Ciudadelas en Santa Cruz de Tenerife

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 27 de diciembre de 2020).
 
 
 
          Las ciudadelas que llegaron a formar parte del patrimonio espacial y social de Santa Cruz de Tenerife hasta los años cincuenta del pasado siglo surgieron en distintos barrios de la ciudad debido al enorme crecimiento poblacional producido por el éxodo rural que llegó atraído por la demanda de trabajo en las obras publicas, la actividad portuaria y la expansión comercial. Este incremento demográfico produciría un aumento de la demanda de viviendas y un movimiento inmobiliario especulativo a expensas de las condiciones de vida de estos inquilinos. 
 
          La Ley de inquilinato de 1842 les proporcionaría a algunos promotores un periodo de ganancias sin apenas obligarles a introducir mejoras en las viviendas pues, además de la corta duración de los contratos y la facilidad de desahucio, el precio de los alquileres era muy elevado. 
 
          Las ciudadelas fueron construidas en los barrios cercanos al Puerto; es decir, el Toscal, El Cabo, Los Llanos, y Duggi, así como en los barrios de Buenavista, Cruz del Señor, Salamanca, y Cuesta de Piedra, y en algunas calles, como San Sebastián, la Noria, Puerta Canseco, Rambla de Pulido, Miraflores, y Carmen Monteverde.
 
          La ciudadela era una vivienda colectiva en régimen de alquiler. De una sola planta, estaba constituida por pequeños habitáculos de dimensiones reducidas, independientes entre sí, dispuestas a ambos lados de un pasaje longitudinal ciego, de anchura y longitud variables, que tenían en común un único acceso desde la calle, con frecuencia disimulado.
 
          Por tanto, se trataba de conjuntos con muy poca fachada, pero gran profundidad, con un patio en el centro, a cielo abierto, donde se concentraba la vida vecinal, con sus alegrías y sus miserias. 
 
Ciudadela 1935 Personalizado
 
Ciudadela  (1935)
 
 
          Existían dos tipos de ciudadelas, las que tenían una habitación de 3,50 x 4,00 m, con el retrete y la cocina de uso común, y las formadas por cuartos de 4 x 4 metros con ventana y servicios individuales. 
 
          En esta capital, en 1908 se contabilizaban 26 ciudadelas. Del Padrón de 1918 hemos extraído que en los barrios del Cabo y Los Llanos habían 28 viviendas colectivas, en las que habitaban 1.095 personas, el 30% del total de los residentes en esos dos barrios. En el Padrón de 1940 encontramos que en las ciudadelas del término municipal existían 1.496 habitaciones, donde vivían 5.602 personas, con un promedio de cuatro personas por habitación. 
 
          Las condiciones higiénico-sanitarias, la falta de ventilación, el saneamiento deficiente, la ausencia de agua corriente, y el hacinamiento, harían que las ciudadelas fueran lugares propicios para la propagación de enfermedades infectocontagiosas; por ello, en 1903, la Comisión Sanitaria del Ayuntamiento las declaró focos de contagio de las epidemias que venían azotando a la capital, ordenando su desmantelamiento. En el Plan General de 1951, la mayoría de las ciudadelas ya habían desaparecido.
 
Ciudadela Pisaca. 2020 Personalizado
 
Ciudadela Pisaca  (2020)
 
         
          En el barrio del Toscal, declarado Bien de Interés Cultural en 2007, aún conserva varias ciudadelas que conforman una de sus señas de identidad; como las dos que se encuentran en la calle Santiago, una en el nº 93, junto a la Casa Pisaca, y la conocida como Santa Marta; otras dos en la calle del Señor de las Tribulaciones, números 38‐40, y 42‐46; una en la calle San Martín nº 42-48, llamada callejón Ravina; otra en la calle San Francisco Javier nº 50-52, antigua calle del Rayo; y otra en la calle Saludo.
 
Ciudadela Santa Marta 2020 Personalizado
 
Ciudadela Santa Marta  (2020)
 
 
-  - - - - - - - - - - - - - -