La veneración al Cristo de Paso Alto después de la Gesta del 25 de Julio de 1797

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el 14 de septiembre de 2019).
 
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Santo Cristo de Paso Alto
 
 
          En la capilla del castillo del Santo Cristo de Paso Alto existía un cuadro del Crucificado -en honor a su nombre-, acompañado por San Cristóbal y San Miguel, que después del ataque del inglés Robert Blake, el 30 de abril de 1657, comenzó a recibir el fervor popular por lo que el Obispo accedió a que en el oratorio se oficiaran misas y se celebrara su fiesta anual; la cual era popular y animada, según los historiadores. 
 
          Debido a que el citado cuadro se deterioró durante la tormenta del 18 de diciembre de 1774, se encargó un nuevo óleo al pintor Juan de Miranda, cuyas dimensiones son 2,94 x 1,74 m, que muestra la figura del Crucificado en el centro, la Virgen a su derecha, con túnica blanca y manto azul, y San Juan a su izquierda, con túnica verde y manto rojo. En su parte inferior se lee las indulgencias concedidas en 1790 por el Obispo Antonio de la Plaza a todas las personas que rezaran devotamente en su presencia. Según la historiadora doña Carmen Fraga, en él existen detalles iconográficos que merecen particular atención: El Sol y el color rojo del manto de San Juan se debe a que su festividad -24 de Junio- coincide con el solsticio de verano; la Virgen vestida de blanco, alude a que la Natividad -24 de diciembre- es la fecha aproximada al solsticio de invierno. 
 
          Este cuadro se encontraba en la capilla del Castillo el 24 de julio de 1797, cuando una fragata y una obusera de la Escuadra Inglesa, al mando del Almirante Horacio Nelson, arrojaron 41 bombas sobre la fortaleza, de las que una de ellas cayó en la cocina, rompiendo algunas tejas, tablas y un tabique de una alacena contigua a un cuarto donde había paja para las bestias, sin que ésta se hubiera incendiado, mientras que otra hizo explosión dentro de la Capilla, sin que los seis cascos en que se abrió causaran el más leve daño. 
 
          A la mañana siguiente, 25 de julio, en los corazones de los 55 soldados que defendían el Castillo brotó un sentimiento de amor hacía el Crucificado, por su intervención directa y sobrehumana sobre ellos. 
 
          A partir de este momento, la devoción popular empezó a considerar el hecho como milagroso y, cada 23 de septiembre, comenzó a celebrarse la fiesta del Cristo de Paso Alto, consistente en una peregrinación en romería hasta el Castillo, una fiesta muy animada y con mucha concurrencia, en la que había bailes populares, lucha canaria, títeres, cucaña, elevación de globos, fuegos artificiales, ventorrillos y neverías. La romería tenía un fuerte sabor campesino con su pintoresco atavío, sus cantos y sus danzas. 
 
          Se consideraba la fiesta de la distinción, pues a ella acudían las “Tapadas”, damas y damitas de la sociedad santacrucera con el rostro cubierto y lujosamente vestidas con manto y saya y, para darle más color, también asistían los “Embozados”, galanes pendencieros y ocurrentes que hacían bromas y travesuras. 
 
          Un periódico de 1874 publicaba “La festividad religiosa se ha celebrado con la solemnidad de siempre, pues las hermosas mujeres de Santa Cruz asistieron luciendo sus ricos trajes, sus graciosos sombreros, y sobre todo sus expresivas y hechiceras fisonomías; sin embargo la fiesta profana, de la que en tiempos pasados formaban parte todas las clases sociales, había quedado relegada”. 
 
          En 1909, debido al mal estado del Castillo, el cuadro fue trasladado a la parroquia castrense -iglesia del Pilar-, y los seis cascos en que se abrió la bomba, así como su proyectil, fueron donados al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. 
 
          A partir del citado año, los actos festivos desaparecieron y la devoción popular por la imagen cayó en el olvido. 
 
          Sería en 1981, cuando en la exposición organizada al cumplirse el centenario del Palacio de Capitanía, entre los objetos y recuerdos que se exhibieron se encontraba el cuadro del Santo Cristo de Paso Alto, después de haber sido localizado en la iglesia del Pilar, donde había permanecido enrollado sobre un armario del desván desde 1909, siendo restaurado por Alfredo Reyes Darias. En 1996, recibiría una nueva restauración, esta vez a cargo de Dácil Corazón de Jesús de la Rosa Vilar. 
 
         En 1997, con motivo de la celebración del bicentenario de la Gesta del 25 de Julio, la Capitanía General de Canarias y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, cedieron el Cuadro y los seis cascos de bomba al Museo de Almeyda, los cuales se encuentran expuestos al público en la sala que conmemora la Gesta del 25 de Julio. 
 
          Desde 2014, cada 23 de septiembre se viene celebrando la Recreación del Paseo Romero, que comienza en la Cruz de San Agustín, situada en la confluencia de las calles de San Francisco y La Marina, y termina en el Museo Militar de Almeyda, donde en su honor se oficia una Misa Canaria.
 
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