La doble incertidumbre de un óleo
Consideraciones en torno a un retratado y a un retratista
Por Pedro Ontoria Oquillas y Daniel García Pulido (Publicado en El Día / La Prensa el 3 de septiembre de 2011)
“Tan ilícito es encubrir la verdad como decir lo incierto” (PLATÓN, Diálogos, Teeteto, 151)
El devenir de la Historia suele en ocasiones ser cruel con la identidad y el acontecer de algunos personajes, quizá asociados a unos hechos distorsionados, acaso portadores indirectos de un mensaje equívoco, o inmersos en ese subconsciente colectivo de una realidad sesgada que el tiempo ha ido consolidando con el paso de los años. Esa crueldad, no obstante, rara vez traspasa el mero ámbito de los sucesos y de los acontecimientos tanto familiares, personales o profesionales de un determinado individuo para alcanzar a herir su realidad física, su propia fisonomía, esa imagen corpórea o pictórica que ha llegado hasta nosotros. Este artículo trae a colación uno de estos inusuales casos, centrado en un retrato canario del siglo XVIII, un caso que cuenta con el agravante de ser doble esa adversidad interpretativa en sus dos horizontes paralelos, el retratado y el retratista, a quienes el destino ha robado su verdadera identificación otorgando protagonismo, de manera involuntaria, a otro binomio de personajes. Estas líneas pretenden sencillamente recopilar y ahondar en este particular ejemplo de incertidumbre, engañosa para la identidad de los visibles, dolorosa para la memoria de los postergados, en pos de una certeza que soñamos tenga su eco en la reparación de un daño que ya se reitera demasiado en el tiempo y que se nos antoja fácil y a todas luces justificada.
El cuadro en cuestión
Descripción del retrato
El óleo objeto de nuestro estudio pende en la sala III del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, mostrando a un personaje vistiendo el uniforme de oficial de las milicias canarias, dentro de lo que los críticos consideran como una obra clásica de la pintura en Tenerife (Nota 1). Este lienzo, de 57 x 73 cm., con un colorido bastante luminoso y de clara ejecución estilística de finales del Setecientos, nos muestra el retrato en tres cuartas partes de un militar, de luenga cabellera, que aparece sentado ante una librería, a la que se antepone un cuadro de la Inmaculada. Analicemos detenidamente cada uno de estos elementos compositivos.
El retratado apoya la mano izquierda sobre un libro con una carta desplegada (sobre la que volveremos poco después, ya que encierra la clave de la identidad del personaje) mientras que con la mano derecha sostiene un bastón de mando -distinción solo accesible para los mandos o jefes-. Viste casaca azul turquí con collarín, solapas y vueltas rojas, chaleco o chupa roja abrochada, calzón del mismo color, botonadura dorada -seis en cada solapa de la casaca y tres en cada una de las vueltas o sobremangas-, y corbata, pechera y puños de encaje. Debemos puntualizar que el retratado cumple estrictamente con los preceptos establecidos en el protocolo de vestimentas castrenses para finales del Setecientos, a excepción de la coloración del calzón (2), y que muestra las divisas pertenecientes al rango de capitán -sendas charreteras o palas rígidas con flecos dorados, siendo claramente visible la de su hombro derecho y mucho menos explícita, aunque presente, la de su costado izquierdo, justo en donde coincide su cuerpo con la esquina del cuadro de la Purísima-. Merece apuntarse que el hecho de aunar dicha graduación con la ostentación del bastón de mando pudiera estarnos hablando del ejercicio efectivo de una ayudantía (rango de ayudante, inmediatamente inferior al de teniente coronel) en un regimiento.
De su rostro sereno llama la atención la indudable penetración psicológica de su mirada indagadora, así como la aparente presencia de un velo sobre el cabello, que le alcanza a cubrir parte de la frente -en el caso de que, efectivamente, no se tratara de un defecto o un elemento inconcluso en el propio retrato- (3). Su ejecución material no queda exenta de simbolismo, ya que el artista ambienta el conjunto incluyendo en la tela un estante repleto de libros y el precitado cuadro, indicando así, gráficamente, tanto la entidad cultural como religiosa del individuo. Lo define perfectamente la doctora Margarita Rodríguez González al señalar que “el elemento sacro [luce] como un mero recordatorio de su religiosidad, acompañando a ciertos detalles que señalaban su ascendencia, su status” (4). La presencia de esa Purísima o Inmaculada, en la conocida técnica de “un cuadro dentro de otro cuadro”, recuerda poderosamente las líneas compositivas seguidas para este tipo de representaciones marianas por el pintor isleño Juan de Miranda, pudiendo establecerse con meridiana seguridad que el artista tomó una obra de ese renombrado autor como modelo para esa imagen devota del retratado (5).
Sobre la historia propia y documentada de este lienzo es poco lo que conocemos. La llegada de esta obra al Museo Municipal no ha podido ser constatada aún con claridad si bien hubo de efectuarse después del año 1905, fecha en que se realizó el primer inventario de esta institución y en la que aún no aparece consignado este singular retrato (6) y siempre antes de 1946, cuando ya el estudioso Sebastián Padrón Acosta nos confirma que figuraba el retrato expuesto en las salas de dicha institución (7). Posiblemente fue adquirido por la dirección del Museo atendiendo no sólo a la calidad artística del lienzo sino a su hipotético valor histórico, habida su vinculación inicial con algún retratista insular de prestigio -tal y como trataremos posteriormente-.
Filiación del retratado
Hoy en día, en la precitada sala III del Museo Municipal, al lado izquierdo del lienzo, figura la ficha descriptiva del mismo y en él leemos que la identidad que se atribuye al retratado corresponde con la del teniente coronel Juan Bautista de Castro Ayala, personaje de ennoblecida y heroica biografía que falleciera, en loor de merecida grandeza, en la madrugada del 25 de julio de 1797 durante la defensa de Santa Cruz de Tenerife frente al asalto británico comandado por Horacio Nelson (8). En este preciso punto, contemplando esa identificación, arranca esa doble incertidumbre, esa contradicción que ha movido desde hace años a varios estudiosos e investigadores a cuestionar seriamente tanto la filiación del retratado como la identidad del artista o pintor del propio cuadro.
Como puede observarse, se ha venido reiterando de manera rutinaria la identificación del personaje del cuadro con el mencionado Juan Bautista de Castro Ayala y en la actualidad se ignora y se nos escapa el origen de esa adscripción tan directa, si bien no deja de resultar tremendamente revelador que esa adscripción debía gozar de tanto predicamento y de tan verdadero peso en su momento que, aunque hizo dudar a la doctora Carmen Fraga González a sabiendas de que la misiva que figuraba en el cuadro portaba una identificación bien distinta, no se modificó en ningún momento la filiación del bizarro militar lagunero (9). De hecho, hemos podido constatar cómo el anteriormente reseñado investigador Padrón Acosta afirmaba haber "comprobado indubitablemente" esta aseveración, pero sin especificar de dónde provenía esa certidumbre tan clara (10).
La mano y la carta
Es posible que quien o quienes quisieron ver a Castro Ayala en el retrato actuasen movidos en parte por lo agradecido de dicha vinculación al ponerle rostro a una de las figuras heroicas del episodio histórico más trascendente en los anales tinerfeños, aunque, sin embargo, ya el erudito estudioso Pedro Tarquis Rodríguez ponía en duda tal identificación sin llegar a dilucidar la cuestión (11) y no ha sido sino hasta hace pocos años cuando el investigador Carlos Gaviño de Franchy ha aclarado convenientemente que el retrato que viene asignándosele a la fisonomía del citado teniente coronel Castro Ayala lleva una identificación evidente y a todas luces rotunda para certificar dicha cuestión cual es una carta desplegada en la que se lee el nombre del destinatario, recurso este utilizado hasta la saciedad en los esquemas retratistas de todos los tiempos. En el pliegue de dicha misiva donde figura su destinatario puede leerse claramente: A Dn. Gaspar Frnz. Uriae (12), lo que nos brinda el dato contrastado de que el militar retratado en esta obra no es otro que don Gaspar Fernández Uriarte.
El nombre del destinatario
No alcanzamos a entender cómo la Historia ha sido tan maliciosamente irónica con la figura de Juan Bautista de Castro Ayala, no solo denostado de manera injusta por su papel en la Gesta del 25 de Julio, sino siendo objeto, acaso indirecto, de un enorme vacío al haberse tergiversado su propia fisonomía. Quizá los versos de Viera y Clavijo sean los más consecuentes con su memoria: "para consuelo de los tuyos baste / poder leer en tu Sepulcro triste: / “Un nombre eterno y un honor sin tasa / serán bienes castrenses en su casa” (13).
Don Gaspar Fernández Uriarte
El personaje retratado es pues, sin duda alguna, don Gaspar Fernández Uriarte, que nació en la localidad norteña de Garachico el 10 de febrero de 1745 y fue bautizado en su iglesia parroquial de Santa Ana seis días después, según consta en la partida ejecutada al efecto, cuyo trasunto es el siguiente:
En la iglesia parroquial de la Señora Santa Ana, de este lugar y Puerto de Garachico, en dieciséis días de febrero del año de 1745, yo el señor don Manuel de Acosta Perera, venerable beneficiado semanero y rector de la dicha iglesia y Vicario del Partido de Daute, Examinador Sinodal de este Obispado, bauticé solemnemente a un niño que nació el día diez de dicho mes, a quien puse por nombre Gaspar Guillermo Nicolás Antonio, hijo legítimo de legítimo matrimonio de Gaspar Fernández Feo y de su legitima mujer María Antonia de Uriarte y Keiser, vecinos y naturales de este lugar. Fue su padrino don Esteban Matías Prieto, vecino y natural de este lugar, a quien advertí del parentesco espiritual; tiene óleo y Crisma, y lo firmé. Manuel de Acosta Perera (14).
Sus padres, los consabidos teniente capitán don Gaspar Fernández Feo Figueroa y doña María Antonia de Uriarte Keyser, habían contraído matrimonio el 2 de agosto de 1733 (15), siendo hijos respectivamente del alférez don José Fernández Feo y doña Luisa Fernández de Saavedra -casados en Santa Ana de Garachico el 20 de enero de 1698- y de don Juan de Uriarte -natural del Señorío de Vizcaya, teniente de castellano del de Garachico- y doña María Magdalena Keyser -casados en dicho puerto el 24 de agosto de 1707-. Hermanos de nuestro retratado fueron el capitán de milicias de artillería don Juan Fernández Uriarte -primer administrador de la Renta de Correos en 1797, puesto que ocupó al menos hasta 1815 habiendo sido uno de los firmantes de la histórica acta del día 29 de julio de 1797- (16); el teniente don Manuel Fernández Uriarte, casado con doña Josefa María Bignoni -padres del alférez del batallón de Canarias don Rafael Fernández Bignoni, fallecido a los 26 años de edad durante el ataque de Nelson- (17); doña María Fernández Uriarte y doña Leonor Fernández Uriarte.
Don Gaspar Fernández Uriarte casó, en 1795, con su prima segunda doña Antonia de León Román y Saavedra, hija del subteniente don Nicolás de León y de doña María del Carmen Román y fueron padres de doña Ana Fernández de León, quien contraería esponsales con don Nicasio Campos Pereyra.
De su historial militar, donde convenientemente constan los apartados de "salud, robusta" y "calidad, distinguida", entresacamos que fue nombrado subteniente de fusileros del regimiento de milicias de Abona el 20 de junio de 1771, a la edad de 26 años -rango que ostentó por espacio de seis años, un mes y dieciocho días, como puntualmente refleja su expediente militar-. Ascendido a subteniente de granaderos del mismo cuerpo el 8 de agosto de 1777 sólo hubo de esperar un año, siete meses y dos días para alcanzar el rango de teniente de la 6ª compañía del mismo regimiento el 30 de marzo de 1779. En 1790 aún continuaba con esa misma graduación de teniente, graduado de infantería, en la precitada 6ª compañía (18), y solo sería años después cuando alcanzaría consecutivamente el rango de capitán -en 1819 goza ya de dicha categoría al otorgar un poder a procuradores ante el Cabildo de Tenerife- (19). Coincidiendo con su categoría de capitán ejerció posteriormente el puesto de 2º ayudante de dicho regimiento de Abona para, por último, ascender al rango de teniente coronel (20). Aunque algún autor afirma que don Gaspar Fernández Uriarte fue administrador de las Rentas del Tabaco -confundiendo su identidad con Gaspar de Fuentes- (21) únicamente su hermano, don Juan Fernández Uriarte, ostentó un cargo parecido, el de administrador de la Renta de Correos, tal y como citamos anteriormente (22).
Al observar su imagen en el lienzo, representada frente a esa librería y con ese tomo entre sus manos, una de las claves se despeja al tenerse constancia documental de la afición lectora y culta del retratado. Baste como revelador ejemplo que el nombre de Gaspar Fernández Uriarte figura como uno de los suscriptores del "Memorial Literario, Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid", para abril de 1789 -en su vol. 16 figura inscrito como "vecino de Santa Cruz de Tenerife" y como "teniente de milicias"- (23).
Curiosamente, se da la circunstancia de que la atribución constatada de este retrato a Gaspar Fernández de Uriarte es la llave para conocer la identidad de un lienzo contiguo, que inicialmente se creía que figuraba a doña María Bernarda Soria Pimentel ya que desde su llegada al Museo Municipal ha hecho pareja con el de su esposo Juan Bautista de Castro Ayala (24), y al que habrá que atribuirle desde ahora las facciones de Antonia de León Román, prima segunda y esposa de dicho Gaspar Fernández Uriarte.
Autoría del cuadro
Pasemos ahora a estudiar la filiación del propio autor del retrato, aspecto este que ha pasado a lo largo del tiempo por tres etapas: inicialmente, según nos refiere Fraga González, fue atribuido a Luis de la Cruz y Ríos -pensamos que en el momento de su llegada y adquisición por el referido Museo-; un segundo paréntesis, en el que primaba la opinión de dicha doctora Fraga, quien lo atribuía a los pinceles de José Rodríguez de la Oliva [1695-1777]; y una tercera y hasta hoy vigente opinión, establecida por Gaviño de Franchy, que aventuraba su adscripción a los pinceles del retratista Cristóbal Afonso. Analicemos las diferentes circunstancias de estas opiniones, dejando para el final de manera consciente la primera de las alternativas esbozadas.
El hecho de haber muerto el teniente coronel Castro en 1797, fecha en la que el pintor de la Cruz y Ríos tendría veintiún años, hizo que la doctora Fraga González mudara la atribución inicial y lo incluyera en el catálogo del afamado retratista Rodríguez de la Oliva. Teniendo en cuenta las fechas vitales del supuesto personaje retratado [1732-1797], “el retrato se ajusta mejor a la década de los setenta, cuando vivía aún el pintor lagunero [...]” (25).
Posteriormente, hace unos años, Gaviño de Franchy afirmó que Fraga González partía de una premisa confusa al hacer caso omiso de la carta desplegada del cuadro, dando por supuesto que el retratado era Juan Bautista de Castro, y atribuyéndolo a Rodríguez de la Oliva prescindiendo de la posibilidad de que fuera otro el retratado. Siguiendo esa línea argumental dilucida la posible paternidad del lienzo en la persona del pintor lagunero Cristóbal Afonso [1742-1797], pues según aducía, reunía todos los argumentos con los que la doctora Margarita Rodríguez González ha definido la obra del consabido Afonso: "respeto por la tradición, fondo poco complicado, nota colorista, casi siempre constituida por los rojos, contrastando con la igualdad de los tonos que generalmente peculiarizan sus obras" (26).
Comparación de estilos entre Cristóbal Afonso (abajo) y el autor de los dos retratos de la parte superior
No obstante, cuando se procede a un análisis objetivo y detenido de la producción retratista de Cristóbal Afonso no parece coincidir su estilo pictórico con la calidad plástica y artística del retrato objeto de nuestro estudio. Ya el propio Gaviño de Franchy advertía que este retrato de Gaspar Fernández seguía idénticas líneas compositivas a uno efectuado al oficial Nicolás de Molina y Briones, también de desconocido autor, y nuevamente en este lienzo salta a la vista la diferencia de pincel de esa mano anónima respecto a los usos y maneras de Afonso. Las discrepancias emergen tanto en el tratamiento de la textura de la piel como en la representación de los rasgos -en ocasiones, dibujados más que pintados por Afonso-, e incluso, llegando más lejos, en la propia disposición simétrica y realista de los elementos que conforman la fisonomía del rostro (27).
D. Nicolás Molina y Briones
A tenor de lo expuesto creemos que la atribución inicial, aquella con la que posiblemente llegó al Museo Municipal, sea la correcta, perteneciendo este lienzo al pincel de Luis de la Cruz y Ríos. Una prueba esclarecedora que nos llega desde el pasado avalando esta opción nos la brinda el reconocido historiador Miguel Tarquis González, quien entre sus notas personales refleja, al consignar entre las obras de dicho pintor portuense el "retrato del Teniente Coronel Sr. Castro [sic]" y de la "Sra. de Castro [sic], ambos prop. del Museo Municipal" (28).
Si a ello unimos que un repaso general a la producción de este afamado retratista, auténtico especialista en este campo, no hace sino refrendar concomitancias y similitudes estilísticas y formales tanto en este lienzo objeto de nuestros desvelos como en el reseñado de Molina y Briones, poco queda por dilucidar al respecto. El principal escollo apuntado por Fraga González (la juventud del pintor en la década de 1790) queda anulado al estar sobradamente documentado que Luis de la Cruz trabajó de forma intensa durante ese periodo -entre sus veinte y treinta años de edad- el arte del retrato, figurando entre sus "clientes" personajes de primera fila en aquel entonces como el comandante general Antonio Gutiérrez o el obispo Antonio Tavira Almazán, entre muchos otros. Es más, si realmente el retrato que hace "pendant" con el de Gaspar Fernández de Uriarte se trata de su esposa, y estos se desposaron en 1795, la cronología de este lienzo debe forzosamente retratarse a esos años finales del Setecientos, con un Luis de la Cruz ya avezado en la representación de rostros de la nobleza, clero y burguesía isleñas (29).
Sra. de Fernández Uriarte
Conclusión
Son tremendamente reveladoras y acertadas las palabras que utilizara el estudioso Padrón Acosta para rematar uno de los artículos referidos en este trabajo -"conviene ir precisando los contornos de nuestra pintura, aunque con cuidado sumo, pues en esta materia la precipitación es peligrosa”-, porque definen perfectamente la intención de estas líneas, nacidas con el único objeto de recopilar y plasmar de manera objetiva los diferentes razonamientos asociados a un conocido retrato, buscando restañar el daño efectuado a las figuras tanto del capitán Gaspar Fernández Uriarte -por omisión- como del teniente coronel Castro Ayala -por suplantación- y, paralelamente, esbozar la autoría del propio retrato en base a nuevas y contrastadas referencias, una autoría que parece conducir inequívocamente a la paleta del prestigioso retratista portuense Luis de la Cruz y Ríos. La memoria de sendos personajes de nuestra Historia, así como el honor de contar con sendos lienzos de una de las figuras artísticas señeras del Archipiélago, quedarían recuperadas si la dirección del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife estudiase la conveniencia de proceder a rectificar la titulación y atribución de ambos retratos, deshaciendo un agravio histórico y artístico que es, sin duda, una deuda perenne y argumentada.
D. Gaspar Fernández Uriarte
NOTAS
1- CASTRO BRUNETTO, Carlos Javier: Guía del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1991, p. 30.- FRAGA GONZÁLEZ, Carmen: Guía didáctica del Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1980, p. 76 - Una copia fotográfica convenientemente texturizada y enmarcada se exhibe en el Museo Militar Regional de Canarias, vide FRÍAS PLÁ, Federico: "El teniente coronel don Juan Bautista de Castro Ayala, en el Museo Militar de Canarias" en El Día/La Prensa, 18 de junio de 1995, p. XIII/61.
2- El uniforme de las milicias provinciales en 1791 estipulaba que el calzón fuera azul, con lo que aquí surge una posible equivocación del retratista o bien una licencia del retratado ya que el calzón o pantalón se adivina rojo en el retrato. Por otro lado, la camisa, corbata y puños debían ser de seda, tal y como pensamos que luce nuestro personaje.
3 - Creemos que la presencia de este velo guarda una relación directa con el cuadro de la Purísima si bien dejamos en manos de los expertos la significación de esta curiosa manera de ser retratado.
4 - RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Margarita: La pintura en Canarias durante el siglo XVIII. Cabildo Insular de Gran Canaria; Las Palmas de Gran Canaria, 1986. pág. 66.
5 - FRAGA GONZÁLEZ, C. [op. cit. p. 76] afirma que se trata de un “cuadro imaginario, de marco rococó”.
6 - Citado en GALLARDO PEÑA, María: "Los orígenes del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife". Anuario de Estudios Atlánticos. Madrid-Las Palmas de Gran Canaria; núm. 38, p. 495. Se trata de un primer catálogo de obras elaborado por Teodomiro Robayna Marrero en 1901 y publicado en el Diario de Tenerife, bajo el título "De Arte" el 12 de septiembre de dicho año. Estamos plenamente convencidos de que aparecerá esa información puntual sobre el retrato objeto de nuestro estudio en cuanto se vaya revisando y conociendo en profundidad la documentación asociada a los orígenes y evolución de este valioso Museo Municipal.
7 - PADRÓN ACOSTA, Sebastián: “Los cuadros apócrifos de Luis de la Cruz”. El Día, Santa Cruz de Tenerife, 18 de enero de 1946. p.3. Este interesante trabajo se centra principalmente en los lienzos de "San Luis", "Santa Isabel", "San Fernando" y "San Cristóbal" custodiados en la Catedral de La Laguna y atribuidos al pintor portuense, si bien aprovecha para referirse a otras dos obras aparentemente apócrifas -según su criterio-: los retratos del general Tomás Morales -obra esta sí de certificada adscripción al taller de Vicente Escobar en La Habana en 1824- y el del teniente coronel Castro Ayala.
8 - Sobre este personaje véase FERNÁNDEZ BETHENCOURT, Francisco: Nobiliario y Blasón de Canarias. Madrid, 1882, tomo V, pp. 34-40; y GARCÍA PULIDO, Daniel: "Reflexiones en torno a la actuación de un oficial denostado: don Juan Bautista de Castro Ayala". en El Día/La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 24 de marzo de 2007, pp. I-III. No obstante, existen varios óleos, de no muy buena calidad, que representan a don Juan Bautista de Castro Ayala, alguno de los cuales -uno anónimo y otro obra del pintor Francisco Cid Gestí- han sido dados a conocer por Juan Carlos Cardell Cristellys. Vide CARDELL CRISTELLYS, Juan Carlos: Héroes y testigos de la derrota de Nelson en Tenerife. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife 2004 pp. 147 y 149. De todas formas, estos óleos parecen ser una recreación del mismo cuadro del Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife, con la consiguiente falta de autenticidad de su persona. Se nos apunta que su ascendiente don Bernardo de Lorenzo-Cáceres y Castro-Ayala es propietario de un cuadro en el que figura la verdadera imagen del héroe, pero no hemos podido certificar esta información.
9 - FRAGA GONZÁLEZ, C. [op. cit] p. 76, donde citamos textualmente: “la atribución de estos cuadros a Luis de la Cruz no parece firme, ni tampoco la identidad de dichos personajes”; FRAGA GONZÁLEZ, Carmen: Escultura y pintura de José Rodríguez de la Oliva (1695-1777). Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna; La Laguna, 1983. p. 76.
10 - PADRÓN ACOSTA, S: Art. cit. Curiosamente, en este trabajo el investigador Padrón Acosta incurre en el error de confundir y traspapelar completamente, para añadir si cabe mayor enredo en este tema, el retrato de Juan Bautista de Castro Ayala con la copia de un retrato efectuada por Marcos Baeza al ingeniero Agustín de Bethencourt y Molina -siguiendo las indicaciones ofrecidas sobre este último lienzo en el "Índice cronológico de pintores canarios" de María Rosa Alonso Rodríguez, publicado en la Revista de Historia entre 1944 y 1945-.
11 - TARQUIS RODRÍGUEZ, Pedro: Desarrollo del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. [Edición, introducción y notas por Ana Luisa González Reimers]. Santa Cruz de Tenerife, 2001, pp. 366 y 369.
12 - Carmen Fraga ya apuntaba esta interesante referencia en su precitada obra sobre Rodríguez de la Oliva. Véase GAVIÑO DE FRANCHY, Carlos: "Don Nicolás de Molina y Briones" en AA. VV., Arte en Canarias siglos XV-XIX. Una mirada retrospectiva. 2 tomos, Islas Canarias, 2001. Vide t. II pp. 194-195. Véase CARDELL CRISTELLYS, Juan Calos: Héroes y testigos de la derrota de Nelson en Tenerife. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2004, p. 134; CASTRO BRUNETO, Carlos: "Luces y sombras en el siglo ilustrado: la cultura canaria del setecientos". En: Historia Cultural del Arte en Canarias. Vol. 4, Gobierno de Canarias, 2009, pp. 200-201; ONTORIA OQUILLAS, Pedro: El general don Antonio Gutiérrez, vencedor de Nelson. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2006, p. 213, nota 314.
13 - Epitafio vierense bellísimo en MILLARES CARLO, Agustín/HERNÁNDEZ SUÁREZ, Agustín: Biobibliografía de escritores canarios (siglos XVI, XVII y XVIII). Tomo VI, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1993, pp. 534 nº 28 y 574.- ONTORIA OQUILLAS, Pedro: "Composiciones poéticas al general Gutiérrez". En: Hespérides. Zona Militar de Canarias, nº 103 (julio-agosto 1991), p. 8. En esta última obra también los versos a su memoria del agustino José Antonio Raymond.
14 - Archivo parroquial de la iglesia de Santa Ana, Garachico. Libro IX de Bautismos, folio 160 recto. Agradecemos profundamente al cronista y amigo don José Velázquez Méndez la amabilidad al disponer de su tiempo para consultar las fuentes documentales necesarias en la bella localidad norteña.
15 - Archivo parroquial de la iglesia de Santa Ana, Garachico. Libro VI de Matrimonios, folios 5 recto y 6 verso.
16 - CARDELL CRISTELLYS, Juan Carlos: Cronología de los prolegómenos en la Gesta del 25 de Julio de 1797 [2]. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2004, pp. 96-97.- COLA BENÍTEZ, Luis/GARCÍA PULIDO, Daniel: La Historia del 25 de julio de 1797 a la luz de las Fuentes Documentales. Santa Cruz de Tenerife, 1999, p. 198.- ONTORIA OQUILLAS, Pedro/COLA BENÍTEZ, Luis/GARCÍA PULIDO, Daniel: Fuentes Documentales del 25 de julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife, 1997, p. 186.
17 - ACOSTA GARCÍA, Carlos: Apuntes generales sobre la historia de Garachico. Aula de Cultura de Tenerife/Asociación Cultural Amigos de Garachico en Venezuela. Santa Cruz de Tenerife, 1994, pp. 127-128 y 576; Las milicias de Garachico y su intervención en la lucha contra Nelson. Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1988, pp. 28-29 y 37.- CARDELL CRISTELLYS, Juan Carlos: Héroes y testigos de la derrota de Nelson en Tenerife. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2004, pp. 131-134; Cronología de los prolegómenos en la Gesta del 25 de julio de 1797 [2]. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2004, p. 95.- ONTORIA OQUILLAS, Pedro/COLA BENÍTEZ, Luis/GARCÍA PULIDO, Daniel: Fuentes Documentales del 25 de julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife, 1997. Vide Índice.- ONTORIA OQUILLAS, Pedro/COLA BENÍTEZ, Luis/GARCÍA PULIDO, Daniel: Addenda. Fuentes Documentales del 25 de julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife, 2008, pp. 30, 51 y 196-197.
18 - Milicias de Canarias [referencias sobre oficiales de milicias extraídas de los legajos Y-III-21, Y-III-28 y Y-III-33 del Archivo Histórico Municipal de La Laguna]. Documento mecanografiado del fondo Dacio Victoriano Darias y Padrón, depositado en la Biblioteca Universitaria de La Laguna. Signatura: 28-2; véase asimismo la hoja de servicios de este oficial para 1776-1780 en el Fondo Ossuna [signatura 69.7] del precitado Archivo Histórico Municipal de La Laguna.
19 - Signatura: A-XXVI-68- Véase el catálogo del Archivo Histórico Municipal de La Laguna, elaborado por Leopoldo de la Rosa Olivera y publicado en la Revista de Historia entre 1944 y 1960 (pág. 44).
20 - RODRÍGUEZ DELGADO, Octavio: "Don Gaspar Fernández Bignoni (1775-1859), capitán de Infantería, propietario y comisionado del Gobierno". El Día/La Prensa, Santa Cruz de Tenerife, 5 de noviembre de 1995.
21 - CARDELL CRISTELLYS, Juan Carlos: Héroes y testigos de la derrota de Nelson en Tenerife. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2004, p. 134.
22 -CIORANESCU, Alejandro: Historia de Santa Cruz de Tenerife (I-IV). Santa Cruz de Tenerife, Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias, 1998. 2ª edición. Vide t. III, p. 369 y t. IV, p. 15.- COLA BENÍTEZ, Luis /GARCÍA PULIDO, Daniel: La Historia del 25 de Julio de 1797 a la luz de las Fuentes Documentales. Santa Cruz de Tenerife, 1999, pp. 106 y 198.- ONTORIA OQUILLAS, Pedro/COLA BENÍTEZ, Luis/GARCÍA PULIDO, Daniel: Fuentes Documentales del 25 de julio de 1797. Santa Cruz de Tenerife, 1997, p. 186.
23 - Referencia obtenida merced al recurso electrónico ofrecido por Google Books. Gaspar Fernández Uriarte acaso pudiera ser el único o de los pocos suscriptores de esa publicación en las Islas.
24 - LUQUE HERNÁNDEZ, Antonio: "Dos retratos de mujer: Doña María Bernarda de Soria-Pimentel y Doña Eladia Xuárez de la Guardia". En: El Día/La Prensa, 18 de septiembre de 1999, pp. 1-3. Vide también Rostros de la isla. El arte del retrato en Canarias (1700-2000). Catálogo de la exposición dirigida por la Casa de Colón, los Cabildos Insulares de Gran Canaria y Tenerife y el Gobierno de Canarias, 2002. pp. 97-98 y 127.
25 - FRAGA GONZÁLEZ, Carmen: Escultura y pintura de José Rodríguez de la Oliva (1695-1777). Excmo. Ayuntamiento de La Laguna, La Laguna, 1983, p. 76.
26 - GAVIÑO DE FRANCHY, Carlos: "Don Nicolás de Molina y Briones" en AA. VV., Arte en Canarias siglos XV-XIX. Una mirada retrospectiva. 2 tomos, Islas Canarias, 2001. Vide t. II, pp. 194-195. Sobre este pintor, el mejor estudio en RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Margarita: La pintura en Canarias en el siglo XVIII. pp. 109-126 (si bien se sigue adscribiendo este retrato a Rodríguez de la Oliva y a Juan Bautista Castro-Ayala en el binomio retratista-retratado en pág. 448, siguiendo a Fraga 1983:76).
27 - Ya dicha doctora doña Margarita Rodríguez González apuntaba al referirse a Cristóbal Afonso: "La precisión y el detalle, a la vez que la brillantez de paleta en algunos lienzos de Rodríguez de la Oliva, no se patentiza en el discípulo”.
28 - Fichero de artistas canarios. Fondo Miguel Tarquis -depositado por el Departamento de Historia del Arte-. Biblioteca de la Universidad de La Laguna.
29 - Entre las decenas de óleos que figuran en la producción de Luis de la Cruz para esta época encontramos a personajes como Bernardo Cólogan Fallon, Juan Primo de la Guerra y del Hoyo, Eladio Suárez de la Guardia y Soria Pimentel, el obispo Manuel Verdugo, Domingo Madan Grento o Fernando de Llarena Franchi. Véase el magnífico estudio de PADRÓN ACOSTA, Sebastián: Don Luis de la Cruz, pintor de cámara de Fernando VII. J. Régulo Editor; La Laguna, 1952; TARQUIS RODRÍGUEZ, Pedro: Don Luis de la Cruz, su desarrollo técnico y categoría regional y nacional. Facultad de Filosofía y Letras; Universidad de La Laguna, La Laguna, 1956; RUMEU DE ARMAS, Antonio: .L. de la Cruz. Luis de la Cruz y Ríos. Biblioteca de Artistas Canarios; Viceconsejería de Cultura y Deportes; Gobierno de Canarias, 1997.