LA VISITA DE ALFONSO XIII A CANARIAS, VISTA DESDE INGLATERRA (2)
Autor: Alastair F. Robertson
Traducido del inglés por Emilio Abad Ripoll y publicado en el Diario de Avisos el 25 de mayo de 2025
“El Rey de las Islas doradas”. “Alfonso XIII enterrado entre flores”
El enviado especial del periódico británico Daily Telegraph describía así el recibimiento tributado a Alfonso XIII en Tenerife:
“El rey Alfonso y los Infantes regresaron de La Orotava, donde se les había recibido con el máximo entusiasmo, a las once de la noche. A lo largo de la jornada, Su Majestad recorrió unas treinta y cinco millas, por un itinerario flanqueado por miles de hombres, mujeres y niños que brindaron continuamente a los visitantes reales ovaciones tan calurosas que son casi imposibles de describir. Su Majestad almorzó en Tacoronte y, posteriormente, hubo un banquete en la Alcaldía.
Toda la ciudad estaba engalanada, y se habían erigido numerosos arcos triunfales, en los que se podían leer algunas dedicatorias en inglés, mientras que en los balcones de las casas se exhibían retratos del rey Alfonso y la princesa Ena.
Princesa Ena
El viaje de regreso fue extraordinario y merece una descripción especial. La comitiva real partió de La Orotava a las cuatro de la tarde y llegó a Tacoronte al anochecer. Desde allí a Tenerife (es decir, a Santa Cruz), miles de personas se alineaban a ambos lados de las vías del tranvía eléctrico con antorchas y farolillos de colores. Todas las clases sociales estaban representadas en la multitud, y se oyeron vítores ensordecedores al paso de Su Majestad. El trazado discurría por empinadas colinas, desde cuyas cimas los valles iluminados ofrecían un espectáculo mágico.
Al llegar a La Laguna, el tranvía real se vio prácticamente inmovilizado y, de hecho, sufrió un retraso de dos horas. Las mujeres rodeaban el vagón, que quedó prácticamente enterrado en flores, besando las manos del Rey.
El rey Alfonso, profundamente conmovido por aquellas muestras de leal afecto, ordenó a sus escoltas que se retiraran y permitió que la gente caminara junto a su vagón. El humo de las bengalas (brillantes destellos de color azul) oscurecía el horizonte y quienes presenciaron el espectáculo desde el mar comentan que toda la isla parecía estar cubierta de fuego.
Al llegar a Tenerife (Santa Cruz), el entusiasmo fue, si cabe, aún mayor. Toda la población estaba en las calles, y pasó un buen rato antes de que Su Majestad y los Infantes pudieran llegar al yate real. Las jóvenes cubrían el suelo con flores y gritaban «¡Viva Alfonso!» «¡Viva Ena!» mientras el carruaje real pasaba lentamente sobre la suave alfombra. La Infanta María Teresa lloró de emoción, y el Rey apenas encontró palabras para expresar su agradecimiento.”
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- Referencia:
30-03-1906. Hull Daily Mail p. - – – – – – – – – – – – – – – – –