El nombre de nuestras calles (171). Pepita Serrador
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 21 de julio de 2024).
EL NOMBRE DE NUESTRAS CALLES (171)
Calle Pepita Serrador
En el barrio La Salle
Josefina Serrador Marí nació en Buenos Aires, el 2 de marzo de 1913, al estar sus padres -Esteban, catalán y Josefina, valenciana- realizando una gira teatral por Hispanoamérica y doce años más tarde haría su debut como actriz en un teatro de Bogotá (Colombia).
Pepita Serrador se casó en Buenos Aires en 1934, con el actor Narciso Ibáñez Menta, formando una compañía propia con la que, durante 20 años, llevarían a cabo giras por las principales capitales de habla hispana. Fruto de esta unión nació Chico Ibáñez Serrador, famoso realizador de Televisión que llegaría a ser director del famoso programa Un, Dos, Tres.
Pepita se divorció de su marido, en 1940, para unirse al actor cómico argentino Alí Salem de Baraja, con quien realizaría giras teatrales por España y América Latina.
A partir de 1948, Pepita Serrador comenzaría a actuar periódicamente en España, haciéndolo también en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, ciudad de la que se enamoró y a la que procuraba venir con su compañía de teatro cada vez que estrenaba una obra.
También actuó como actriz principal en distintas películas, como Bodas de Sangre, La Salvaje, Mujeres que trabajan, Muchachas que estudian, La luz de un fósforo, Los chicos crecen, El camino de las llamas y Cinco rostros de mujer. Su papel estelar lo llevaría a cabo en La rosa tatuada, de Tennessee Williams, donde interpretaba a Serafina.
Además de una gran actriz de teatro y de cine fue articulista, divertida tertuliana y esforzada escritora. Quienes la conocieron dijeron de ella que era una actriz, guapa, inteligente, culta, y elegante, además de poseer una extraordinaria naturalidad interpretativa.
La actriz murió en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria de Madrid a los 51 años de edad, víctima de una penosa enfermedad, siendo enterrada en la Sacramental de San Lorenzo y San José, en el barrio de Carabanchel pero, como había expresado su deseo de ser enterrada en Granada, a los seis años de su fallecimiento sus restos fueron trasladados hasta el cementerio de la ciudad granadina, donde un grupo de escritores y poetas le rindieron un homenaje póstumo, con una ofrenda de versos.
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