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De Canarias al cielo, o a la inversa

Autor: Juan Manuel Valladares Expósito
Comunicación en Radio Muelle el 30 de mayo de 2025

          No tengo a mis ochenta y pico de años nada en claro respecto a la civilización en que vivo, pero he de reconocer que en materia religiosa si que tengo claro mi perfil como cristiano a veces agnóstico y por demás fetichista. Y si fuéramos verdaderamente sinceros, este perfil abunda en nuestro entorno más de lo que algunos creen. Pero no me avergüenzo de este perfil por que me permite mantener un sano equilibrio mental y poner a trabajar toda la maquinaria de mi libre albedrío. Cosa que no creo puedan disfrutar los que siguen de forma excesivamente disciplinada las doctrinas que a sus mentes llegan, y en algunas ocasiones como bombardeo psicológico.

          Razón por las que me puedo enfrentar al estudio de la historia religiosa de Canarias sin hacer de ello una batalla entre tirios y troyanos, y dando a cada personaje la valoración que su obra merece.

          Ya hablamos en una anterior ocasión de la llegada de la fe católica a Canarias, y más concretamente a Tenerife, de la mano en sus orígenes de los frailes venidos de Mallorca en su mayor proporción. Y como toda organización está asentada en torno a una autoridad, hablemos de esas autoridades que llamamos obispos, obtenida su relación en una interesante crónica que nos facilitó don Dacio Darias Padrón desde Gáldar allá por el año de 1936.

          El trabajo puede ser largo, y solo daremos alguna noticia, si la tenemos documentada, de alguno de esos prelados

          Fray Alonso Barrameda (1404-1415), reconocido como primer obispo de la Diócesis de Rubicón con las bendiciones de Jean de Bethencourt, y de la mano santa del pontífice cismático Benedicto XIII, en la vida civil Pedro de Luna, al que la historia y los viajes del Inserso visitan cada año en Peñíscola. Allí vivió este Papa hasta su muerte, a los 94 años, en 1423, después de haber sido salvado de la muerte, en 1418, por envenenamiento gracias a la sabiduría de un medico judío a su servicio .Hoy puede resultar anecdótico que el incipiente oratorio construido por los normandos en Las Coloradas de Lanzarote fuera la primera catedral así nombrada en Canarias.

          La Diócesis del Rubicón no daba para riquezas ni comodidades, y duró apenas 50 años más, cuando otro obispo que ya comentaremos, Juan de Frias, la trasladó a Gran Canaria. Y buena prueba de su poco interés se comprende al saber que, de los 10 obispos nombrados para ella, uno fue apartado de su cargo y otros dos no vinieron nunca a ocupar la sede.

         Pero las vidas cambian, y con ella los personajes de la historia. Así el último obispo del Rubicón, don Juan de Frías, deja anulada la diócesis del Rubicón y se instala en la recién nombrada de Canarias, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en 1479. Del origen genético del obispo Frías existen datos que lo relacionan con la región de Burgos, nada extraño si la población de Frías existe en esta región desde tiempo inmemorial. Y podremos añadir, como nota histórica documentada, que este apellido Frías fue el de varios conquistadores de Tenerife y La Palma de nombre Juan o Pedro, siendo alguno de ellos de origen prehispánico, tanto gran canario como gomero. Años después aparecería este apellido en la persona de Cristóbal Salazar de Frías, invirtiendo el apellido original que fue el de su padre, Ventura de Frias Salazar, de origen burgalés.. Pero esa historia será bien distinta, y hasta lo podríamos ver en el famoso cuadro de Velázquez “La Rendición de Breda”

         El nombre de de don Juan de Frías y su actuación serán de un gran consuelo para la población aborigen de Gran Canaria, de la que se constituyó en defensor. Su actuación documentada se encuentra en 13 documentos contenidos en el Registro General del Sello (1476.1517), y estudiados en profundidad por don Eduardo Aznar Vallejo.
Para muestra: “El Obispo Juan de Frías obtiene en 6 de febrero 1478 la libertad de 99 canarios (de Gran Canaria) traídos a la Gomera por capitanes vecinos de la Villa de Palos. Dado en Sevilla folio 119”

          Una muestra de las anécdotas de la historia que nos comenta el Sr. Cebrián Latasa en su extenso trabajo sobre personajes de la conquista de Canarias: En 1526, en la conocida Información Guanartémica, en declaración de doña Margarita Guanarteme declara que su padre don Fernando Guanarteme fue acogido a su casa y mesa por este obispo. Era el año 1481 y el lugar Sevilla. En Gran Canaria, que nunca ha renunciado a su historia, existen varios lugares en diversos pueblos de esta isla dedicados al Obispo Frías.

         En aquellos lejanos momentos en que la espada y la cruz vivían un ya casi olvidado matrimonio, tuvimos en Canarias un obispo, Fray Juan de Toledo y Fariñas, un toledano de la orden de San Jerónimo, que por lances de la época no solo llegó a obispo de Canarias en 1659, sino que la corona le nombró Capitán General de Canarias y Presidente de la Real Audiencia hasta 1666. Dice Viera y Clavijo en su Historia de Canarias

                “Mandó pues las Islas el Señor Don Fray Juan de Toledo desde noviembre de 1665. hasta febrero de 1666, manejando el bastón con el mismo sosiego, paz y dulzura con que havia manejado el báculo. Sin embargo, no dexaba de parecer un poco gótico ver à un Religioso de San Gerónimo, un Predicador del Rey, un Obispo, mandar las Armas, y firmar patentes de soldados con la misma mano con que ordenaba Ministros del Altar”

        Difícil es para quien entra sin prejuicios en la historia de Canarias no encontrar algún personaje vinculado a nuestras islas que no tenga un relieve a veces romántico. Y eso nos ocurrió con el obispo Fernando Vázquez de Arce, personaje de una gran importancia durante el reinado de los Reyes Católicos y perteneciente a una gran familia, en la habría que destacar el conocidísimo sepulcro de su hermano Don Martín Vázquez de Arce, cuya imagen hemos visto en nuestros antiguos libros de texto (cuando había educación humanista en España) y conocido para la historia como El Doncel. Y para que no falte alguna otra vinculación con nuestra historia canaria, la hermana de nuestro obispo, doña Mencía Vázquez de Arce, casó con don Diego Bravo de Laguna, ,apellido que tanto vive desde mucho tiempo atrás en nuestras historia nacional y canaria como apellido del caudillo comunero defensor de la Reina Juana de Castilla, Juan Bravo de Laguna y Zúñiga. Fue obispo de Canarias el Señor Vázquez de Arce durante los años 1514 a 1520. Durante su mandato fue creada la parroquia de Los Remedios, luego catedral, y separada de la parroquia fundacional Nuestra Señora de la Concepción en la villa de San Cristóbal de La Laguna. No fue su única fundación, pues creó parroquias prácticamente en todas la zonas recién pobladas desde Tacoronte a San Pedro de Daute, y varias en La Palma, La Gomera y El Hierro.

          No se ponen de acuerdo los historiadores en el lugar de su fallecimiento. Darias Padrón lo sitúa en Sevilla, en 1518, pero Núñez de La Peña lo sitúa en Canarias. La Iglesia, en su Diccionario de Historia Eclesiástica, lo fecha fallecido en 1520,Y para rizar el rizo, la lápida de su sepulcro en la Catedral de Sigüenza dice que había fallecido en 1 de abril de 1522.

         Una sola vez sonó la flauta vaticana por estas tierras canarias, y llego una autoridad con destino en el obispado canario a la categoría de cardenal. Fue en la persona de don Francisco Delgado y Venegas, obispo de Canarias desde 1761 al 1767, para ser nombrado arzobispo de Sevilla en 1776 y cardenal en 1778, en el papado de Pio VI. Del apoyo que a su carrera eclesiástica le prestó S. M. don Carlos III no parece que podamos tener duda.

         Y para constancia de haber tenido obispo canario desde tiempos atrás, recordar la persona de don Manuel Verdugo y Albiturria, natural de Las Palmas de Gran Canaria, nacido en esa ciudad en 1749. Un obispo con una gran labor social en favor de los más pobres en hospitales y asilos. Causas a las que llegó a contribuir con su fortuna personal. Igualmente fue propulsor de grandes obras religiosas y civiles ,desde conventos y parroquias hasta obras en caminos para mejoras de los vecinos, y hasta la plaza de Santa Ana en el frontal de la catedral grancanaria del mismo nombre.

         Fue un auténtico defensor de abolir la Inquisición, como lo fue el sacerdote gomero Ruiz de Padrón. Abolida esta aberrante institución, ordenó quemar todas las huellas testimoniales de las familias perseguidas en Canarias por motivos religiosos (los conocidos sambenitos) y ordenó requisar y conservar los documentos relativos a pleitos de la Inquisición Canaria.

         Cuántas veces en nuestra vida hemos visto en boca de los que defienden principios religiosos o sociales perseguir con saña a cuantos no comparten nuestra fe o modo de pensar.

        Con facilidad nos convertimos en jueces, ignorando las palabras de aquel buen judío de nombre Jesús:

                “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”

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