Obras de César Manrique en Santa Cruz de Tenerife

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el 28 de abril de 2019).
 
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César Manrique
 
 
          César Manrique Cabrera (Lanzarote 1919-1992), pintor, escultor, arquitecto, urbanista, paisajista, ecologista, conservador de monumentos, creador de espacios singulares que han quedado plasmados en sus murales, esculturas móviles, miradores suspendidos en acantilados, lagos artificiales junto al mar, etc.
 
          Concluida la Guerra Civil española (1939), ingresó en la Escuela de Arquitectura Técnica de La Laguna, abandonando la carrera al recibir una beca del Mando Económico de Canarias para estudiar en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde se graduó como profesor de arte y pintura en 1945.
 
          En la capital de España viviría hasta 1964, exponiendo su pintura en varias ciudades españolas, en Venecia y en La Habana. Luego se trasladaría a vivir a Nueva York, donde tuvo contacto directo con el expresionismo abstracto, el arte pop, la nueva escultura y el arte cinético, que serían fundamentales en su trayectoria creativa. Durante su estancia en la Gran Manzana expuso individualmente, en tres ocasiones, en la galería Catherine Viviano.
 
          En 1966 regresó definitivamente a Lanzarote, en el momento justo en que la Isla comenzaba su desarrollo turístico, por lo que promovió un modelo de intervención en el territorio para salvaguardar su patrimonio natural y cultural, dirigido a poner en valor el paisaje y los atractivos naturales. Este hecho sería decisivo para que la Unesco declarara a Lanzarote como Reserva de la Biosfera en 1993.
 
          Para Manrique, la naturaleza no sólo fue la referencia fundamental para su creación artística sino también para su vida, pues no creó en la naturaleza sino que creó con ella. Gracias al innovador diálogo que implantó entre arte, naturaleza y  territorio, no existe otro artista español cuya obra esté tan íntimamente relacionada con el Medio Ambiente.
 
         Como creador de espacios perfectamente integrados en el entorno natural, ensalzando su belleza y sus valores, y su ejemplar compromiso con la defensa del medio ambiente, fue galardonado con los premios: Mundial de Ecología y Turismo (1978), Europa Nostra (1986), Canarias de Bellas Artes (1989), etc.
 
          Su profunda huella se puede contemplar en Lanzarote: Jameos del Agua, Monumento al Campesino, Mirador del Río, El Almacén, Museo de Arte Contemporáneo, Jardín de Cactus,  Residencia Real de la Mareta, Taro de Tahiche –su casa en haría-, etc. En El Hierro: Mirador de La Peña. En La Gomera: Mirador de El Palmarejo. En Ceuta: Parque Marítimo del Mediterráneo. En Madrid: Centro Comercial La Vaguada. En Tenerife, lugar donde más creaciones emblemáticas dejó, después de Lanzarote, tanto en el Puerto de la Cruz: Complejo Costa Martiánez, acceso a Playa Jardín y decoración del Hotel Las Vegas; como en Santa Cruz de Tenerife:
 
Mural de Mosaicos. 1957. Real Casino de Tenerife
 
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          Al participar con sus obras en la Exposición de Arte celebrada en esta Sociedad en el citado año, el arquitecto Luís Cabrera le pidió que decorara la pared trasera del bar de la nueva terraza que estaba construyendo. Manrique realizaría el boceto del mural y también se encargaría personalmente de dirigir la colocación de los miles de trozos de azulejos de diferentes colores de los que está formado.
 
          En 1990, cuando el arquitecto Carlos Schwartz reformó el Salón Terraza, el mural fue trasladado a su ubicación actual, arduo trabajo dirigido por Luís Gutiérrez Herreros. 
 
 
Anatomía de un Barco.1966. Escuela de Náutica. 
 
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          Ensamblaje artístico de 12 m. de largo, 3,60  m. de alto y 0,50 m. de profundidad y efecto tridimensional que ocupa la pared lateral del Salón de Actos.
 
 
Máquina para la mar. 1966. Escuela de Náutica. 
 
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          Ensamblaje artístico de 6,5 metros de largo, 2 de alto y 0,65 de profundidad, que se encuentra en el Bar-Restaurante.
 
          Ambas esculturas fueron realizadas utilizando piezas de viejos Pailebotes y Goletas que estaban en los varaderos del puerto de Santa Cruz  a la espera de ser desguazadas que, a la vez que las encumbraba y ennoblecía, divulgaba el concepto ecológico del reciclaje. Al observarla percibimos que los barcos nacen, viven, sufren, luchan, protagonizan historias y finalmente mueren abandonados y olvidados por quienes vitorearon sus gloriosas singladuras. 
 
 
Pez volador.
 
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          Firmado en 1985 y reproducido en 1997 en la pared trasera del inmueble sito en la plaza San Juan Bautista de la Salle, esquina de la avenida de San Sebastián con Galcerán. Catalogado como Bien Cultural, consiste en la interpretación geométrica de un pez en el que se combina una doble vertiente de puntos de vista frontal y aéreo. Para su realización se utilizaron siete colores cálidos.
 
 
Parque Marítimo César Manrique, 1995.
 
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          Última obra diseñada que el genial artista, antes de fallecer, y que finalizarían sus compañeros y amigos, los ingenieros Alfredo Amigó y José Luís Olcina. 
 
         Consta de 22.000 metros cuadrados y está formado por un lago de 7.800 metros cuadrados que se sitúa en torno a una isla con jardines a diferentes alturas y tres piscinas de agua del mar, todo decorado con elementos naturales como son rocas volcánicas, palmeras y plantas ornamentales, junto a diversas cascadas de agua. El resto de sus instalaciones lo constituyen los vestuarios y áreas de solárium, restaurantes, terrazas,  gimnasio, ludoteca, jacuzzi de aguas termales, zonas de entretenimiento para niños, instalaciones deportivas e incluso una pequeña playa.
 
 
Juguete del viento. 1995. Piscina central del Parque Marítimo César Manrique. 
 
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          Escultura realizada en acero corten, formada por un tubo de seis metros de altura, en cuya parte superior se acoplan, alternativamente, 20 aspas en forma de cruz, con 3 y 2 módulos poligonales cada una.
 
          Al estar situada sobre un peñasco de lavas, en una zona donde sopla el viento con fuerza, sus piezas se vuelven etéreas, estableciendo un complicado y curioso movimiento rotatorio opuesto con infinidad de combinaciones.
 
 
Homenaje a Santa Cruz. 2000. Explanada del castillo de San Juan (castillo Negro).
 
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          La última escultura que el artista lanzaroteño diseñó el día antes de fallecer, y cuya interpretación e ingeniería estuvo a cargo de los ingenieros Juan Alfredo Amigó y José Luís Olcina, de 15 metros de alto, 9 metros de ancho y 6.500 kilos de peso, consta de una estructura fija de acero, forrada de hierro en color blanco, y otra móvil compuesta de un eje interior de acero inoxidable de 16 aspas que giran en la dirección del viento. Su parte superior tiene forma de diamante, y en la inferior existen dos pirámides invertidas que coronan la instalación dejando una cruz en su interior.
 
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