Monumentos (26). A San Juan Bosco
Autor: José Manuel Ledesma Alonso
Publicado en el Diario de Avisos el 6 de julio de 2025
El monumento erigido a San Juan Bosco, en 2016, por las Comunidades de Salesianos y Salesianas de Tenerife, en colaboración con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en la Glorieta Arquitecto Marrero Regalado, está formado por una escultura de cuerpo completo, obra de Martín Lagares (Palma del Condado, Huelva, 1976), colocada sobre un pedestal prismático de hormigón.
San Juan Bosco, también llamado Don Bosco (Turín, Italia, 1815 – 1888), recibiría de su madre una sólida educación cristiana y humana, al haber quedado huérfano cuando tenía dos años de edad.
Dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física, desde niño fue seguido por sus coetáneos, con quienes organizaba juegos que interrumpía al toque de las campanas que llamaban a Misa.
Fue ordenado sacerdote en 1841, siendo destinado a Valdocco, un barrio humilde de Turín, donde comenzó su actividad pastoral con los jóvenes, organizando un oratorio festivo donde jugaban, aprendían un oficio y recibían catequesis.
Con la ayuda de su madre, don Bosco crearía el Oratorio de San Francisco de Sales, un lugar de encuentro dominical de los jóvenes que quisieran pasar un día de sana alegría, una pensión con escuelas de arte y oficios para los jóvenes trabajadores, y escuelas regulares para los estudios humanísticos, según una pedagogía basada en la religión, la razón y el amor, conocida en todo el mundo como “Método Preventivo”, basado en las palabras de San Pablo “La caridad es benigna y paciente; sufre todo, pero espera todo y aguanta todo”.
Para asegurar esta obra, fundaría la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (Los Salesianos) y las Hijas de María Auxiliadora (Las Salesianas), dedicadas a la educación, luchando contra todas las formas de pobreza y tomando como propio el lema “Dadme almas, llevaos lo demás”.
A lo largo de su vida, Don Bosco fue un fecundísimo escritor popular, fundó escuelas tipográficas, revistas y editoriales para el incremento de la prensa católica. Buen polemista, nunca se avergonzó de sus amistades con los protestantes y los hebreos de buena voluntad, pues siempre respetaba a las personas. Risueño y amable, se sentía sacerdote en la casa del pobre, en el palacio del Rey y en los despachos de los Ministros.
San Juan Bosco fue canonizado por Pío XI, en 1934.
En el centenario de su muerte, Juan Pablo II lo declararía Padre y Maestro de la Juventud.
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