IN MEMORIAM.. John Lucas
Autor: Daniel García Pulido
Publicado en El Día el 21 de mayo de 2025
Arranco estas sentidas líneas confesando que no podría aseverar, ni atreverme siquiera, que conociera en profundidad a nuestro añorado John Lucas, a quien tristemente nos acaba de robar la eternidad. Gozaba (y me enorgullecía y enorgullezco lo indecible) de su sincero aprecio, de su encantador trato, amigable, desprendido, siempre exquisitamente afable, si bien estas eran cualidades que, por sí mismas, definían su propia esencia y espíritu, y eran virtudes que compartía con todas aquellas personas que le rodeaban o que habían tenido la suerte de estar cerca suyo en algún momento… No obstante, he de confesar que yo me sentía “distinto”, que partía con una pequeña ventaja en este sentido, como si fuese dueño de un precioso aditamento o ingrediente distintivo, y es que nuestro apego había nacido a la sombra de uno infinitamente mayor, como el de esas hijuelas enraizadas y poderosas, que dan exquisito fruto: había surgido a la vera de la maravillosa amistad que tuvo con mi querido padre, José Luis García Pérez, y esa y no otra es la causa que me mueve a confesar que, sin preciarme de un conocimiento de años, sí que he tenido la enorme fortuna de ser testigo privilegiado de su personalidad, de sus desvelos y de la génesis de uno de sus inolvidables legados a esta preciosa existencia, a su añorado Puerto de la Cruz, a Tenerife y, desde luego, a su amada Gran Bretaña. Esa joya patrimonial no es otra que la delicia de jardín histórico del Sitio Litre, ese remanso de paz, cultura y memoria que John Lucas supo rescatar del olvido para suerte de sus visitantes. Ese entrañable enclave, que te animo a visitar en algún momento si no has tenido ocasión antes de hacerlo, constituye el nexo y núcleo donde confluyeron esas almas gemelas, John y José Luis García Pérez, junto a otro espíritu singular y extraordinario, absolutamente irrepetible, de los que han fortalecido las raíces históricas e identitarias de nuestro Puerto de la Cruz, el del recordado y queridísimo Austin Baillon. Pueden imaginarse en aquella tesitura, siendo espectador en mi temprana juventud de cómo se gestaba y se hacía realidad la querencia de John Lucas, auspiciada por la magia que envolvía siempre las empresas de Baillon, por salvar aquella maravilla de jardín, milagrosamente vivo entre bloques de apartamentos, proyecto al que contribuyó de manera poderosa, como en esas cadenas en las que se engarzan misteriosamente unas acciones con otras, el libro Sitio Litre, parada y fonda en el camino (1996), escrito por José Luis García, una obra que el propio John calificaba como una auténtica gema editorial.
Sitio Litre puede afirmarse que representa no solo ese bendito sueño de John Lucas. Su delicado y sensible espíritu, auxiliado en todo momento de su encantadora esposa Martirio, insustituible apoyo en la conformación de este espacio emblemático, resume la esencia de la idiosincrasia portuense, en esa preciosa amalgama de identidad canaria, anglosajona y universal. Sitio Litre es, en sí mismo, un museo natural y arquitectónico, un pequeño jardín botánico con importantes guiños al pasado glorioso de esta isla, un lugar para el encuentro y para el descanso, un horizonte donde reside y vivirá para siempre la memoria de aquel Humboldt, de aquella Marianne North, de Eileen Agar o de la mismísima Agatha Christie.
En una de esas entrañables charlas telefónicas, hace apenas unos años, John me hizo partícipe de una idea que bullía en su mente desde hacía tiempo: como ferviente enamorado que era del episodio de la defensa de Santa Cruz de Tenerife en 1797, que le valió su ingreso en la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, soñaba con colocar un memorial, a modo de enorme roca con uno de sus costados biselados artificialmente, en los jardines de la antigua iglesia anglicana de San Jorge (en la Plaza de los Patos santacrucera), en el que constasen inscritos los nombres de los 144 fallecidos británicos en aquella página de nuestra pequeña, gran Historia. Sabía de mi pasión infatigable por este episodio y quería que le consiguiese la identidad de todos y cada uno de esos hombres con el fin de llevar a efecto su idea. Aquí y ahora, querido amigo, haciendo público tu laudable y emotivo proyecto, te adelanto que ya tenemos esos nombres certificados en las fuentes documentales y que bregaremos lo humana y divinamente posible para que ese otro anhelo tuyo, como aquel Sitio Litre, se haga realidad. Siempre será verdad que, de todo lo vivido, sólo queda en la memoria lo que proviene del corazón. Descansa en paz, querido John.
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