«Poemas bajo la lluvia». La aflicción de José Manuel Fernández Febles
Autor: Antonio Salgado Pérez
Publicado en El Día el 28 de octubre de 1999
A Febles, léase José Manuel Fernández Febles, le conocí, hace ya muchos años, en aquella especie de castillo roquero medieval que representaban las Escuelas Pías. Y en aquel tiempo donde simultaneábamos las Matemáticas, la Religión y la Física con las algarrobas, los tamarindos y las chufas, pues Febles, aún imberbe, ya se vio tocado, de una forma muy especial, por ese género literario tan exquisito que conocemos por poesía.
Imbuido en aquel inconfundible –y ya erradicado– pantalón bombacho, Febles, sutil e imaginativo, ya había deleitado a sus íntimos con su primer libro de poemas: Cárcel de amor y del recuerdo, que, entre otros detalles, vertía los enamoramientos precoces de la época y del que el autor sólo guarda, como reliquia, un ejemplar, amarillento, como hoja de otoño, por el paso del tiempo.
Aquel bachiller, erguido y atildado, de pocas palabras, ya había sido ungido por la “varita mágica” de Gustavo Adolfo Bécquer, o sea, por el más puro romanticismo, corriente que, a nuestro juicio, no se ha separado de él, como lo atestigua, por ejemplo, esa dedicatoria que ha insertado en su más reciento libro Poemas bajo la lluvia. Dice la dedicatoria: “Para ti, que tantas cosas sabes de mí”.
Y en la portada del tomo, la reproducción de un óleo de José Juan Barriga Castellanos, cuyas desnudas pinceladas están en consonancia con la tristura del texto, de las palabras, versos y poemas, que también están adornados, en las interioridades del volumen, con los enigmáticos y sombríos dibujos de Cristina Zurita Espinosa que, por su sello personal, nos hacen reflexionar, con calma, observando sus trazos.
Febles, que nació en la Villa de La Orotava, “cuando el mundo era un valle”, también ha saciado su sed en fuentes tan emblemáticas como las de Antonio Machado, José Hierro, Luis García Montero u Octavio Paz. Jamás ha mostrado espaldas de indiferencia hacia su entorno, hacia lo que le rodea, que también han constituido líneas de inspiración para él, “porque el tiempo es quimera y es tránsito”, como nos recuerda en este tomo a Teresa de Jesús Rodríguez Lara, otra preclara hija de Antonio de Viana, el primer poeta que tuvo Tenerife.
Fiel hacia las nuevas tendencias del poema sin rima, del verso libre, José Manuel Fernández Febles, que no se hizo poeta, sino que nació con esta cualidad, nos lo demuestra en este libro de Poemas bajo la lluvia, donde, por ejemplo, no puede disimular esa aflicción que, según él, muchas veces le acompaña: “Me embarcó la tristeza en este regreso./ Acomodado sobre la vieja puerta,/ cierro los ojos como quien cierra/ su vida al final de la vida”./
Febles, en sus anaqueles repletos de los más variopintos vates, también posee los sentimientos de León Felipe y Blas Otero que, intuimos, le han impregnado el poema social que, en simple retazo, habíamos descubierto en uno de sus libros, Tranvía de sombras, cuando, con no disimulada emoción, le dedica a un mendigo estas líneas que, por cierto, otrora, y en su conjunto, fueron merecedoras de una mención honorífica: “Acostado sobre tu hambre/ veo la luz de tu cigarro,/ como un semáforo en rojo/ impidiendo el paso, como si quisieras/ detener el tiempo para poder soñar,/ y sin embargo, náufrago del mundo,/ que lejos están tus sueños, cercados/ por mentiras, por palabras insostenidas,/ como una botella vacía/ en medio de la tormenta”./
Y la lírica de Febles que, de vez en cuando, se convierte en “Sejo Nuelma”, en galeradas periodísticas, también la hemos contemplado en otros dos volúmenes, Lo que nunca te dije y en El albergue de la soledad, donde sale a relucir el aspecto bello y emotivo de las cosas, basadas en imágenes extraídas de sutiles relaciones descubiertas por la imaginación, y por el lenguaje, a la vez sugestivo y musical, donde, insistimos, su tristeza, posible producto de un pertinaz desvelo, hacen al autor más pausado, reflexivo y creativo, triplo que, a nuestro limitado entender, se redondea ahora en su última producción, Poemas bajo la lluvia, que tiene que ver con el pregonado verso libre de nuestro vate y con ese soneto, poema clave, poema maestro que Febles, al final de su interesante trabajo, nos los resumió en un apartado original y consecuente con “arritmias del corazón”.
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