Presentación de «El Corregidor en las Islas Canarias»
A cargo de Emilio Abad Ripoll
Palabras pronunciadas en el acto de presentación del libro de don José Manuel Pérez Beviá «El Corregidor en las Islas Canarias» (Real Casino de Tenerife, 25 de marzo de 2025)
En las paredes de los pasillos del piso bajo que flanquean el Patio de Armas de la Academia General Militar de Zaragoza, donde iniciamos nuestra vida militar varias decenas de miles de oficiales, están incrustados unos cuadros formados por azulejos y en los que se recogen, como lección diaria y perenne para los jóvenes alumnos que los recorren, los, para nosotros, preceptos que constituyen el Decálogo del Cadete.
Pues bien, en el cuadro que contiene el artículo 8ª de ese Decálogo se puede leer que el cadete debe “Sentir un noble compañerismo, sacrificándose por el camarada y alegrándose de sus éxitos, premios y progresos”.
Y esta noche (unos 67 años después de que lo leyera por primera vez) ese artículo-mandamiento me viene a la memoria, porque mi intervención en este acto no es más que la expresión pública de la alegría que siento por un nuevo éxito de mi camarada, compañero de armas, José Manuel Pérez Beviá, como es la presentación de su libro El Corregidor en las Islas Canarias,
Aquellos entre los presentes que hayan vivido la aventura de escribir y ver publicado un libro conoce bien que su presentación supone el haber alcanzado la cúspide de una labor que empezó, normalmente años atrás, como una difusa idea, como un boceto de proyecto, como una vaga ilusión y, que tras laboriosos esfuerzos se ve convertida en una obra y coronada por el éxito. Y ese éxito de José Manuel, de un compañero, de un buen amigo, es lo que me produce esta noche la alegría que recomendaba – y gracias a Dios aún recomienda- aquel viejo Decálogo del Cadete.
Y entre las paredes de la zaragozana Academia General, empezó su andadura militar el General de Brigada de Artillería, diplomado de Estado Mayor don José Manuel Pérez Beviá, y continuó su formación hasta graduarse de Teniente en la Academia de Artillería de Segovia (por cierto, el Centro de Enseñanza Militar más antiguo del mundo, con sus 261años dedicado a esa labor). Luego demostrando su afán de superación, a lo largo de los años siguió perfeccionando y ampliando sus conocimientos, se especializó en Sistemas de Dirección de Tiro y de Detección y Localización de Objetivos, y en Informática Militar; realizó cursos relacionados con las Operaciones de Paz y con Estrategia y se doctoró, militarmente hablando, al diplomarse en Estado Mayor. Y fuera de nuestras fronteras superó un curso en la famosa Escuela de Artillería de Campaña en Fort Sill, EE.UU.
Todo ello compaginado, como es lógico, con su servicio en Unidades del Arma de Artillería y logísticas, centros de Inteligencia y destinos de Estado Mayor; y el desempeño de comisiones en la OTAN y en varios países aliados, participación en Operaciones de Paz y creación del CG. de la OTAN en Bétera, Valencia.
Aquí, en Tenerife, tuve la suerte de tenerlo a mis órdenes cuando él era Teniente Coronel destinado en el Estado Mayor del Mando de Canarias y yo era el Jefe de aquel Cuartel General. Y tuve ocasión de conocer, durante más de dos años, con el trato diario y próximo, su lealtad, su entrega al Servicio y su profesionalidad. Cuando ascendió a General de Brigada fue Jefe de la Subinspección de Canarias y Comandante Militar de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Y, como guinda del pastel, ya en la situación de Reserva, fue Director del Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, esa joya que tenemos ahí mismo, en Almeyda, y que con su Museo, su Biblioteca y su Archivo constituye un complejo cultural de primero orden que merece la pena ser conocido y aprovechado.
Una vida tan llena de servicio, trabajos y estudios no podía acabarse al llegar el momento de la jubilación. No podía reducirse a paseos por el García Sanabria, a la lectura de la prensa o al zapeo compulsivo frente al televisor. Y así fue. Cuando se retiró, José Manuel siguió trabajando, dedicando horas y horas al estudio y a nuestra Universidad lagunera, hasta graduarse en Derecho y en Historia, y, finalmente, doctorarse en Derecho.
Y no puedo, ni quiero dejar de citar otro aspecto de su vida, aunque todos ustedes lo conoce, No detrás, como se oye con desgraciada y harta frecuencia, sino al lado de un gran hombre siempre hay una gran mujer (y la viceversa también es cierta). Y la feliz vida militar, profesional, de José Manuel se complementó con una no menos feliz vida familiar desde que contrajo matrimonio, allá por 1975, con esa gran mujer, esa gran señora, esa gran profesional de la judicatura que es doña Francisca Soriano Vela, para mí, y para todos los que la conocemos, respetamos y queremos, Paquita. Y a ella hay que agradecerle también que, «por su culpa», José Manuel, sevillano él, haya continuado vinculado a Santa Cruz de Tenerife, aunque se haya movido por otras tierras distintas y distantes.
Bueno, volvamos por un momento al motivo de mi alegrón de esta noche: El libro. Cuando José Manuel me propuso que lo presentara, me llenó de orgullo que se hubiera acordado de mí para el acto, y de sorpresa, pues con toda seguridad conoce muchas personas doctas en Derecho que lo hubieran hecho mucho mejor, Lo achaqué al afecto, o mejor al cariño fraguado entre nosotros en años de trabajos y servicios compartidos. Pero al día siguiente, pasada la euforia del primer momento, les aseguro que me temblaron un poco las piernas. ¿Presentar yo un libro de tal envergadura como la simple lectura del título presuponía? ¿Un libro que había nacido como resumen de una tesis doctoral que había sido reconocida con Sobresaliente cum laude?
Pero me fui tranquilizando pensando en lo que a veces había criticado de otros presentadores en ocasiones similares. Yo no tenía que diseccionar el libro (si quería lo haría el autor). Mi labor consistía en a) presentar al autor (parte que se podía obviar, pues lo conocerían todos los asistentes) Y b) leer el libro y darles mi sincera opinión
Y a ello me dediqué, primero en el ordenador, pues José Manuel me envió una copia, y luego ya con el volumen en las manos. Les aseguro que me he leído el libro de pé a pá. Y les certifico que ha aprendido mucho sobre los Corregidores y otros muchos aspectos de la organización estatal emprendida por los Reyes Católicos y continuada por sus sucesores no solo en la España peninsular, sino también en las Canarias y en América y el Pacífico.
Creo firmemente que una vida o una obra para que tengan sentido deben dejar huella, o poso si quieren ustedes. Y este libro ha dejado poso en mí, porque me ha enseñado muchas cosas. En él he aprendido como nació esa figura del Corregidor, supe definir si sus cometidos eran consecuencia del desempeño de un cargo o de las funciones de un oficio; la enorme importancia del Corregidor en la vida municipal, y en nuestro caso la insular; sus fricciones con los otros poderes: judicial, político, militar; el trascendental papel que jugó en la civilización de las islas, en la protección de los aborígenes; supe cuando desaparecieron… en fin
Tampoco puedo olvidarme del prólogo del profesor Santana que precede al trabajo de Pérez Beviá, y que es otra adición de gran valor a la obra. En él se destaca la decisión de José Manuel para afrontar la tarea de estudiar la complejidad del cargo de Corregidor, especialmente en la organización de las Canarias en el Antiguo Régimen. Y resalta algo que a mí me había llamado sobremanera la atención: el exhaustivo análisis bibliográfico y de fuentes documentales realizado por el autor (nada menos que un total de 1.930 notas a pie de página).
Y coincido también en ello con el profesor Santana, como no podía por menos de ser, estoy seguro, José Manuel, de que no te vas a detener. Que este magnífico libro, este gran trabajo, no va a ser el canto del cisne de tu pasión investigadora y escritora, sino que en el futuro nos vas a regalar nuevos motivos para que tus compañeros y amigos (hayan sido o no cadetes) sigamos alegrándonos de tus “éxitos, premios y progresos”.
Gracias por este libro… y por los que vendrán.
Y a ustedes por su paciencia.
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