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Nuestro imborrable recuerdo de «Los Santos Inocentes» de Mario Camus

Autor: Antonio Salgado Pérez
Publicado en El Día el 12 de septiembre de 2010

 

          Este filme de Mario Camus ha pasado varias veces por diversos canales de televisión, pero a fuerza de ser sinceros, tenemos que decir que nunca nos estorbarían otras visitas. Lo mismo podrían servir para un ciclo de Francisco Rabal que para uno de Alfredo Landa o de Juan Diego. Siempre hemos sido entusiastas del Séptimo Arte. Y desde que en 1984 se estrenó Los Santos Inocentes, nuestras preferencias por el cine español pusieron a esta cinta en primer lugar, elección que, por supuesto, no ha sido compartida con quienes, casi en mayoría, nos hemos pronunciado al respecto.

          Ahora, tras una solvente encuesta formulada entre un centenar de personajes del cine hispanoamericano, desde Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar, María Galiana, Ricardo Darín, Juan Carlos Fresnadillo, Ana Torrent, Fernando Trueba, hasta Bigas Luna, José Luis Garci, Carmen Machi, Blanca Portillo, José Luis Borau, Gil Parrondo, etc. Tras esta encuesta de “Sobre cien películas que cambiaron sus vidas” quien suscribe se ha visto plenamente compensado al observar que Los Santos Inocentes de Mario Camus, ocupa un lugar preferente en la clasificación en cuanto a cintas españolas se refiere, solo superada, en la citada relación, por El verdugo, de Luis García Berlanga, y por Viridiana de Luis Buñuel. Lidera la aplaudida clasificación El Padrino, de Francis Ford Coppola, seguida de El apartamento, de Billy Wilder, Ciudadano Kane, de Orson Welles, etc. El verdugo ocupa la quinta posición; Viridiana la séptima, y Los Santos Inocentes, la décimo tercera. Así, hasta cien películas analizadas; La última, Fargo de Joel y Ethan Cohen.

          Con esta distinción ha vuelto a nuestra memoria el extinto Miguel Delibes, el creador literario de Los Santos Inocentes, con sus inolvidables personajes: el Azarías (Francisco Rabal), el del estribillo “milana bonita, milana bonita”, acunando a la Niña Chica, que teñía de miedo el aire con sus alaridos. Paco el Bajo (Alfredo Landa), el de la crujiente pierna herida y olfato de can, bajo el yunque aristócrata y hortera del cacique, el señorito Iván (Juan Diego). La Régula (Teresa Pavés), “a mandar que para eso estamos; a mandar que para eso estamos”, desharrapada del campo español. La “generosa” marquesa (Mary Carrillo). El atormentado encargado del cortijo extremeño (Agustín González), etc. Todos bordaron sus respectivos papeles bajo una excepcional dirección.

          Los Santos Inocentes, léase “los humillados y ofendidos de la vida campesina por el gran escritor de la Castilla actual”, que así rezaba en la portada de la edición original de Planeta en 1981, un libro que el autor dedicó a su amigo Félix Rodríguez de la Fuente y que el director Mario Camus convertiría en la película del mismo título, filme que, insistimos, nos regaló a nosotros las imborrables actuaciones de Francisco Rabal y Alfredo Landa, que recibieron, ex aequo, el Premio de Interpretación en el Festival de Cannes, de 1984.

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