La huelga de estibadores de 1920

Autor: Alastair F. Robertson
Traducido por Emilio Abad Ripoll y publicado en el Diario de Avisos el 23 de noviembre de 2025

          La Primera Guerra Mundial tuvo una incidencia desastrosa sobre la economía de las Islas Canarias, pues los fruticultores no podían exportar sus productos por falta de barcos. Tras el cese de las hostilidades, el comercio se reactivó y la demanda era acuciante. Inglaterra importaba por sí sola el 50 % de la producción total del archipiélago de plátanos, tomates y patatas, y las ciudades de Londres y Liverpool absorbían prácticamente todos los envíos. Se incrementaba la demanda desde Francia, absorbiendo el 30 % de la producción de plátanos y tomates. Además, se enviaban almendras a Nueva York y cebollas a Cuba y Puerto Rico, mientras que el bordado tradicional era muy popular en Estados Unidos (aunque, sin embargo, el mercado peninsular para estos bordados era prácticamente inexistente) (1).

         Esto significaba que se presagiaba un futuro muy brillante para la agricultura canaria, la principal actividad económica de las islas antes del auge del turismo, si bien se necesitaban mejoras en los sistemas de riego. Sin embargo, los precios en el mercado interno aumentaron en consecuencia, y se afirmaba que el coste de vida en las Islas Canarias era casi tan alto como en Londres. Pero si la producción lograba recuperar su nivel anterior a la guerra, se preveía que la riqueza del archipiélago aumentaría un 75 %. La pregunta era: ¿llegaría este aumento de la riqueza a los trabajadores? No si Fyffes Ltd. y Yeoward Brothers, dos firmas de Liverpool, al igual que muchas otras empresas de la época, mantenían sus hojas de ruta comerciales.

          En el verano de 1920, el Sindicato Obrero de La Orotava, que representaba a 4.000 hombres, sostenía fuertes divergencias con los armadores, y los trabajadores se declararon en huelga exigiendo un aumento salarial. Demandaban un incremento de los 3 chelines y 6 peniques, o 4 chelines, diarios que percibían a 5 chelines (2). El 14 de julio enviaron una solicitud al secretario de la Federación de Trabajadores del Transporte en Gran Bretaña, Robert Williams, pidiendo apoyo para sus miembros y otros trabajadores. En su petición, los canarios destacaban que dado que los barcos transportaban plátanos a Inglaterra, los trabajadores británicos podrían proporcionar un considerable apoyo.

           Cuando los trabajadores enviaron su apelación, ya habían perdido toda esperanza de alcanzar una solución amistosa, pues desde hacía tiempo era evidente que «la Federación de Empresarios pretendía aniquilar al sindicato».(3).  El objetivo general de los empresarios era reducir los salarios de los trabajadores, en la creencia de que ello estimularía el crecimiento y la productividad, y que cualquier trabajador que no se plegara a estas condiciones actuaba movido por el egoísmo. Fyffes y Yeoward Brothers fueron las empresas más firmes en esta postura hacia sus empleados, y la federación patronal local impuso a los trabajadores tales condiciones que no se podían aceptar sin renunciar voluntariamente a la afiliación al sindicato.

          La Federación Británica de Trabajadores del Transporte aceptó ponerse en contacto con las empresas implicadas en la disputa, y tranquilizó a sus compañeros canarios asegurándoles que estaban dispuestos a prestarles toda la ayuda posible en su lucha.

          Para disgusto de los turistas británicos, la huelga interrumpió los cruceros vacacionales cuando iban a embarcar. La disputa y las negociaciones se prolongaron durante todo el verano, tiempo durante el cual los trabajadores, aunque hambrientos, se mantuvieron firmes y decididos. En septiembre se había alcanzado un acuerdo, según escribió un corresponsal de un periódico en Tenerife: “El resultado puede considerarse satisfactorio por el momento. En respuesta a la petición al Partido Laborista británico, la Federación de Trabajadores del Transporte se comunicó con las empresas inglesas implicadas, haciendo constar que sus simpatías estaban de nuestra parte y que estaba dispuesta a ayudarnos si se lo solicitábamos. Los trabajadores recibirán un pequeño anticipo, lo que elevará su salario a 4 chelines al día (habían exigido 5)”

           Los canarios escribieron a sus simpatizantes ingleses: “Deseamos agradecerles nuevamente la publicación de las noticias de nuestra huelga y, a través de su medio, agradecer públicamente a Robert Williams y a la Federación de Trabajadores del Transporte su valioso apoyo”.(4).

         El principal logro fue que el Sindicato de Estibadores de Canarias, al que los empresarios se habían negado a reconocer, obtuvo el pleno reconocimiento y la federación salió fortalecida de la lucha, no solo moralmente, sino también en número de afiliados que creció en 300 nuevos miembros tras la finalización de la huelga.

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Referencias:
1.– 19-07-1920. Hamilton Daily Times (Ontario) p.7
2.- UK. Parliament.:En junio de 1920 los estibadores en Inglaterra percibían diariamente entre 15 chelines y 17 chelines y 6 peniques.
3.- 24-07-1920. Daily Herald p. 6
4.- 10-09-1920. Daily Herald p. 6

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