El Mercado de hierro (Retales de la Historia - 127)

 
Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 22 de septiembre de 2013).
 
 
          Se habla de volver a poner en uso el antiguo tinglado de hierro que sirvió de mercado y pescadería en la plaza frente al Teatro, y que el día primero del presente mes ha cumplido 115 años de vida.
 
          La historia de los mercados de Santa Cruz es bien peculiar. Del primitivo al aire libre en la plaza del Castillo, se pasó en 1815 al primero cubierto junto a la desembocadura del barranquillo del Aceite, que treinta años después resultaba insuficiente y, además, se encontraba en estado ruinoso. En 1849 el regidor Gregorio Carta fue el primero en proponer que se hiciera plaza de mercado en el solar de la iglesia de Santo Domingo, matadero en la casa de la carnicería y oficinas municipales y escuelas en el antiguo convento de San Francisco, de todo lo cual, en un alarde de optimismo, se pidió presupuesto al arquitecto Manuel de Oráa. Cinco años después, en 1854, aunque ya estaba en uso, el nuevo mercado se inauguró oficialmente el 25 de julio, día del compatrono de la Villa y del capitán general y gobernador civil Jaime Ortega.
 
          Pronto la nueva recova comenzó a ser insuficiente y, aunque en 1870 se negó permiso para establecer lonja de pescado salado frente a su fachada, diez años más tarde ya existían puestos de venta frente al mercado y teatro, cuya renta se subastaba anualmente. Es en la década de los noventa cuando, al mismo tiempo que se pedía presupuesto para un puente de hierro para el barranco de Santos, se solicitó también para un tinglado de hierro que se colocaría en la misma plaza. El presupuesto era de 5.558 pesetas, más 3.879 pesetas por su colocación y arreglo del pavimento. Nada se hizo entonces, y con el paso de los años estas cantidades quedaron desfasadas y, en 1897, alcanzaban las 16.259 pesetas. Este mismo año se recibieron, por mediación de la firma Hnos. Fernández del Castillo, las piezas para montar el tinglado, y se acordó su instalación por administración.
 
          El montaje no dejaba de ofrecer dificultades, pues se precisaban conocimientos técnicos que complicaba el encontrar la persona adecuada,  hasta que alguien se acordó de Luis Braun, llegado hacía diez años, técnico que había enviado la fábrica alemana Krupp para montar la grúa Titán para las obras del muelle, y que aquí se había quedado establecido. Más tarde también se le encomendaría la reparación y puesta a punto del material municipal de lucha contra el fuego.
 
          El 31 de agosto de 1898 tuvo lugar la firma del acta de recepción de la instalación, que fue abierta al público el día siguiente, primero de septiembre. En los años siguientes se le dotó de persianas, también de hierro, en su lado Norte y en el techo.
 
          Entretanto se estaba procediendo a la ampliación de la entrada del muelle, lo que llevó consigo el derribo de los arcos de la Alameda, obras que también afectaron al tinglado de la antigua pescadería, cuya techumbre amenazaba ruina. Por este motivo se procedió a su desalojo y en noviembre de 1920, se acordó trasladar la venta de pescado al mercado de hierro, lo que se realizó no sin que se produjera un amplio debate, tanto en el seno de la corporación como en la opinión pública, pues no todo el mundo estaba de acuerdo con la nueva ubicación de la pescadería.
 
          En 1943, construido por el Mando Económico el nuevo mercado de Nuestra Señora de África, que ahora cumple su 70º aniversario, la utilidad y emplazamiento del viejo tinglado de hierro se puso en cuestión, y se pensó trasladarlo a las inmediaciones de la nueva recova, lo que representaba un costo, según presupuesto del arquitecto municipal, de unas 10.000 pesetas, por lo que el proyecto quedó postergado. Tres años después se decidió llevarlo a la barriada García Escámez, pero hubo que esperar a 1949, año en el que, por fin, se pudo habilitar un crédito de 12.000 pesetas para su traslado e instalación.
 
          Desde entonces allí ha estado inoperante la mayor parte del tiempo el viejo “Mercado de Hierro”, testimonio y parte importante del patrimonio histórico y comercial de Santa Cruz, sin que, como ocurre en otros tantos casos en nuestra ciudad, mereciera la debida atención ni se supiera qué destino darle. Según publicaba este mismo periódico La Opinión en su edición del día 10 del corriente mes, en 2009 se inició su rehabilitación con un sustancioso presupuesto, lo que lleva a pensar que pronto recuperará la función para la que fue concebido.
 
          Felicitaciones a los vecinos de García Escámez, que incorporan a su barrio un valioso elemento patrimonial urbano que merece todo su cuidado y atención.
 
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