SANTA CRUZ DE TENERIFE. La asistencia sanitaria. Hospital Civil
Autor: José Manuel Ledesma Alonso
Publicado en El Día el 4 de mayo de 2025
El Hospital Civil Nuestra Señora de los Desamparados, primer establecimiento benéfico de Santa Cruz de Tenerife, fue una iniciativa de los hermanos Rodrigo e Ignacio Logman Van Udeen, vicario eclesiástico de Santa Cruz y beneficiado de la parroquia de la Concepción, respectivamente, al comprobar el estado lamentable de los enfermos y ancianos que vivían en las cuevas de los barrancos. Acción caritativa que les valdría el título de “Padres de los Pobres y de todo este Pueblo.”
Las obras comenzarían el 30 de abril de 1745, en un solar cedido en las inmediaciones del barranco de Santos por Juan Bautista Herrera y Ponte, Conde de la Gomera y Marqués de Adeje.
El Hospital, abierto en 1753, disponía de dos salas para enfermos, con 15 camas para mujeres y 15 para hombres, con un patio en el centro del edificio que servía de recreo a los convalecientes. También contaba con enfermería, cocina y comedor, una amplia capilla en el lado Norte, en la que llegó a custodiarse la Cruz Fundacional de la ciudad y se veneró al Señor de las Tribulaciones, y una huerta en la que se plantaban hortalizas y se criaban animales con lo que se alimentaba a los acogidos.
En 1819, la Junta de Sanidad, formada por seis vecinos, lograría que el Gobierno les concediera una renta anual de 9.000 reales, con las que un médico, un practicante, un capellán, un mayordomo y tres criados atendían a las 54 personas ingresadas y a 13 pobres de limosna.
El Ayuntamiento comenzaría a hacerse cargo del establecimiento el 20 de junio de 1849, nombrando una Junta Municipal de Beneficencia para su cuidado y administración. A partir de entonces, en el Hospital se integraría la Cuna de Expósitos que, desde 1827, estaba instalada en una casa de la calle de la Caleta.
Cuando por Real Orden de 29 de diciembre de 1853 todos los establecimientos de Beneficencia pasan a depender de la Diputación Provincial, la Junta de Gobierno formada por un Director, un Administrador y un Secretario lo dotan de un médico, un capellán, dos practicantes, tres enfermeros, una cocinera, un pinche de cocina, un mozo de oficio y un portero.
En sus seis salas, tres para hombres (Jesús, San Eduardo y San Pedro) y tres para mujeres (Santa Isabel, Dolores y Desamparados) recibían asistencia diariamente 80 enfermos. En 1881 se incorporarían 10 Hermanas de la Caridad para cuidar a los enfermos.
El Hospital también disponía de habitaciones para los que podían costearse su estancia, cuyo valor era de 7 reales de vellón diarios; uno de estos huéspedes fue el teniente general Antonio Benavides Bazán y Molina, natural de La Matanza de Acentejo, que después de haber sido Gobernador de La Florida, de Vera Cruz y de Yucatán (1717-1749) pasaría aquí los últimos 13 años de su vida, pagando la estancia de su peculio y muriendo en la más absoluta pobreza, al haber dejado cuanto tenía a esta Institución benéfica.
Ampliación
La primera ampliación del Hospital se llevó a cabo en 1868, cuando la Diputación Provincial le encargó al arquitecto provincial Manuel de Oraá y Arcocha que iniciara las obras en el terreno del cementerio que se había clausurado en 1823 y en el solar que se obtendría después de derribar la capilla.
Durante los trabajos, un incendio destruyó la parte antigua del edificio, no llegando a afectar a las obras realizadas, gracias a la colaboración de los marineros de dos buques de guerra franceses que se encontraban atracados en el muelle. De los 400 enfermos que fueron trasladados a la iglesia de La Concepción, fallecerían dos niñas. Las obras pudieron continuar gracias a las 37.000 pesetas que abonó la compañía aseguradora y a las aportaciones recibidas de distintas personalidades, comercios y particulares.
Al fallecer Manuel de Oráa (1889), los trabajos los llevaría el arquitecto municipal Manuel de Cámara y Cruz, quién se encargaría de completar uno de los mejores ejemplos de la arquitectura neoclásica del Archipiélago Canario, por lo que sería declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, por Decreto de 2 de diciembre de 1983.
El inmueble de dos niveles, con vanos de arcos rebajados, cornisa con dentículos, y un cuerpo superior con ventanillos de menor tamaño y molduras de cantería, está compuesto por cinco crujías, las cuales forman los cuatro patios interiores de grandes dimensiones -claustrados en el nivel más bajo y cerrados en los superiores- en los que sobre pedestales de cantería se abren ventanas equidistantes y a regla, apeados por columnas de hierro. Las cubiertas se resuelven sobre armadura de madera y tejado de teja francesa, con algunos sectores de cubierta plana. El pavimento de mármol sería donado por la Junta de Caridad de Señoras.
En las fachadas, realizadas de forma simétrica con un desarrollo horizontal en todas las longitudes de la parcela, en la principal destaca el cuerpo central y los dos extremos con pilastras en piedra de orden toscano que recorren ininterrumpidamente dos alturas y remate de frontones triangulares. En el frontis superior, una imagen de bronce representa La Caridad, y en el tímpano sobresale el escudo de las Islas Canarias.
En 1914, cuando todos los centros de beneficencia pasaron a depender del Cabildo Insular de Tenerife, el consejero Patricio Estévanez encargó un proyecto de ampliación de nuevas salas y dependencias al arquitecto Antonio Pintor y Ocete, por lo que hubo que adquirir varias casas colindantes en la calle San Sebastián. En las tres crujías que parten del cuerpo central diseñó dos nuevos patios, mediante paños cerrados de tipología similar a los de la primera planta, y adintelados en la superior. En el lado norte de los citados patios, las galerías superpuestas son abiertas con soportes y balconada de hierro, mientras que la del lado sur se cierra mediante un muro macizo de menor altura.
También, el arquitecto Tomás Machado proyectaría la última planta, la cual se disocia de la composición general del inmueble en diseño, volumetría y organización de la misma.
Museo
Al inaugurarse en 1971 el Hospital General y Clínico de Tenerife, más tarde Hospital Universitario de Canarias, el edificio permanecería cerrado hasta que en 1994 el Cabildo Insular de Tenerife comenzó su rehabilitación integral, según el proyecto de los arquitectos María Nieves Febles Benítez y Agustín Cabrera Domínguez, quienes adaptaron sus espacios para dedicarlo a Museo de la Naturaleza y la Arqueología, que sería inaugurado por S.M. la Reina Doña Sofía el 9 de enero de 2002.
- – – – – – – – – – – – – – – – –