Ironías de la Historia (Relatos del ayer - 38)

 
Por Jesús Villanueva Jiménez  (Publicado en el número de agosto de la Revista NT de Bínter)
 
 
 
          Sepa vuestra merced que, a veces, las casualidades e ironías que se dan en ciertos acontecimientos históricos son en verdad sorprendentes. Es el caso que hace unos días me ha narrado un amigo comerciante que viaja por medio mundo. Ya os adelanto a vuestra merced que se trata de un caballero de acreditada credibilidad. Os pondré en antecedentes:
 
          Hará un mes que celebramos en nuestra invicta plaza de Santa Cruz de Santiago el primer aniversario de la insigne victoria que alcanzamos el 25 de julio de 1797 sobre la armada del británico Nelson, guiados por nuestro querido y admirado gobernador, el general don Antonio Gutiérrez. Recordará vuestra merced que dos meses antes, en la madrugada del 28 de mayo, robaron de la rada los ingleses una corbeta de la República francesa, La Mutine, al mando del capitán Louis Estanislao Xavier Pomies, que había arribado a puerto dos días antes, quedando en tierra algunos más de cien hombres de su tripulación, que se unieron al combate contra el inglés. Recordaréis también que el jefe de la armada que nos ofendió, el contralmirante Nelson, fue gravemente herido cuando trataba de desembarcar en la playa de la Alameda, la madrugada del 25, por el fuego del cañón que se posicionó defendiendo ese lugar, nuestro célebre El Tigre. Por cierto, providencial iniciativa del teniente Grandi. 
 
          Como sabemos,  a Nelson se le tuvo que amputar el brazo derecho, esa misma madrugada, en su navío Theseus, tan mal que se lo dejó El Tigre. Mucho tiempo pasó canutas el manco, al parecer. Al fin, Nelson, no hará más de tres o cuatro meses, se hizo de nuevo a la mar, en el navío Vanguard, y con una escuadra de 13 navíos de línea, según me siguió narrando mi amigo, se fue por el Mediterráneo en busca de una gran armada francesa comandada por el vicealmirante François-Paul Brueys d'Aigalliers, flota en la que se sabía navegaba el mismísimo Napoleón Bonaparte. No daban con ella los ingleses, hasta que se acercó presta una corbeta de la misma Armada británica al buque de Nelson, con intención de llevarle valiosa información. Cuál sería el regocijo del contralmirante al oír del capitán de la corbeta que, según los marineros de un bajel egipcio apresado, procedente de Alejandría, la escuadra francesa que buscaba, de 13 navíos de línea y 4 fragatas, se hallaba fondeada en la bahía de Abukir, en la desembocadura de ese gran río que llaman el Nilo. Así que para allá se fue el inglés y allí se la encontró y dio batalla y destruyó, a principios de este mes de agosto, y en tierra y aislado se quedó Bonaparte y su ejército.
 
          Y aquí viene la gran casualidad y grande ironía de las que os hablaba a vuestra merced. Aquella corbeta que llevó a Nelson la valiosa información, tan dañina para Francia, no fue otra que La Mutine, que había trocado pabellón francés por británico, traicionando, imagino a su pesar, a la Révolution. Ironías de la Historia. 
 
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