Tres poemas elegíacos breves de Viera y Clavijo

Por Pedro Ontoria Oquillas  (Publicado en El Día / La Prensa el 22 de octubre de 1995).

          Entre los papeles manuscritos de la Biblioteca Municipal hemos encontrado un folio de 18 cms. donde aparece una breve composición poética titulada "Epitafio al sepulcro de Nelson". La referencia informativa considera dicha obra poética de autor desconocido, como anónimo es también el artista del dibujo a plumilla con busto de Nelson y trofeos que le acompañan. Epitafio y dibujo están adheridos al anverso y reverso de una hoja de papel como soporte.

          Su lectura me evocó de inmediato el epitafio publicado en el número extraordinario del Diario de Tenerife de 25 de julio de 1897 con motivo del primer centenario de la victoria del general Gutiérrez y el pueblo de Tenerife sobre el almirante Nelson. Cotejados ambos epitafios comprobamos su identidad y, consiguientemente, la misma autoría. Según Elías Zerolo, quien lo dio a conocer en el primer centenario de la gloriosa gesta, Viera y Clavijo escribió un epitafio a la muerte de Nelson, que salió anónimo, impreso en una cuartilla de papel de tina, sin fecha ni lugar de impresión. Este papel, que se estampó en La Laguna en 1805 ó 1806, dice así:

                    El Impresor lo dedica á Don Henrique Casalón, para que lo haga reimprimir en L.

                    Hic jacet Nelson, sed non omnis.

                              Aquí, roto el vital lazo,  //  Nelson, héroe marinero,  //  yace; mas no todo entero,  //  pues se echa en menos un brazo.

                              Perdiólo de un cañonazo;  //  quando batido salió  // de Santa Cruz, y si halló  //  triunfos, los pudo adquirir  //  en Trafalgar y Abuquir;  //  pero en Tenerife no.

          Elías Zerolo añade el dato curioso de que el ejemplar del epitafio que él poseía, cayó por entonces es manos de algún canario menos regionalista que Viera, o quizá en las de un español peninsular, que cambió los versos 2. 3, 7, 9 y 10 de la décima por los siguientes:

               2. Por un valeroso hibero.
               3. Yace Nelson, y no entero
               7. De Santa Cruz, que si halló
               9. De otros allá en Abuquir;
               10. Pero de españoles no.

          No fue acertada la enmienda del anónimo poeta. Para mejorar el pensamiento de Viera, habría que presentar a Tenerife enriqueciendo con su glorioso hecho de armas el envidiado trofeo nacional.

          La copia de la Biblioteca Municipal, que reproducimos, debió hacerla algún entusiasta recopilador de poemas que exaltan la gloriosa gesta y formada parte de algún legajo manuscrito. No lleva el titulo “Hic jacet…” que es como se le conoce al epitafio.

          Agustín Millares Carlo en su Bibliografía de escritores canarios numera con la cifra 17 el epitafio “Hic jacet Nelson, sed non omnis” de la obra manuscrita Fruta del tiempo en el Parnaso o Colección de varios versos sueltos de José de Viera y Clavijo. El manuscrito, con la signatura 81 se encuentra en la Biblioteca Municipal y es de la primera mitad del siglo XIX. M. Álvarez de Buergo, en Inventario General de Manuscritos de la Biblioteca Pública Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1919, pág. 53, escribe que el ms. fue de Antonio Pereira Pacheco y Ruiz, cuyo nombre figura en la 1ª hoja. El titulo está puesto, seguramente, por el mismo Pereira, a imitación del de la obra de Viera titulada Fruta verde del Parnaso. Consultado el manuscrito resulta prácticamente ilegible el epitafio. A duras penas se puede descifrar el titulo, el primer y último verso y algunas palabras iniciales de los restantes versos. Gracias a la copia, que reproducimos, y a la versión transcrita en el Diario de Tenerife podemos conocer esta décima o espinela que nos recuerda la sepultura alegórica del britano: "Hic jacet Nelson, sed non omnis, pues solamente se le amputó el brazo."

          En el mismo manuscrito 81 con el número 15 está el epitafio que Viera y Clavijo dedicó al general Gutiérrez que lleva por título “En la muerte del Excmo. Sr. D. Antonio Gutiérrez, comandante general de Canarias”. Las mismas observaciones que hemos hecho para el epitafio de Nelson pueden aplicarse al de su vencedor Gutiérrez. Es un soneto inédito que comienza con el verso “Sombra inmortal, tu nombre será eterno” y termina con “Yo soy de sus cenizas Mausoleo”.

          No son los únicos epitafios que el polígrafo canario dedicó a personajes de la efemérides del 25 de julio de 1797. En otra ocasión dimos a conocer en Hespérides, núm. 103, julio—agosto 1991, una sentida octava real donde se condensa el hermoso epitafio de uno de los héroes más queridos de nuestra gloriosa Gesta:

                “Al Teniente Coronel Don Juan Bautista de Castro Ayala. que murió en defensa de la Patria mandando en Jefe parte de su Regimiento por ausencia del Coronel, en la invasión que hicieron los Ingleses por el Puerto de Santa Cruz la noche del 24 a 25 de Julio, hizo el señor Don Joseph de Viera y Clavijo, Canónigo y Dignidad de Arcediano de Fuerteventura en la Santa Iglesia Catedral de estas telas, el siguiente:

                    Epitafio:

                             El Marcial apellido que heredaste  //  muriendo nuevamente lo adquiriste,  //  pues por la Patria en Santa Cruz campeaste,  //  y al frente de tu tropa falleciste. 

                             Para consuelo de los tuyos baste:  //  ” Un nombre eterno y un honor sin tasa  //  serán bienes castrenses en su casa”.

          Podemos considerar esta octava real como una breve alegoría que tiene por objeto cantar el dolor de la muerte de este personaje, héroe de nuestra defensa, que la podríamos catalogar como una breve elegía «heroica». La muerte de nuestro héroe fue muy llorada por el pueblo tinerfeño y a su honrosa muerte fray José Antonio Raymond, de la Orden de S. Agustín, le dedicó la siguiente espinela:

                            Del pórfido y alabastro  //  donde matiz de oro turna  //  deberla formarse la urna  //  de las cenizas de Castro:  

                            En su ocaso este bello astro  //  despidió su luz mayor;  //  y de la Patria el amor  //  que con tal luz se ilumina  //  hacia la gloria camina  //  que indicó su noble ardor.

          Sacrificio heroico que nos recuerda el famoso verso del vate latino: “Dulce et decorum est pro patria mori” (Horacio, Odas, III, 2, 13). Dulce y hermoso es morir por la Patria.

 

- - - - - - - - - - - - - - - - - -