Teatro leído en el Real Casino de Tenerife. «El último tren de la noche» de Ángel Camacho
Autor: Antonio Salgado Pérez
Publicado en El Día el 28 de diciembre de 2010
Era la primera vez, en su amplia y centenaria historia, que el Real Casino de Tenerife mostraba tal actividad artística. La cita del escritor y dramaturgo Ángel Camacho Cabrera resultó gratificante. En el salón de actos de la vetusta sociedad, y bajo los espectaculares murales de Néstor de la Torre y las esculturas de Francisco Borges, se revitalizó la práctica del teatro leído, que se realiza donde toda compañía afín comienza; es decir, en la lectura. Allí, una vez más, se demostró que el acto de leer ante otros se relaciona siempre con la dualidad voz-escucha, que es, según los entendidos, “la magia visceral que sostiene aún el posible interés por una puesta en escena leída”. Este mundo que nos envuelva, cada vez más consumista de lo nuevo y tecnificado, ha perdido, quizá y como en cierta ocasión nos apuntó Alberto Omar, “el placer por las cosas sencillas, artesanales, imperfectas”.
Allí, en el mencionado salón, se observó, entre otras facetas, el impulso creativo de Ángel Camacho e, igualmente, que en su mente suelen agitarse historias y personajes variopintos. Nuestro prolífico autor concibe el teatro como fiel reflejo de la vida misma; afronta la realidad cotidiana; no se inventa nada…
El longevo teatro leído, tradicional y rígido, suele mostrarnos la palabra dura, desnuda, buscando como único apoyo entre el texto y el oído del escuchante (que no espectador) la capacidad interpretativa de la voz, que en esta ocasión contó con plausibles protagonistas, desde la narradora Ana Gloria Mancebo, hasta la convincentes lecturas dramáticas de Belén Badenas, Teresa Afonso y Ernesto Galván, en escenas de la obra El último tren de la noche, que daba título al libro que, en la aludida sesión, presentaba Ángel Camacho, tomo en el cual también se contenían los textos de otras obras como, por ejemplo, Nena, donde las privilegiadas voces de Elsa Cañete, José Jesús Pérez y Belén Badenas nos dejaron vestigios de las “revistas del corazón” y de secuencias de corte “gore”.
En el monólogo “El gozo de vivir”, Juancho Aguiar nos demostró que el actor sólo vive para transmitir emociones al público y, por último, los ya citados José Jesús Pérez y Elsa Cañete entusiasmaron a la numerosa concurrencia en “Diálogo de amor imposible”. Todos los actores aludidos pertenecen a la Compañía Círculo de Amistad XII de Enero, que bajo la consolidada dirección de Juanjo Parrilla dejó, repetimos, la impronta de su valía y dedicación a esta faceta teatral, la primera de las artes vivas.
Como ultílogo, dejar constancia del documentado y enjundioso florilegio que del autor y su selección de obras realizó el profesor de Literatura de la Universidad de La Laguna, Rafael Fernández Hernández.
– – – – – – – – – – – – – –