SANTA CRUZ DE TENERIFE. Templos. Ermita de San Sebastián
Autor: José Manuel Ledesma Alonso
Publicado en El Día el 7 de septiembre de 2025

El camino de La Laguna, primera vía que comunicaba el puerto de Santa Cruz con el interior de la Isla, pasaría a llamarse camino de San Sebastián en 1588, después que los vecinos entronizaran al Santo en una pequeña ermita, levantada en un descampado de las afueras de la Villa de Santa Cruz, por lo que está considerada una de las construcciones religiosas más antiguas de la ciudad.
Por tanto, en la demarcación comprendida entre los barrancos de Santos y del Hierro, conocida como Costa Sur de Santa Cruz, los habitantes que cultivaban la tierra, cuidaban rebaños de cabras y ovejas, y producían gofio en los molinos que habían construido en aquel lugar, eran los que sostenían el culto de la ermita, la cual también solían utilizar como lugar de reunión.
Esta Ermita era el primer edificio que los caminantes encontraban al bajar desde La Laguna, pues su puerta principal les daba la bienvenida al estar dirigida en esa dirección. En 1736, la citada puerta se abriría hacia el naciente, pues al ampliarla se construyó un nuevo presbiterio, retablo y sacristía. En el citado año, el Marqués de la Concordia agrandaría el camino que conducía hasta la ermita y construiría la plaza.
La ermita adquiriría el aspecto que hoy presenta al añadirle, en 1892, la torre con el campanario. Su arquitectura contiene las tradicionales canarias; es decir, tapiales de mampuesto, cubierta mudéjar, etc. Las obras fueron realizadas gracias a las aportaciones de los vecinos, quienes siempre le han prestado atención y la han mantenido aseada y reparada.
Entre sus ornamentos se encuentra un óleo sobre lienzo, que representa La Anunciación, obra de la segunda mitad del siglo XVII, posiblemente donado por algún feligrés.
En 1966, el Obispo Franco Cascón la elevó a la categoría de Parroquia del populoso barrio de Los Molinos.
Imagen
La primera imagen del santo, talla del siglo XVI que se veneraba en una hornacina abierta en la pared, sería pasto de las llamas mientras era restaurada en el taller del especialista Antonio Ayala, por lo que fue sustituida por una preciosa imagen del siglo XVII, de la que desconocemos su procedencia.
Como a San Sebastián se le consideraba abogado e intercesor de la enfermedad de la “peste” y el llamado “mal de puntada”, en 1788, para evitar que la peste introducida en Santa Cruz por un pasajero portugués que viajaba en un buque procedente de Cádiz se expandiera por la Villa, la imagen de San Sebastián fue trasladada desde su ermita a la parroquia de la Concepción, devolviéndola a su ermita después de haber realizado el novenario. La enfermedad no se extendería mucho, ya que el Santo concedió lo que se pedía. Esta rogativa se volvería a repetir en 1801, con motivo de la gran epidemia de peste en la Península.
En arte, a San Sebastián se le conoce como el Apolo cristiano, ya que es uno de los Santos más representado en pintura y escultura.

El martirio de San Sebastián (Óleo de El Greco)
Fiesta
Su fiesta, que se viene celebrando desde 1882, era una de las más populares y concurridas de Santa Cruz.
Cada 11 de enero, la gente subía a buscarlo a su ermita y lo trasladaba hasta la Parroquia de la Concepción, donde se le hacía un novenario, siendo llevado de nuevo a su ermita, en procesión romera, el día de su onomástica (20 de enero).
Los asistentes a la citada fiesta utilizaban la campiña aledaña para saborear las viandas que habían preparado, a la vez que bailaban y cantaban. Durante el siglo XX, esta fiesta fue muy popular ya que se celebraba con bailes, ventorrillos y quema de fuegos de artificio.
Su procesión siempre era acompañada por disparos de artillería desde el castillo de San Cristóbal, siendo muy comentado el gasto de pólvora que se efectuaba a lo largo del trayecto.
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