Lo que pensaba de Nelson un visitante de Tenerife

Por Enrique Roméu Palazuelos  (Publicado en El Día en julio de 1986).

  

          ¡Bien ,.. Bien!... Como decía mi catedrático de Latín, que luego te ponía un cero tan grande como un rosco de vino de los de Estepa... ¡Bien!... En diciembre de 1845, ancló en la rada de Santa Cruz de Tenerife un navío inglés, de nombre Blenheim, que recordaba un lugar de muchas batallas, una de ellas en 1704, entre el príncipe Eugenio de Marlboroug y los franceses. En el barco venía un viajero que fue haciendo relación de lo que veía, en inglés, naturalmente. Relación que, conocida por los redactores del periódico santacrucero La Aurora, fue traducida y publicada con la rúbrica J.P.S., que no es muy difícil de adivinar que son las iniciales del poeta José Plácido Sansón.

          Las notas del británico tienen datos interesantes. El Teide se les presentó “dividido a la mitad por una capa de nubes”, que es un espectáculo corriente. “Santa Cruz -siguió el turista- cuenta poco más o menos ocho mil habitantes. Es la Capital de las Islas Canarias y un pueblo de pequeñas dimensiones, si bien bastante aseado. Sus calles están empedradas, y a cada lado tienen una fila de baldosas, al parecer de materia volcánica. Se encuentran allí excelentes tiendas, las que si no de un exterior muy ostentoso, están no obstante, abundantemente abastecidas”.

          Pasó después a observaciones bélicas, propias de un espíritu orgulloso. Y en ellas un comentario, común hasta en los partidos políticos, que, luego de unas elecciones, todos están contentos, porque todos han ganado. El inglés creía que lo de Blake, en 1656, fue una victoria de ellos. (¿Le ponemos un cero?).

          Luego siguió:

               “Santa Cruz, en segundo lugar, posee un interés particular respecto de los ingleses, como la escena de la ÚNICA derrota experimentada por Nelson". (Otro cero. El marino sufrió más reveses y en uno de ellos perdió un ojo...). “...el nombre verdadero… es Santa Cruz de Santiago. Verificóse el ataque en el día de este santoLas dos banderas, han sido colocadas... cada una a un lado del altar de la Capilla de Santiago, en la iglesia matriz”.

              “El ataque de Nelson parece ser el grande acontecimiento histórico de la Isla; los viejos hablan de él según la memoria que conservan, y los jóvenes conforme a la tradición. Todos pueden mostrar el punto del muelle donde el Almirante cayó cerca de los escalones, y aquel en que fue muerto el Capitón Bowen, casi al pie de la pared del castillo... La muralla de Mediodía, por donde el Capitán Hood desembarcó, es baja y de fácil paso; pero las alturas del lado opuesto, que el capitán Troubridge intentó tomar, la mañana del 22 de Julio se hallan fortificadas, apreciándose en lo que merecen su valor. No se nos permitió entrar en la fortaleza, colocada al pié de estas alturas”.

           Ahora se le escapó a nuestro visitante un comentario de gran interés y revelador. Lo voy a poner sin comentarlo aunque hay tanto que decir:

                “Mientras permanecimos en Santa Cruz no pudimos menos de lamentar, independientemente de lo que atañe a la gloria la desgracia del ataque; porque, una vez de conquistado Tenerife por la Inglaterra, es sobrado probable que no lo hubiera devuelto nunca, y sin duda sería hoy uno de nuestros mejores cuarteles ultramarinos. Ningún inglés se detendría en La Madera, contando a unas pocas millas con todas las ventajas del clima, y la seguridad y protección de la Bandera Británica. Hubiera constituido un punto excelente de descanso para los bajeles destinados a las Indias, el Cabo y la Australia, y un apostadero a propósito para la creación de nuestros cruceros de Africa; esto sin atender a que en sí mismo Tenerife es una buena posesión y capaz de mejorarse”.

           Luego se fue a la antigua capital, a La Laguna, por el Barranco Santo (sic). Dedicó a la vieja Aguere unas notas…

               “Ha gozado de mejores días... sus casas son buenas, no obstante que entre las piedras se ve crecer la hierba...”. (¡Qué atracción la de los viajeros de los siglos XVIII y XIX por la hierba!)... “los vidrios, a veces rotos, sus ventanas sin pintar, y otras muestras de abandono...”

          Con todo, el viajero admiró el hermoso púlpito de. mármol de la Catedral. En la Concepción hizo mención de su belleza y el cura que le enseña la iglesia le dijo...

               “que si queríamos tomarnos la pena de examinar el que estaba delante de nosotros, no lo hallaríamos inferior. Y no iba de seguro errado en su aserto, pues es efectivamente un bellísimo modelo de trabajo en madera...”. “No sin algún peligro ascendimos los raquíticos escalones de madera que conducen al campanario; pero la perspectiva que desde allí se distingue nos indemnizó cumplidamente de nuestra molestia. La llanura que rodea a la ciudad está toda cultivada; y por fortuna la claridad del día nos permitió ver el cono o PITON del Pico sobresaliendo entre las demás montañas”.

          Puso más tarde unos apuntes sobre usos y costumbres:

               “La principal bestia de carga es el camello.., los caballos son pequeños... las mujeres usan una mantilla de franela blanca como la que se lleva en Barcelona, y encima un sobrero de hombre generalmente de fieltro negro”.

          El Blenheim salió de Santa Cruz el día ocho de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción. Las baterías de la costa y un barco de guerra hicieron salvas en su honor. El barco bordeó la isla; “descubrimos la ciudad de La Laguna en su elevada posición, con las torres de sus iglesias...”. Después atisbaron La Gomera...

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          Creo que la mención de este viaje que J.P.S. consideró, en 1845, interesante, puede serlo también a los cerca de los ciento cincuenta años, y en los días en que la capital tinerfeña conmemora su tercera victoria sobre los antepasados de aquel inglés.

  

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