«Senderos de la vida», libro del poeta José González Morales
Autor: Antonio Salgado Pérez
Publicado en El Día el 31 de marzo de 2000
Nos gusta leer los poemas de Pepe González, al que un día ya lejano, descubrimos en esa columna de “Cada día versos”, que publica El Día, en una sección, creemos, sin parangón en la prensa española, por su inmarchitable vigencia. Y es que las composiciones de este sureño, sediento de tantas cosas, son, por regla general, como quejidos, denuncias, pesadumbres, reflexiones… Sus versos, igualmente, llevan un sedimento bucólico porque reflejan las bellezas de la vida campestre, donde coquetea con la jacaranda: “Como todos los años / por esta fecha / luciendo estás de nuevo / tu flor violeta”. E, incluso, tiene un romance con nuestros laureles de Indias: “Orgullo de nuestras plazas, / nuestros parques y jardines / y nuestras queridas ramblas”. Y siendo un ferviente enamorado de la señalada jacaranda sueña con un diálogo de ésta con el flamboyán: “Yo soy flor de primavera, / tu roja flor de verano, / yo soy ramo de violetas, / tu llamarada en tus ramos”.
González Morales, emigrante, promotor, autodidacta; personaje de planos, cuentas y contratas; fiel discípulo de Rafael Gaviño y Manuel Verdugo; paradigma como esposo y padre, siempre ha llevado, muy dentro de sí, ese género literario exquisito, generalmente sometido a la disciplina del verso, que responde por poesía. Este compositor de poemas es lírico porque comunica sus propias emociones, como nos lo ha venido a demostrar en su primer libro Senderos de la vida que presentó recientemente en el “Club La Prensa” ante un buen número de amigos y de interesados en estas sutiles relaciones descubiertas por la imaginación. En tal acogedor local, González Morales experimentó una de las sensaciones más agradables de su vida, porque sus poemas de calidoscópicos matices fueron pregonados por excepcionales rapsodas, de voces profundas, timbradas, emotivas, generosas y sinceras, que calaron muy hondo en aquel numeroso público que, incluso emitió bravos cuando el autor, con sus ojos humedecidos, leyó con tanto cariño como convicción, una de las composiciones de su libro dedicada a su esposa, Olguita: “Mi corazón se muestra agradecido / y me está reclamando en su latido, / que te lo diga, antes que sea tarde”.
En efecto, excepcionales rapsodas, componentes de esa pujante “Tertulia Literaria Tagoror” que, de vez en cuando, nos proporciona solaz y reflexión, a través de ese lenguaje, sugestivo y musical, que ellos tan bien saben interpretar de forma muy especial cuando, como en esa ocasión intentan –y lo consiguen– arropar al compañero. Sí; nos gusta leer los poemas de Pepe González y más nos han gustado ahora en las voces de Melián, Larrazábal, Febles, Társila, Lourdes, Luisa Dolores, Juan Antonio, todos ellos guiados por una moderadora de excepción, Rodríguez Lara, que etiquetó a cada cantor con una atinada sinopsis en la presentación de Senderos de la vida, en cuya portada, muy acertada, la espátula de José Luis León deja la huella que González Morales ha querido interpretar en este centenar de páginas amenas y entretenidas, muchas veces, insistimos, impregnadas de pesadumbre: “Cuando se marchitan las rosas, lo único que quedan son las espinas”.
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