¿Nelson aprendió de los combates de Santa Cruz de Tenerife?

Por Ildefonso La-Roche Machado (Publicado en El Día, en 3 capítulos, los días 4, 5 y 8 de julio de 1997. Reproducido también en Recuerdo de un bicentenario).

 

I

 PREÁMBULO

          Considero que toda persona posee una inteligencia natural que se va desarrollando con los años por la educación recibida, por su propia capacidad de razonamiento y por la experiencia adquirida durante su vida. Horacio Nelson fue una persona estudiosa y reflexiva, que analizaba profundamente las posibles situaciones de combate y lograba plantear en el momento adecuado unas líneas de actuación que le llevasen a la victoria.

           Del examen de las acciones militares en las que participó Nelson como jefe, se puede deducir que el ataque a Santa cruz de Tenerife le sirvió de experiencia, y lo que aquí aprendió lo aplicó con mayor fortuna en batallas posteriores. En lo que sigue, intentaré mostrar que, en Aboukir y en Trafalgar, la táctica de Horacio Nelson reproduce, en parte, las acciones desarrolladas por los ingleses en Santa Cruz de Tenerife.

El ataque del 22 de julio de 1797 a Santa Cruz de Tenerife

          Por ser ampliamente  conocidos los combates de Santa Cruz de Tenerife, los describiré someramente, ya que el lector tiene a mano abundante bibliografía sobre ellos.

          Para el primer intento de conquista de Santa Cruz de Tenerife, Horacio Nelson ideó un ataque anfibio en el que la fuerza partía de los navíos y alcanzaba la costa mediante lanchas de desembarco.

          Por un lado, los ingleses esquivarían Paso Alto y tomarían el risco de “La Altura” para atacar las fortalezas de Santa Cruz, en el caso de que no fuera aceptada la rendición por el comandante general de Canarias, don Antonio Gutiérrez de Otero. Por otro lado, con la flota situada frente a la línea de defensa de la plaza, podrían realizar, en caso necesario, un ataque naval con una dirección paralela al que se llevaría a cabo por tierra, lo que obligaría a los artilleros de la fortificaciones a vigilar los buques y, con ello, no podrían participar en la defensa contra las tropas inglesas desembarcadas que atacarían las fortalezas por la espalda, lugar por el que se encontraban mal defendidas.

          Al comprobar los ingleses que las fuerzas españolas habían cerrado perfectamente los accesos a Santa Cruz, en la misma noche del 22 al 23 las fuerzas inglesas embarcaron sigilosamente y se reintegraron a los navíos.

La batalla de Aboukir

          En marzo de 1798, una vez restablecido Nelson de su herida, el Almirantazgo le ofrece el mando del navío Vanguard y se incorpora de nuevo a la escuadra del almirante Jervis, que continua bloqueando Cádiz. Al poco tiempo, Jervis le asigna la misión de localizar un gran convoy que ha salido en el mes de mayo de Tolón al mando de Napoleón Bonaparte con rumbo desconocido.

          La flota de guerra que escoltó el convoy francés estaba formada por trece navíos al mando del almirante Pablo Brueys d’Aigalliers, que en los últimos días de julio fue localizada por la fragata inglesa Alert en la bahía de Aboukir, amplia ensenada de unas 18 millas en anchura, situada en el delta del Nilo, 15 millas al este de Alejandría. Los buques franceses se encontraban anclados al W de la ensenada, a intervalos de 500 pies entre uno y otro, formando un amplio arco de puntos fuertes en dirección NW a SE, a unas tres millas de playa, cuya disposición recuerda la línea de defensa de Santa Cruz de Tenerife.

          Al amanecer del 1 de agosto de 1798,  los 16 navíos de la flota inglesa rodean la isla de Aboukir y se lanzan sobre la flota francesa en dos columnas, la primera por barlovento y la segunda a sotavento de línea francesa. Poco más de dos horas después han entrado en batalla la casi totalidad de los navíos ingleses, que utilizan la táctica de colocarse a la altura de un buque francés, lanzan el ancla para detenerse y bombardean al enemigo hasta rendirlo; a continuación, levan anclas y pasan a repetir la misma operación con otro buque de la línea que aún no hubiese atacado.

          De los navíos franceses sólo pueden escapar el Genereux, que llega a Creta y el Guillaume Tell, de Villeneuve, acompañado de las fragatas Diane y Justine, que logran llegar a Malta, francesa por entonces.

          Horacio Nelson envía al navío Leander, viejo conocido de Santa Cruz, para que llevase la noticia de la victoria al almirante Jervis, pero el Genereux, uno de los navíos supervivientes, lo captura en Candía. Por fin, es la fragata Mutine la que llega el 2 de octubre a Londres con la noticia de la victoria. ¿Será esta Mutine la misma fragata francesa que fue apresada por Richard Bowen el 29 de mayo de 1797 en la rada de Santa Cruz?

          Entre la batalla de Aboukir y la batalla de Santa Cruz del 22 de julio de 1797 pueden extraer las siguientes semejanzas:

               1.- En Santa Cruz, la línea defensiva estaba formada por un conjunto de puntos fuertes (castillos, fuertes y baterías), extendidos en forma de un arco en dirección NE a SW.

               2.- La táctica prevista por Nelson en esa batalla fue la de atacar la línea defensiva por la espalda con tropas anfibias, mientras que por mar la flota inglesa presionaba con su sola presencia a los defensores de Santa Cruz.

               3.- En Aboukir, la flota francesa constituía una línea de buques anclados extendidos en forma de arco en la dirección NW a SE.

               4.- La táctica de Nelson fue la de atacar a la flota francesa con sus navíos, con una división por barlovento y otra por sotavento de los buques enemigos.

 

II

El ataque de Nelson a Santa Cruz de Tenerife el 24 de julio de 1797.

          Por precaución, el comandante general de Canarias había distribuido sus fuerzas de Infantería desde la desembocadura del barranco de Almeida, por la izquierda del Castillo de San Cristóbal, y por la derecha de éste, hasta el Puerto Caballos, si bien estaba seguro de que el ataque se produciría “por nuestro centro y derecha”.

          Hacia las 11.00 de la noche del 24 de julio, unos 700 marineros ingleses ocupan las chalupas y otros 180 hombres son transportados en el Fox, a quien acompaña una embarcación canaria apresada el día 23 que participa transportando 80 hombres. Según Nelson, “cada capitán estaba inteligenciado de que el desembarco debía hacerse por el muelle y que desde allí debían encaminarse a la plaza principal, en donde se formarían en batalla para proceder a lo que se juzgase conveniente”. La operación revestía gran dificultad, puesto que se trataba de atacar el punto más fuerte del sistema defensivo de Santa Cruz.

          La fuerte resaca trastocó los planes de Horacio Nelson. Por un lado, sólo unas pocas lanchas llegaron al muelle, mientras que el resto se disgregaron y fueron arrastradas hacia la derecha del castillo. Una parte, al mando de Troubridge y Waller, desembarcó por la caleta de la Aduana. Un segundo grupo de lanchas inglesas, al mando de Hood y Millar, rompen la línea de defensa por la playa de las Carnicerías, pero son bloqueados por los defensores y se agrupan en la Plaza de la Iglesia.

          Las tropas españolas contraatacan y los ingleses quedan bloqueados en el convento de Santo Domingo; se entablan negociaciones y se acuerdan los trámites de su rendición, con lo que la batalla finaliza con una brillante victoria de las fuerzas españolas.

          El ataque a un solo punto planeado por Horacio Nelson fracasó sobre todo por falta de medios humanos en el muelle. Por otra parte, la fuerza de los hechos provocó que el ataque a un único punto se convirtiera en una ofensiva con tres líneas de acción, de las cuales la del muelle fue rechazada; la de la caleta de la Aduana tuvo pleno éxito, puesto que consiguió alcanzar su objetivo de concentrarse en la plaza de la Pila; por último, la tercera, que entró por la playa de las Carnicerías, sólo obtuvo un éxito parcial, ya que si bien entró en Santa Cruz, no pudo alcanzar el punto previsto de la concentración. El resultado de esta batalla debió llevar a la mente de Horacio Nelson las ventajas de no concentrar los ataques en un solo punto.

 

III

La batalla de Trafalgar

          Años después, Napoleón Bonaparte preparaba la invasión de las Islas Británicas, para lo cual necesitaba concentrar las flotas de guerra en el Canal de la Mancha y poder así hacer frente a la poderosa marina británica. El interés del Almirantazgo era totalmente contrario: mantener a la flota hispano-francesa alejada del Canal para que no pudiera apoyar el paso de las tropas francesas desde Francia a Gran Bretaña.

          El  almirante de la flota aliada era Pierre Charles de Villeneuve, ya conocido de los lectores desde Aboukir, quien en el verano de 1805 se refugió en Cádiz, donde quedó bloqueado por los británicos. Nelson, ya vicealmirante, obtuvo el mando de la flota y llegó a Cádiz el 29 de septiembre decidido a acabar con la flota aliada.

          En aquel momento, la táctica del combate utilizada era que las flotas enemigas formasen en línea y tratasen de cortar con la flota propia la retaguardia contraria, aislándola del resto y combatiéndola con un número de navíos superior, puesto que a la vanguardia enemiga le sería muy difícil virar y acercarse en ayuda de su retaguardia.

          El de octubre, Nelson expuso a sus oficiales que “si se descubre la escuadra enemiga al viento, en línea de batalla y que nuestras dos columnas y la división de vanguardia puedan alcanzar esa línea, ésta probablemente tendrá tal extensión, que la cabeza no podrá acudir en socorro de la cola”.

          El plan de Nelson presentaba como novedad el atacar en dos columnas que debían cortar la línea enemiga por dos puntos. La segunda columna iría al mando del vicealmirante Collingwood, quien, con 15 navíos,  cortaría la retaguardia aliada por el decimoprimer navío, mientras que la primera columna con doce navíos y al mando del propio Nelson, cortaría a la flota aliada por el centro.

          A las 9 horas del día 21 de octubre de 1805, cuando la flota aliada compuesta por 33 navíos estaba en las cercanías del cabo Trafalgar, vieron llegar las dos columnas inglesas que se acercaban desde poniente, de manera que parecía que en el momento del choque caerían sobre la retaguardia. A esa maniobra contestó Villeneuve, mandando virar en redondo simultáneamente, de modo que, desandando el camino, el choque se produciría en el centro y no en la cola, a la vez que el flojo viento del W al N le podría llevar a Cádiz en caso necesario. La maniobra fue un desastre, puesto que se formó una línea cóncava llena de intervalos vacíos provocados por navíos que habían quedado sotaventados.

          La situación planteada por Nelson el día 9 de octubre fue precisamente la que se encontró en la mañana del día 21, por lo que puede decirse que “los marinos ingleses entraron en combate conociendo de antemano el camino de la victoria”.

          Tal como había previsto Nelson, la vanguardia de la flota aliada, a cuyo mando se encontraba el almirante francés Dumanoir, no acude a tiempo en apoyo del centro y de la retaguardia, ya que el viento no le es favorable.

          El éxito de Nelson supera sus previsiones, ya que escasamente once barcos aliados se mantienen a flote en condiciones penosas, cuando él se daba por satisfecho si escapaban 20 navíos aliados.

          El vicealmirante Nelson no pudo ver el final de la batalla al ser herido por una bala de mosquete disparada desde el Redoutable, pero sobrevive lo suficiente para conocer que la victoria se inclina de su parte.

          Comparando los hechos reales sucedidos el 25 de julio en Santa Cruz de Tenerife con lo sucedido en Trafalgar, se mantiene la similitud táctica. En Trafalgar, el ataque de Nelson a una flota enemiga que navega en línea de batalla consiste en cortarla por dos puntos, aunque considera que sería incluso preferible atacar con tres columnas de navíos,  si bien, finalmente, se limita a hacerlo por dos puntos. En Santa Cruz de Tenerife ataca el centro de la línea de fortificaciones por el punto más fuerte con una columna de lanchas que, muy a su pesar, fueron separadas por la marejada en tres líneas de ataque y esas tres líneas fueron las que estuvieron cerca de obtener un éxito.

 

EPÍLOGO

          Tras lo expuesto hasta aquí, entre los dos ataques a Santa Cruz de Tenerife el 22 y el 25 de julio de 1797 y las batallas navales de Aboukir y Trafalgar se han mostrado varias similitudes tácticas que recordamos a continuación:

               - Entre el combate del 22 de julio y la batalla de Aboukir, el ataque por ambos lados de la línea de puntos fuertes (fortificaciones en Santa Cruz y navíos anclados en Aboukir), si bien en Santa Cruz fracasó el ataque inglés y en Aboukir alcanzó Nelson un éxito pleno.

               - Entre la lucha del 25 de Julio en Santa Cruz y la batalla de Trafalgar, los varios puntos de ataque contra la línea enemiga, uno en Santa Cruz que luego se desdobló en un ataque por tres puntos y la embestida con dos divisiones contra una flota hispano-francesa que navega lentamente, cuando el propio Nelson había manifestado que aún era mejor atacar en tres columnas para realizar un triple corte en la flota enemiga dispuesta en línea de batalla.

          Indudablemente, existe una mejora en las tácticas aplicadas en Aboukir y Trafalgar, si se comparan con los anteriores combates o batallas que dirigió Nelson, pero es posible afirmar que esas tácticas las ensayó por primera vez en Santa Cruz de Tenerife.

          Espero que Dios haya perdonado a Nelson los muchos daños y sufrimientos que causó en Tenerife y le tenga en su Gloria; amén.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -