desaparición.
 
          El 20 de diciembre de 1984, después de estar treinta años en los citados almacenes, la Farola volvió a lucir elegante y altiva en el jardín que se encontraba a la entrada del Muelle, frente a la plaza de España, junto con otros elementos patrimoniales del Puerto (Locomotora, Grúa de Vapor, Pescante de Hierro y Hélice del  crucero Canarias) dando la bienvenida a los viajeros que llegaban o partían por los amplios caminos de la mar.
 
          Al acto de reposición de la Farola asistieron las autoridades provinciales y locales, representantes de los distintos estamentos culturales, sociales y económicos así como numeroso público. Tras el encendido de este símbolo tinerfeño, tomaron la palabra el alcalde de la ciudad, Manuel Hermoso Rojas, el presidente del Cabildo, José Segura Clavel y el presidente de la Junta del Puerto, Julio Pérez Hernández. 
 
          Los grupos folclóricos Acaymo y Attenari, interpretaron las consabidas canciones populares dedicadas a La Farola, mientras que los Sabandeños presentaron su nueva composición “Farola de Santa Cruz”, de la que es autor Elfidio Alonso.
 
          En el año 1991, otro cambio en la infraestructura portuaria obligaría a depositarla de nuevo en su retiro, hasta que, el 30 de abril de 1994, dentro de los actos del V Centenario del descubrimiento de América, volvió a lucir su majestuosa estampa junto a la Marquesina.
 
          En el año 2009, debido a las obras de relleno de 12.000 metros cuadrados que se le “ganaron” al mar, entre el muelle de Ribera y el muelle Sur, para lograr un nuevo espacio portuario destinado a zona de preembarque y movimiento de pasajeros de las navieras Armas y Fred Olsen, la Farola volvió a trasladarse de lugar; esperemos que el actual sea el definitivo.
 
La casa del torrero de La Farola
 
          Con el fin de que el encargado de la constante vigilancia de un servicio de tanta trascendencia para el Muelle tuviese una vivienda en sus cercanías, en 1873 se construyó la casa habitación del torrero de la Farola. Era un edificio sólido, bien construido, con bonita fachada, cómodo y de buen gusto, situado entre la pescadería del muelle y el tinglado de hierro.
 
          El primer funcionario que tuvo este cometido fue don Enrique Calderón, perteneciente al cuerpo de Torreros.
 
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La Farola del Mar en 1900 
 
LA FAROLA DEL MAR, SÍMBOLO ARTÍSTICO
 
          La Farola ha sido motivo de inspiración de los principales poetas canarios, por lo que forma parte del repertorio del cancionero y folclore isleño. 
 
POESÍAS
 
          Elegía a La Farola del Mar (I). Por Juan Pérez Delgado (Nijota)
 
                    "Farola del Mar, farola  //  antigua, pero bien hecha,  //  la que está en el muelle Sur,  //  subiendo a mano derecha.
 
                     Hace tiempo que mantienes  //  tu intermitencia fugaz,  //  ¡vieja antorcha de petróleo,  //  que se llamó aceite-gas!.
 
                     Después te modernizaste  //  para guiar la “vapora”  //  y has estado haciendo señas  //  con el kilovatio-hora.
 
                     En este treinta de junio,  //  por marítimas razones  //  apagaran tus llamitas,  //  filamentos y carbones."
 
          Elegía a La Farola del Mar (II). Por Juan Pérez Delgado (Nijota)
 
                    "Farola del Mar, farola  //  de aspecto noble y sencillo,  //  que has creado y perpetuado  //  un popular estribillo:
                     
                     'Esta noche no alumbra  //  la Farola del Mar.  //  Esta noche no alumbra  //  porque no tiene gas.'
 
                     Después del 30 de junio,  //  si queremos parrandear,  //  tu pegajoso estribillo  //  habrá que modificar.
 
                    Porque ya el 30 de junio,  //  un técnico indiferente  //  desconectará tu cable  //  y no pasará corriente.
 
                    Y el estribillo de isa  //  que tanto se canta aquí,  //  en las fiestas venideras  //  habrá que cantarlo así:
 
                    'Ya en el muelle no alumbra  //  la Farola del Mar,  //  pues como era chiquita  //  la mandaron quitar.'
 
                     Sin tu: enciende-apaga-enciende  //  la mar ¡que triste estará!.  //  ¡Ay, farolita, farola,  //  rola, rola, rola, ra! " 
 
CANCIONES
 
          La Farola del Mar. Juan Pérez Delgado (Nijota)
 
                    “Ya en el muelle no alumbra,   //  la farola del mar  //  pues como era chiquita,  //  la mandaron quitar.
 
                     Esta noche no alumbra,  //  la farola del mar  //  esta noche no alumbra,  //  ni alumbrará jamás.”
 
          La Farola del Mar.  Por Veremundo Perera
 
                    “Esta noche no alumbra,  //  la farola del mar  //  esta noche no alumbra,  //  porque no tiene gas.
 
                     Si esta noche no alumbra,  //  la farola del mar  //  si esta noche no alumbra,  //  mañana alumbrará.”
 
          La vieja Farola (Vals). Por Bastardi Marques/Perdomo Alfonso
 
                    “Esta vieja farola del mar  //  que en el puerto canario alumbró,  //  guarda todo un pasado ritual  //  del fatache y del paquebot.
 
                      Ella fue con el Teide inmortal,  //  la marina atalaya que unió  //  la vigilia de un sueño imperial  //  con la estela triunfal del motor.”
 
                    Estribillo: “Isla tinerfeña, drago y caracola,  //  balcón del esmeralda y de sal,  //  atlántica posada cordial,  //  que a todas las naves guardó.
 
                                     Aires de parranda, el marino canta  //  a la vieja farola del mar,  //  porque el puerto siempre es hogar,  //  porque el puerto siempre es amor.”
 
                     “La bahía se abre gentil  //  con aliento de superación,  //  así abraza a un mundo feliz  //  una isla que sube hacia el Sol.
 
                     A esa rada latente y vital  //  Tenerife debe su esplendor  //  pues el puerto es trabajo y es fe  //  bienestar de un mañana mejor.”
 
                    Al estribillo.
 
          Farola de Santa Cruz. Por Elfidio Alonso
 
                    “Farola de Santa Cruz  //  Marquesa en tu marquesina,  //  Blanca Nieves hechizada  //  hoy despiertas a la vida,  //  porque el pueblo te ha besado  //  y ha roto la hechicería.
 
                      Farola de Santa Cruz  //  linterna chicharrera  //  solterona empedernida  //  coqueta de la ribera.
 
                     La seña de la perica  //  la lanzas al infinito,  //  como jugando al envite  //  con los pejes y barquitos.
 
                     Tus viejos enamorados  //  del Porís, Teno y Anaga  //  te saludan cada noche  //  con tus tres luces cruzadas.
 
                     Pero tú te haces la ciega  //  muy esquiva y remolona,  //  ¿no será que te camela  //  la vieja locomotora?”
 
COPLAS CANARIAS
 
                    “¡Ay! Veremundo Perera,  //  con tu Farola del Mar  //  que de esta noche no alumbra,  //  nació un canto popular.”
 
                   “¡Ay! Farola chicharrera  //  que alumbras la noche oscura,  //  encenderte yo quisiera  //  con gofio y con leche pura.”
 
                   “Cuando llegue yo a mi casa  //  tendré cosas que contar  //  pues he visto la Farola  //  en la orillita del mar.”
 
                    “Del año cincuenta y cuatro  //  la farolita del mar,  //  la noche treinta de junio  //  cuando dejó de alumbrar.”
 
LA FAROLA DEL MAR EN EL PERIÓDICO “EL DÍA”
 
           Blasón chicharrero. Por Juan A. Padrón Albornoz 
 
                    “Todas las ciudades con buen y bien hacer, cuentan con algún blasón que la imaginación toma como asidero para evocarlas y darles  un valor emblemático. Ese blasón chicharrero es la vieja y siempre nueva Farola.
 
                    Nuestra entrañable Farola del Mar reúne las tres condiciones indispensable para que un paraje se convierta en blasón sentimental de toda una ciudad: la de ser única y peculiar, la de su marcada visibilidad, y la de contener en sí una alusión silenciosa y constante al espíritu inalienable de la ciudad.
 
                Cuando Santa Cruz se arrebujaba en su manto de estrellas, a la vera de la mar inquieta, la luz de la farola comenzaba su destellar humilde, lleno de legítimo orgullo, con su relámpago fuerte, un latigazo de luz rápido que taladraba las aguas y rasgaba y rompía las tinieblas de la noche.
 
                  Su luz parpadeante, limpia y diáfana que taladraba las aguas, rasgaba y rompía las tinieblas de la noche, fue una luz esperanzadora que protegió la vida de los hombres de la mar.
La vimos siempre como si fuera un símbolo, triunfo de la vida sobre las aguas en que la muerte acecha entre las olas siempre traicioneras.
 
              El 30 de junio de 1954, cuando se apagaron los guiños de la Farola, cuando su camino de luz dejó de brillar sobre la mar, cuando su grito mudo nos estremeció, cuando en todas las calles marineras se respiraba un silencio de tristeza con un dolor de corazones rotos, el Atlántico isleño que nos sacude con sus espumas se paralizó escuchando el silencio. 
 
                De la vieja Farola nos queda la luz, que era el reloj en nuestros ojos niños, y también nos queda su buena estampa entre la mar echada, el macizo de Anaga y el fondo de nuestra ciudad.
 
                A su sombra, donde tocamos la mar con toda el alma, y el silencio crece con el viento de la mar, descubrimos el verdadero palpitar de Santa Cruz y de su Puerto.
 
                El parpadeo de su luz y el perfil de su torre con ribetes de alminar, han quedado en la imaginación popular como estampa nostálgica del pasado de Santa Cruz.
 
               Con sus destellos humildes, llenos de legítimo orgullo, durante 91 años dio la limosna de su luz a los barcos que necesitaban de ella.”
 
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La Farola del Mar en 1910
 
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