Todo, menos cargarse el puente

 

Por Emilio Abad Ripoll   (Publicado en Diario de Avisos el 9 de febrero de 2011)

          El pasado jueves, un diario local se hacía eco de unas declaraciones de don Pedro Suárez, Presidente del Consejo Insular de Aguas, con respecto al famoso tema del  Puente del Cabo. Y, al hilo de ese artículo, quiero expresar en unas breves líneas cual es la opinión de la Tertulia Amigos del 25 de Julio al respecto (opinión ya vertida en diferentes ocasiones y medios y por varios de nuestros tertulianos, pero que, por la importancia que nosotros damos al  asunto, me permito reiterar).

          Vaya por delante nuestro más profundo rechazo a la desaparición del puente. Bajo los más diferentes pretextos vamos perdiendo retazos de nuestra historia como pueblo, que, al ser irrecuperables, no serán conocidas por los que vengan detrás de nosotros, ni valoradas por lo que supusieron en su momento. Así nadie se podrá sentir orgulloso de pertenecer a una comunidad en la que se borra cualquier rastro histórico y se quiere que todo sea nuevo y “de diseño”.

          Se atribuyen en el artículo al señor Suárez unas palabras en las que dice “no entender por qué se mantiene el puente del Cabo.” Pues bien, señores, lo que no se entiende es cómo se permitió  (ignoro si entonces el Consejo Insular de Aguas se opuso a ello) estrechar el cauce del barranco, ¡¡en su desembocadura!!, más de la cuarta parte de su anchura, rellenándose seis u ocho metros a todo lo largo de la actual calle de La Ni Fú Ni Fá –e incluso desde más arriba, prácticamente desde el puente Serrador-. ¿Conocen ustedes algún río del mundo que se estreche en su salida al mar o a otro río? Sólo, que yo sepa, el Barranco de Santos ostenta ese dudoso honor “contra natura”.

          Y tampoco se entiende cómo se permitió rellenar, en vez de dragar y limpiar, ese mismo trecho. Sitúense en el centro del puente de la  calle Bravo Murillo, miren al barranco, levanten la vista hasta el puente del Cabo y verán la asimetría del mismo, consecuencia del recorte en anchura que se le hizo. Y observen también su pilar central y deducirán rápidamente que debió ser mucho más alto…hasta que rellenaron el barranco… Repito, eso es lo que no se entiende…, la disminución en anchura y altura del cauce, causa principal de ese brutal incremento en la fuerza del agua cuando llega a unos centenares de metros del mar. Es Física pura.

          Afortunadamente el Sr. Suárez, como él mismo reconoce, no tiene en este aspecto las competencias para llevarse el puente por delante, pues si fuese así, “lo habría quitado desde hace mucho tiempo”. Pues menos mal. Claro que si se solicita la desafección de Bien de Interés Cultural de un elemento ciudadano que, como siempre recuerda nuestros contertulio Luis Cola, fue el único camino de entrada al interior de la isla durante bastante más de doscientos años, se comprende lo que le importa este tema histórico–cultural a personas, que por su preparación, inteligencia y posición, y a entidades, que por su trascendental función, debían ser referentes de la sociedad.

          Hay soluciones, y a los profanos se nos ocurren:

                a) dragar el cauce desde poco después del puente Serrador hasta la desembocadura,  porque aunque se creyera solucionar el asunto tirando el puente, inexorablemente, en caso de una gran avenida, se produciría otro tapón debajo de la calle Bravo Murillo (claro que recientemente nos hemos gastado un pastón asfaltándolo o cementándolo).

               b) ampliar el cauce quitando la acera derecha y el aparcamiento en fila, según se baja la calle La Ni Fú Ni Fá., hasta que recobre la anchura que tenía cuando se construyó el puente.

               c) elevar el puente del Cabo, como pedía nuestro Presidente allá por el mes de julio, dejándolo sólo para uso peatonal (con especial atención por el desnivel que se produciría a facilitar el paso de las personas disminuidas físicamente).

          Es decir, o una de las tres, o dos o, mejor, las tres soluciones simultáneamente. Y, repito, los profanos en la materia creemos que así se solucionaría el problema. ¿Qué es caro? En el ánimo de todos están presentes cuantas cosas caras se hacen o se han hecho sin que nadie las haya pedido y sin que nadie haya entendido su necesidad.

          Todo, menos cargarse el puente.