El homenaje pendiente a un héroe olvidado

 

Por Luis Cola Benítez   (Publicado en Canarias Gráfica, número 259, el 25 de julio de 1997) 
 

          Al teniente de Artillería de Milicias don Francisco Grandi Giraud, héroe de la Gesta del 25 de Julio de 1797, le debe su ciudad natal, Santa Cruz de Tenerife, algún tipo de homenaje. Es lo menos que puede hacer con uno de sus más valerosos hijos la población que ahora celebra el Bicentenario de su más famoso hecho de armas, al que tan decididamente contribuyó este tinerfeño.

           Cuando Nelson atacó Tenerife, ya este teniente de Milicias era un veterano artillero de 42 años, de cuya carrera militar anterior nada hemos podido averiguar al no haber sido localizada hasta el momento su hoja de servicios. No obstante, son numerosos los testimonios de testigos presenciales que destacan la actuación de Grandi en aquellos días de julio, y todos confirman la mayor parte de cuanto él mismo narra en el memorial que con fecha 12 de diciembre de aquel año dirigió al rey Carlos IV en justificación de su actuación, “para no quedar confundido”, expone a S.M., “con los que desempeñaron mal su deber.” Es curioso constatar que, mientras otros compañeros de armas que también elevaron memoriales a la Corte solicitaban ascensos, sueldos y prebendas, Grandi se limita a exponer cómo había sido su actuación, y lo único que pide al rey es ser declarado oficial benemérito, título que, aunque muy honroso, no le reportaba ventajas económicas y que no sabemos que le fuera concedido.

           El teniente Grandi ostentaba el mando de la batería de Santo Domingo, en el bastión izquierdo del castillo principal de San Cristóbal, bajo las órdenes del capitán de Artillería don Antonio Eduardo, quien se ocupaba de dirigir las de su centro y derecha. Por lo tanto, la batería a su cargo cubría un sector de unos cuarenta y cinco grados, que comprendía la bahía y el espigón del muelle. Según explica él mismo, quedaba sin cubrir la playa de la Alameda, a su izquierda,  por lo que ideó abrir una nueva tronera, derribando parte del parapeto en la noche del 23 al 24 de julio, para colocar una pieza que batiera directamente aquella playa, que en aquel sector de la línea defensiva era el lugar más apropiado para que el enemigo efectuara un desembarco, como efectivamente ocurrió en la madrugada siguiente.

          Todo parece indicar que fue allí donde se colocó el cañón “Tigre”, pues la mayor parte de las crónicas coinciden en que el instalado en aquella posición, maniobrado por el propio Grandi, y que dirigía su metralla hacia la citada playa, fue el que mayor estrago causó al enemigo en el desembarco de la madrugada del día 25. Pero no para aquí la acertada actuación de nuestro artillero.

          Más tarde, al tener noticias el general Gutiérrez de que la batería de la punta del muelle había sido ocupada por el enemigo -que no sólo desalojó a sus servidores, sino que la inutilizó clavando sus cañones-, una vez recuperado aquel puesto por nuestras fuerzas, ordenó a Grandi que volviera a ponerla en servicio cuando ya se luchaba con el enemigo en las calles de la población, en previsión de que continuaran los ataques desde el mar. Grandi solicitó un herrero que desclavara las piezas, quedando la batería en disposición de volver a actuar antes de que amaneciera.

          Recién terminado este trabajo, fue cuando se produjo la segunda oleada de quince lanchas de desembarco cargadas de tropa -con la intención de reforzar a las que ya estaban en tierra-, a las que contribuyó decisivamente a detener esta batería, que por su situación era la más avanzada hacia el mar de la línea defensiva y, por tanto, la de mayor riesgo. Con sólo ocho milicianos de Infantería del interior de la Isla, que jamás habían disparado un cañón, y dos artilleros veteranos, muy escaso número para servir una batería de siete piezas a barbeta, Grandi fue capaz no sólo de ponerla en servicio, sino que asombró a propios y extraños por su certera puntería al echar a pique dos lanchas, mientras que desde el castillo de San Cristóbal se acertaba sobre una tercera, lo que obligó al enemigo a retroceder hacia sus barcos.

           Son varios los testigos que ensalzan la actuación del teniente Grandi, y hasta los propios enemigos dejaron constancia de los estragos que sufrieron, reconociendo el acierto de los disparos por él dirigidos, primero desde el baluarte de Santo Domingo hacia la inmediata playa de la Alameda, y luego desde la batería del muelle.

          Sin embargo, durante doscientos años, el decisivo y heroico papel desempeñado por el teniente don Francisco Grandi Giraud en defensa de su tierra, no ha sido reconocido como se merece y su figura ha pasado casi inadvertida. Creemos que ya es hora de que la ciudad en la que nació pague la deuda que con él tiene contraída, rindiéndole el homenaje de admiración a que le hizo acreedor su brillante y heroica actuación y perpetuando de alguna forma su memoria. La Tertulia  Amigos del 25 de Julio apoyará decididamente cuantas iniciativas se encaminen en dicho sentido.