El Museo Histórico Militar de las Islas Canarias

 
Por Ray Aldis  (Publicado en la revista The Nelson Dispatch (Volume 13, Part 9,  Winter 2020). Traducción de Emilio Abad.
 
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          Los miembros de la Nelson Society recordarán que en un número reciente del Dispatch (Vol 13, Part 6, Spring 2019) se incluía un artículo relacionado con la visita a este país, auspiciada por The Nelson Society, de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, una asociación con sede en Tenerife, creada en 1997 para conmemorar el 200 aniversario del infructuoso ataque de Nelson a Santa Cruz, el puerto y la ciudad más importantes de la isla.
 
          Durante la visita, los miembros de la Tertulia nos hablaron, con absoluto entusiasmo del Museo Histórico Militar existente en  Santa Cruz y de su sala totalmente dedicada a la gran batalla de Santa Cruz desarrollada entre el 22 y el 25 de julio de 1797. Les mencioné que había visitado las ruinas de San Cristóbal, puesto de mando del general don Antonio Gutiérrez y ahora hogar de “El Tigre”, el cañón al que se atribuye el disparo que arrancó el brazo a Nelson (ver fotografía en el Dispatch, Vol 12, Parte 7, Página 409), pero se me contestó en términos que no dejaban lugar a dudas que una visita al Museo Histórico Militar seguía siendo obligatoria. Habiendo pasado mi vida siendo un soldado que hacía lo que se le decía, el pasado otoño me trasladé a Tenerife (naturalmente acompañado de mi esposa, que no puso ninguna objeción).
 
          Con ella felizmente relajada junto a la piscina de nuestro alquilado chalet, conduje hasta Santa Cruz para localizar el Museo Militar. Resultó fácil gracias al SATNAV y, para mi total tranquilidad, resultó que el Museo tiene su propia zona de aparcamientos. Quienes conozcan Santa Cruz sabrán que encontrar un sitio donde aparcar en las calles de la ciudad es casi tan fácil como encontrar un guante de la mano derecha de Nelson. Y las sorpresas agradables continuaron apareciendo cuando conocí que la entrada era totalmente gratis. El Museo propiamente dicho se localiza en el edificio central de una antigua fortaleza artillera levantada para incrementar las defensas de la ciudad, no fuese a ser que los viles ingleses les atacaran de nuevo. Se acabó de construir en 1884.
 
          En el mostrador de recepción un amigable y sonriente caballero que no hablaba inglés, me entregó un útil folleto con el texto en inglés y cuando le dije ¿Nelson?  señaló a un tramo de escaleras.
 
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El herido Nelson regresa a bordo del Theseus
 
         
          Lo primero que me llamó la atención al llegar a lo alto de las mismas, en el primer piso, fue un gran cuadro representando al malherido Nelson apenas de vuelta en la cubierta de su buque insignia, el Theseus, de 74 cañones (ver fotografía). ¡No comprendo como sostenía aún su espada cuando acababa de trepar a bordo utilizando sólo su único brazo sano! Seguramente licencias del autor. Al entrar en la galería dedicada a la Batalla de Santa Cruz, me encantó encontrar muchas de las pinturas originales sobre la acción que, hasta el momento, solo había visto en fotografías en los libros.
 
          La pieza central de la muestra es un gran diorama que nos muestra como eran Santa Cruz y la zona de los combates en 1797. Al activar la presentación, uno escucha, en inglés, un relato completo y preciso de la batalla, con puntos luminosos que se desplazan por los lugares que se mencionan, haciendo revivir toda la acción. ¡Si hubiera tenido que pagar entrada, habría merecido la pena hasta el último penique gastado!
 
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El hundimiento del cúter Fox
 
         
          Además del diorama y las pinturas, estaba la bandera del Emerald, de 36 cañones, llevada a tierra, y perdida, por su tripulación; una enorme bandera británica que Nelson pensaba haber izado en lo más alto de la fortaleza de San Cristóbal, pero que, por el contrario, fue capturada por los defensores españoles; maquetas de barcos y maniquíes vestidos con uniformes de la época, además de algunas armas utilizadas en la acción. Hay también una maqueta, algo conmovedora, de la pérdida del cutter Fox, que se hundió con 94 de sus hombres (ver fotografía). También se muestra una copia del Tratado de capitulación con la pluma que se firmó (ver fotografía).
 
          Lo último que se ve al finalizar la vista a la sala, es un magnífico cuadro de la firma del Tratado por el capitán Samuel Hood (por delegación de Troubridge) y el general Gutiérrez.
 
          Además de a la muy breve visita de Nelson, las salas del Museo comprenden también toda la historia militar de las Islas Canarias, desde la conquista española a finales del siglo XV hasta el difícil periodo de aislamiento y penuria durante la Segunda Guerra Mundial. Los miembros de la Tertulia tenían toda la razón; este es un Museo que todos deben incluir necesariamente ne la lista de lugares a visitar.
 
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Pluma de ave usada en la firma de la Capitulación y uniforme español
 
 
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Busto y retrato del general Gutiérrez
 
 
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El capitán Hood y el vencedor general Gutiérrez
 
 
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Retrato del almirante Nelson
 
 
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